La expulsión de Kueider desnudó la crisis del sistema y la fragilidad de los acuerdos políticos
La primera reacción oficial, exactamente un minuto después de que la abrumadora mayoría de los senadores votara por la expulsión de su colega Edgardo Kueider, corrió por cuenta de Santiago Caputo, que a las 16.29 publicó, en una de las cuentas de la red social X que le adjudican -@MileiEmperador-, la siguiente conclusión: “Hoy se decreta el fin de la República en el Senado de la Nación, bienvenido sea, avanzaremos, TMAP”.
“TMAP” es la sigla de “Todo Marcha de Acuerdo al Plan”, una frase que le fascina al consultor estrella de la Casa Rosada, que en la mañana y la tarde de ayer monitoreó y operó con insistencia, junto a algunos de sus colaboradores, en la Cámara alta, para evitar lo que, al final, no pudo: que el kirchnerismo se quedara con la banca de un senador como Kueider que, a pesar de haber ingresado al Senado por el kirchnerismo y de haber sido en los últimos años una de las voces de Alberto Fernández en ese cuerpo, se había convertido en estos meses en un aliado fundamental del Gobierno, a tal punto que acompañó la Ley Bases tan cuestionada por el peronismo K.
Al filo del fin de año, en las puertas de una campaña electoral que todavía discute sus reglas de juego -con PASO o sin PASO-, el Ejecutivo descubrió en la tarde de ayer que no todo marcha de acuerdo al plan trazado, no solo por la disparidad parlamentaria de un gobierno que está en minoría en ambas cámaras y que no tiene un solo intendente o gobernador propio, si no por la fragmentación de un sistema político y la fragilidad de los acuerdos que quedaron expuestos este jueves en el Senado, con excepción del kirchnerismo que, cuando se lo propone, actúa en bloque, sin fisuras.
La reemplazante de Kueider, Estefanía Cora, es de La Cámpora.
“Hay balcanización, eso es parte del problema, que se multiplica por la crisis de los partidos”, aseguró ayer un colaborador presidencial que trabajó todo el día para contrarrestar los efectos de la expulsión del senador entrerriano que intentó, con un desparpajo y una audacia pocas veces vistos, cruzar la frontera de Paraguay junto a su secretaria con una mochila con 211.000 dólares sin declarar.
Kueider quedó entonces detenido en ese país, y puso en crisis a un sistema colapsado que, con el desembarco de Javier Milei en la Presidencia, crujió como nunca antes.
Un episodio lo suficientemente bochornoso para que, en una semana, el Senado diera un giro brusco y volteara en una sesión exprés la doctrina que imperaba desde hace años, conocida como “doctrina (Miguel Ángel) Pichetto”, un homenaje a la férrea defensa del ex senador de los fueros parlamentarios. Hace quince días, tras la fallida sesión en Diputados por Ficha Limpia, y en plena tensión con el PRO, La Libertad Avanza publicó en su cuenta oficial de X, como defensa de las críticas macristas a la decisión del Ejecutivo de levantar a casi una decena de sus legisladores para frustrar el debate: “Cabe recordar que durante el gobierno de Mauricio Macri no se trató ningún proyecto de ‘Ficha Limpia’, y se propuso como candidato a vicepresidente al mayor defensor de los fueros en el Senado de la hoy condenada Cristina Fernández de Kirchner”.
Ayer por la mañana, antes del inicio de la sesión especial pedida por el kirchnerismo, el PRO y la UCR habían supuestamente acordado que avanzarían en la suspensión del senador hasta el inicio de las sesiones ordinarias, y habilitarían el desafuero para ser investigado por la Justicia. Pero Sandra Arroyo Salgado, una de las juezas que indaga en el patrimonio de Kueider, pidió temprano que se le quiten los fueros los fueros parlamentarios y que la Justicia paraguaya lo extradite para su posterior detención.
Ese movimiento de la jueza federal de San Isidro modificó las negociaciones, en el bloque del PRO y la UCR sintieron que podían quedar socialmente expuestos, y el Gobierno se vio obligado a redoblar su operación en el Senado. Fue en vano. Las cartas ya estaban echadas. En minoría, sin ningún plan de escape, al oficialismo no le queda más remedio que acompañar la destitución.
Sin una jefatura nítida, sin consenso interno, en tensión con el Gobierno, el PRO votó dividido; en la UCR solo Maximiliano Abad se bancó no unirse al pedido de remoción, e incluso parte del interbloque de Las Provincias Unidas, al que hasta ahora pertenecía el entrerriano, decidió inclinarse por la expulsión. Se trata de una bancada que se terminó de conformar hace algunos meses en una cena que ofreció como anfitrión el salteño Juan Carlos Romero en su departamento porteño, en la que participó el consultor Caputo.
“Con la suspensión y el desafuero, como se había acordado temprano, se le sacaba a Kueider el voto, la voz y la dieta, y la jueza podía investigarlo. Acá se decidió darle una banca al kirchnerismo sin que haya entrado al Senado un solo papel o expediente sobre la situación judicial de Kueider”, sintetizó anoche un colaborador de Abad, un senador con fuerte injerencia en territorio bonaerense y buena relación con la Casa Rosada. Por ejemplo, con Eduardo “Lule” Menem, de la escudería de Karina Milei.
El sistema político está endeble. En el círculo rojo es una preocupación cada vez más latente: reina la sensación de que puede pasar cualquier cosa, más allá de la obscenidad de un senador nacional que fue atrapado en flagrancia en un control policial en otro país con fajos con miles de dólares cuya procedencia aún no pudo explicar.
“El gobierno piensa que ellos solo pueden redoblar la apuesta permanente. Con lo de hoy se abrió una nueva etapa para la institucionalidad, y para las mayorías circunstanciales”, razonó anoche un dirigente de la mesa chica de Macri, con vínculos con la Casa Rosada.
Anoche, por ejemplo, se organizó una campaña en redes desde el PJ correntino para exigirle a Carlos “Camau” Espínola, ex compañero de bloque del entrerriano, que renuncie a su banca “por sus reiteradas traiciones al mandato explícito” del partido. Espínola es otro senador aliado del gobierno, que inmediatamente, en simultáneo a la destitución de Kueider, hizo girar un listado de las decenas de senadores que tienen denuncias o procesos abiertos en la Justicia. Una guerra fría que recién empieza, y cuyo desenlace es impredecible.
Lo que quedó ayer al descubierto fue, además, la disputa cada vez más tensa entre LLA y el PRO frente a un sector como el kirchnerismo que, como se dijo, conserva poder de daño.
Es que la estrategia parlamentaria del macrismo fue confusa y errática. Luis Juez, el jefe del bloque, tomó la iniciativa. Un senador que, paradójicamente, cosechó en estos meses una relación muy estrecha con Milei. Había almorzado con él a solas el jueves que fracasó la sesión por Ficha Limpia, y habían arreglado otra comida con el resto de los senadores de su bancada que fue suspendida por orden de Macri cuando se enteró que se había convocado de manera “inconsulta”.
Macri monitoreó la sesión, pero no pudo tener todo el control. Minutos antes de la resolución en el recinto, la mesa ejecutiva del PRO publicó un comunicado en el que pidió la suspensión del senador y su desafuero, pero no la expulsión. A pesar de ese documento, al rato, Guadalupe Tagliaferri -aún se referencia políticamente en Horacio Rodríguez Larreta-, María Victoria Huala y Juez votaron en favor de la expulsión.
Según asesores presidenciales, la decisión del PRO no necesariamente daña más la relación política y parlamentaria con LLA porque ese vínculo ya está atravesado por una puja cada vez más sórdida. Los acuerdos son muy endebles, y la atmósfera política está enrarecida.
En se contexto, al jefe de Gobierno porteño todavía le costaba esta madrugada la aprobación del Presupuesto 2025 en la Legislatura: en más de quince años de administración, nunca el PRO tuvo que trabajar tanto y hacer tantos esfuerzos para sancionar como en esta gestión de Jorge Macri. La relación con La Libertad Avanza en la Ciudad está dañada por completo. El bloque apadrinado por la secretaria General de la Presidencia, y los legisladores referenciados en Patricia Bullrich, liderados por Juan Pablo Arenaza, se negaron a acompañar los aumentos de impuestos propuestos por el Ejecutivo. Gustavo Arengo, “El Chama”, el ministro de Hacienda porteño, tuvo que visitar el miércoles la Legislatura para reunirse con algunos legisladores libertarios para destrabar un par de votos. Tuvo un rol decisivo.
El primo del ex presidente sabe que LLA quiere quedarse con la Ciudad, y que la gestión todavía no tiene un sello distintivo. Macri buscará en estos días dar un golpe de efecto con una reestructuración de su gabinete, y anoche las versiones sobre algunos cambios de figuras eran muy variadas e inquietantes, con un papel relevante del ex jefe de Estado en la toma de decisiones. Habrá que seguir con atención esa relación familiar. El jefe de Gobierno debe decidir, además, si desdobla o no las elecciones. Hasta ayer, se imponía la primera opción.
El ex presidente, por caso, reunirá hoy a parte de su mesa chica, el consejo del PRO, en un hotel de la zona del Abasto porteño para definir una hoja de ruta de fin de año. Hay situaciones a definir. Por ejemplo, qué hacer con el partido en Córdoba, liderado por el diputado Oscar Agost Carreño, que convocó a elecciones partidarias para febrero y que no escapa a la extrañeza de estos tiempos: no está dentro del bloque del PRO en la Cámara baja y no está alineado con los deseos del jefe del partido a nivel nacional.
Pero si no bastaba con la crisis extendida desatada ayer en torno a la remoción del senador entrerriano, lo que sucedió entrada la tarde terminó de configurar un panorama inquietante parala institucionalidad del sistema político. Por el viaje del presidente a Italia -anoche estaba en vuelo a Roma para encontrar con Giorgia Meloni-, trascendió que Victoria Villarruel debía estar a cargo del Ejecutivo y no al frente de la sesión del Senado durante el debate parlamentario. Es decir que, en caso de avanzar un expediente con el reemplazo de Kueider podría anularse.
Desde el propio gobierno siguieron esa situación con especial interés. Con un objetivo particular.
Fuente: Infobae