POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior

Silencios en el Senado y ruido en las redes: Villarruel, entre la reforma laboral y la polémica digital

  • La reforma laboral se postergó en el Senado para el 10 de febrero en medio de fuertes tensiones.
  • Victoria Villarruel se mantuvo al margen del debate legislativo, pero muy activa en redes sociales.
  • Un posteo distendido derivó en cruces duros con usuarios que la criticaron y pidieron su renuncia.
  • La vicepresidenta rechazó acusaciones de acercamiento al kirchnerismo y reivindicó su trayectoria.
  • El tono confrontativo de sus respuestas generó debate sobre su rol institucional.
  • La combinación de silencio en el Senado y exposición digital volvió a ponerla en el centro de la escena política.

Mientras el Senado atravesaba jornadas de alta tensión por el tratamiento de la reforma laboral impulsada por el Gobierno, la vicepresidenta Victoria Villarruel eligió un perfil bajo en el recinto y una exposición intensa en el terreno digital. La postergación del debate para el 10 de febrero, pese a las expectativas oficiales de avanzar esta semana, dejó en evidencia las dificultades del oficialismo para ordenar mayorías en la Cámara alta y, al mismo tiempo, abrió un nuevo foco de atención sobre el rol político de la presidenta del Senado.

Durante los días en que se multiplicaron las negociaciones, las presiones cruzadas y los reproches internos por el futuro de la reforma, Villarruel se mantuvo formalmente al margen de las discusiones parlamentarias. No hubo declaraciones públicas sobre el tema ni intervenciones visibles en la pulseada legislativa. Sin embargo, su visible ausencia en el debate contrastó con una presencia activa en redes sociales, donde protagonizó una serie de cruces que rápidamente escalaron en tono y repercusión.

El disparador fue un posteo en su cuenta de Instagram, en el que compartió imágenes de una reunión con integrantes de la Selección Argentina de Combate Medieval. En las fotografías, la vicepresidenta se mostró distendida, sonriente y participativa, incluso empuñando una espada y ensayando movimientos propios de esa disciplina. El mensaje buscó transmitir cercanía y una faceta personal alejada de la rigidez institucional, pero la reacción del público fue mayoritariamente áspera.

Los comentarios no tardaron en desviarse del contenido del encuentro para apuntar directamente a su figura política. Entre críticas, acusaciones y descalificaciones, uno de los usuarios le reclamó directamente la renuncia. La respuesta de Villarruel fue inmediata y solemne: recordó el juramento realizado al asumir el cargo y aseguró que dejará su función cuando concluya el mandato, cumpliendo —según sus palabras— con rectitud y patriotismo.

Otro eje central de los cuestionamientos giró en torno a presuntos acercamientos al kirchnerismo, una acusación especialmente sensible dentro del electorado libertario. Lejos de esquivar el tema, la vicepresidenta rechazó de plano esas versiones y respondió con dureza. En sus mensajes, marcó diferencias con dirigentes que integran o integraron listas de La Libertad Avanza pese a su pasado en el peronismo kirchnerista, y reivindicó su trayectoria de más de dos décadas de confrontación con ese espacio político.

En uno de los intercambios más citados, Villarruel mencionó nombres propios para desacreditar las acusaciones y cuestionó la legitimidad de quienes la señalan como “traidora” o “kuka”. El tono de sus respuestas, directo y confrontativo, se alejó de la habitual prudencia institucional y reforzó la idea de una dirigente dispuesta a dar batalla también en el terreno simbólico de las redes.

La decisión de involucrarse de lleno en la discusión virtual generó lecturas diversas. Para algunos, se trató de una reacción impulsiva que expone fisuras internas en el oficialismo y alimenta tensiones innecesarias en un momento político delicado. Para otros, fue una demostración de carácter frente a un sector del propio electorado que exige alineamientos absolutos y no tolera matices.

En paralelo, la postergación de la reforma laboral dejó en suspenso uno de los proyectos centrales del Gobierno. El retraso hasta febrero no sólo refleja la complejidad del trámite legislativo, sino también el clima espeso que rodea al Senado, donde conviven disputas internas, desconfianzas y una creciente sensibilidad ante cualquier gesto político.

En ese contexto, la figura de Villarruel vuelve a quedar bajo la lupa. Su bajo perfil en el debate parlamentario y su alta exposición en redes reavivan interrogantes sobre su estrategia y su relación con el núcleo duro del oficialismo. Entre silencios institucionales y respuestas sin filtro, la vicepresidenta parece moverse en una delgada línea, en un escenario donde cada gesto —en el recinto o en Instagram— adquiere un peso político propio.