Caputo avanza con la deuda en dólares y marca el camino hacia la normalización financiera
- El Bonar 2029 fue la primera emisión de deuda soberana en dólares en casi ocho años.
- Se colocaron u$s1.000 millones a una tasa del 9,26%, considerada razonable para un test inicial.
- La operación apunta a facilitar el rollover de vencimientos en moneda extranjera.
- El Gobierno busca acceder al crédito antes de levantar completamente el cepo cambiario.
- Desde enero de 2026 se habilitará el giro de utilidades para multinacionales.
- La estrategia oficial privilegia avances graduales para reconstruir confianza en los mercados.
La reciente licitación del Bonar 2029 significó un nuevo paso del Gobierno en su estrategia de “normalización” del mercado financiero argentino. Más allá de las críticas puntuales por el monto colocado y la tasa convalidada, la operación fue leída por buena parte de los actores del sistema como una señal política y económica relevante: se trató de la primera emisión de deuda soberana en dólares en casi ocho años, un movimiento que apunta a reconstruir el vínculo con el financiamiento voluntario y a ordenar el calendario de vencimientos en moneda extranjera.
El Ministerio de Economía logró captar u$s1.000 millones a una tasa del 9,26%, apenas por encima de lo que algunos analistas esperaban, pero por debajo del rendimiento de títulos comparables. En la City, el consenso fue que el resultado cumplió el objetivo central: testear al mercado sin asumir riesgos excesivos y enviar la señal de que la Argentina comienza a salir, de manera gradual, del aislamiento financiero. El monto colocado, si bien menor al que se especuló en las horas previas, estuvo alineado con lo anticipado oficialmente y fue considerado adecuado para una primera experiencia.
El paso es leído como parte de una hoja de ruta más amplia. No solo abre la puerta a futuras emisiones con legislación extranjera y mayores plazos, sino que también se vincula con el proceso de desarme de los controles cambiarios y de capitales. En ese esquema, el Gobierno busca evitar errores del pasado reciente: primero avanzar en el rollover de la deuda en dólares y recién después profundizar la liberalización del mercado cambiario, para reducir el riesgo de episodios de salida abrupta de capitales.
Analistas coinciden en que la clave estará en el orden de los factores. La estrategia oficial apunta a garantizar el financiamiento externo antes de desmontar completamente el cepo, a diferencia de experiencias previas en las que la liberalización precedió al acceso al crédito. En ese sentido, se espera que durante el primer semestre del próximo año puedan concretarse emisiones de títulos globales, siempre que el contexto externo acompañe y que el Gobierno obtenga el aval legislativo necesario, incluido el Presupuesto.
En paralelo, el Ejecutivo avanza con una flexibilización gradual de las restricciones que todavía afectan a las empresas. Desde el 1° de enero de 2026, las multinacionales podrán volver a girar utilidades al exterior sin necesidad de nuevas autorizaciones, dado que vencerá la prohibición vigente. Se trata de un paso relevante para normalizar el funcionamiento de las compañías, aunque seguirá restringida la compra de dólares para atesoramiento por parte de personas jurídicas. El impacto sobre las reservas, según estimaciones privadas, sería acotado y manejable.
El resultado de la licitación mostró además un fuerte protagonismo de inversores locales, que lideraron la colocación y, en principio, no tendrían incentivos a desprenderse rápidamente del bono. Esto contribuiría a darle estabilidad al nuevo título en el mercado secundario y a evitar movimientos bruscos en su rendimiento. Desde el sector financiero destacan que aún persiste una negociación tácita con los fondos internacionales, interesados en volver a prestar a la Argentina, pero a tasas más elevadas de las que el Gobierno está dispuesto a aceptar.
La lectura general es que el Ejecutivo optó por un camino prudente: avanzar con emisiones pequeñas, a tasas consideradas razonables, para reconstruir credibilidad. En un contexto en el que la confianza es un activo escaso, la estrategia de ir “de a poco” aparece como una apuesta a largo plazo. El desafío será sostener la consistencia macroeconómica, acumular dólares y lograr que estas señales iniciales se traduzcan en un regreso pleno al mercado internacional de deuda, condición clave para terminar de desmontar las restricciones cambiarias y consolidar la estabilidad financiera.