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Presupuesto 2026: media sanción con fisuras y un capítulo clave que pone en jaque la estrategia fiscal del Gobierno

  • La Libertad Avanza logró la media sanción del Presupuesto 2026, pero sin su capítulo más importante.
  • El rechazo del Capítulo XI impidió la derogación de leyes consideradas incompatibles con el superávit fiscal.
  • El Gobierno advierte que el texto aprobado “vulnera” el objetivo de déficit cero.
  • Se evalúan alternativas como demorar el trámite en el Senado o incluso vetar el presupuesto.
  • La votación expuso fisuras en el respaldo de gobernadores y aliados parlamentarios.
  • El debate refleja una disputa de fondo sobre el modelo fiscal y el rol del Estado.

La Libertad Avanza logró este martes una victoria agridulce en la Cámara de Diputados al obtener la media sanción del Presupuesto 2026, una pieza central de la agenda económica del Gobierno en el marco de las sesiones extraordinarias. Si bien el proyecto fue aprobado en general, el oficialismo sufrió un revés decisivo: el rechazo del Capítulo XI, considerado por la Casa Rosada como el corazón del ajuste fiscal que busca consolidar el superávit y sostener el principio de déficit cero.

Ese capítulo incluía la derogación de leyes que el Poder Ejecutivo considera incompatibles con su esquema de ordenamiento de las cuentas públicas, entre ellas la de Emergencia en Discapacidad y la de Financiamiento Universitario. Su eliminación alteró de manera sustancial el espíritu del presupuesto diseñado por el Ministerio de Economía y abrió un escenario de incertidumbre política y legislativa. En el Gobierno no ocultaron su malestar y, en las horas posteriores a la votación, admitían que el texto que ahora debe tratar el Senado “no sirve” para los objetivos fiscales planteados.

El planteo del oficialismo va más allá de una discusión técnica. En la lectura libertaria, el debate expresa una disputa de fondo entre dos modelos: uno asociado al equilibrio fiscal permanente y otro que, a su juicio, reproduce lógicas de gasto del pasado. Desde el Ejecutivo sostienen que mantener vigentes las leyes rechazadas implica obligaciones presupuestarias que ponen en riesgo el superávit primario y contradicen el mandato electoral con el que Javier Milei llegó al poder.

Ante este escenario, el Gobierno evalúa distintas estrategias. Una opción es demorar el envío del Presupuesto al Senado y priorizar antes el tratamiento del proyecto de Modernización Laboral. Otra alternativa sería insistir con cambios en la redacción para reincorporar el Capítulo XI, lo que obligaría a que la iniciativa regrese a Diputados, aunque el oficialismo reconoce que hoy no cuenta con los votos para imponer su versión. La posibilidad de vetar el propio presupuesto también aparece sobre la mesa, en un contexto donde la oposición tendría incentivos para que la ley sea sancionada tal como está.

En la Casa Rosada subrayan que el impacto fiscal de las normas cuestionadas es significativo. “Solo Discapacidad son cinco puntos del PIB”, repiten funcionarios del área económica. Hasta ahora, el Ejecutivo no viene ejecutando los fondos previstos en esas leyes, amparándose en la falta de presupuesto específico. Pero una eventual sanción definitiva dejaría sin margen esa interpretación y obligaría a asignar recursos.

El trasfondo del conflicto también se vincula con la administración del gasto. Dentro del oficialismo consideran que un presupuesto sin las herramientas buscadas reduce el margen de maniobra del secretario de Hacienda, Carlos Guberman, a quien señalan como el garante del superávit. La prórroga presupuestaria, utilizada en 2024 y 2025, permitió al Gobierno aplicar recortes con mayor discrecionalidad. No es casual que la gestión de Milei sea la primera en prorrogar dos veces consecutivas un presupuesto nacional.

La aprobación en general del Presupuesto 2026, con 132 votos afirmativos, marcó un hito para La Libertad Avanza: es la primera vez que logra una media sanción de este tipo y se dio en el debut de una Cámara con nueva composición, donde el oficialismo cuenta con 95 bancas y se consolida como primera minoría. Sin embargo, el traspié en el Capítulo XI expuso las limitaciones del armado parlamentario libertario.

La votación de ese apartado terminó con 117 votos afirmativos, 123 negativos y dos abstenciones, pese a que el oficialismo había impulsado una estrategia para votar por capítulos y no por artículos, con la expectativa de forzar acompañamientos parciales. Gobernadores dialoguistas habían anticipado su rechazo y, a último momento, se sumaron otros mandatarios que sorprendieron incluso a los negociadores del Gobierno. Tampoco alcanzaron las transferencias de Aportes del Tesoro Nacional realizadas en las semanas previas para garantizar el respaldo político esperado.

Así, el Presupuesto 2026 avanza, pero lo hace con un diseño que el propio Gobierno considera incompleto. El Senado, el eventual uso del veto y la redefinición de la estrategia fiscal marcarán los próximos capítulos de una discusión que excede la letra de la ley y pone en juego el rumbo económico del oficialismo.