OPINIÓN Jorge Levin

Rutas provinciales destruidas: Pullaro mira hacia arriba, pero se niega a mirar hacia adentro.

Por Jorge Levin

Rutas rotas, discursos enteros y una responsabilidad que no se puede tercerizar

El gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, encontró un enemigo cómodo: la Nación. Cada micrófono disponible es una oportunidad para reclamar por el estado de las rutas nacionales y por la falta de fondos enviados por el presidente Javier Milei. El planteo, en abstracto, podría ser legítimo. El problema empieza cuando el gobernador mira hacia arriba, pero se niega a mirar hacia adentro.

Porque mientras Pullaro señala el deterioro de las rutas nacionales —que efectivamente existen y son graves— las rutas provinciales de Santa Fe están en estado calamitoso, sin mantenimiento, sin obras de fondo y sin un plan serio a la vista. Baches profundos, banquinas inexistentes, señalización deficiente y tramos directamente peligrosos forman parte del paisaje cotidiano de una provincia que vive, produce y exporta sobre ruedas.

La pregunta es simple:
¿Quién es el responsable de las rutas provinciales?
La respuesta también: el gobernador de la provincia.

Pullaro intenta escudarse en la falta de recursos nacionales. Pero ese argumento se derrumba cuando se observan las prioridades presupuestarias. Porque mientras las rutas que conectan campos, tambos, puertos y pueblos se desintegran, el gobierno provincial decide gastar una fortuna millonaria en los Juegos Odesur, un evento deportivo de interés marginal, escaso impacto estructural y nula incidencia en la economía productiva santafesina.

No se trata de estar en contra del deporte. Se trata de entender el contexto. En una provincia donde el agro-ganadero es columna vertebral del desarrollo, invertir millones en un evento efímero mientras se abandona la infraestructura vial es, como mínimo, una mala decisión política. Y como máximo, una irresponsabilidad.

Las rutas provinciales no son un lujo: son una herramienta productiva. Por ellas circula la riqueza de Santa Fe. Por ellas salen granos, carnes, leche y trabajo. Cada kilómetro destruido es más costo, más riesgo, más accidentes y menos competitividad. Pero de eso se habla poco, porque no entra en la lógica del acto inaugural ni de la foto.

Pullaro reclama a Milei por lo que no hace la Nación, pero omite explicar por qué su gobierno sí hace —y gasta— en lo que no es prioritario. Gobernar es elegir. Y elegir Odesur por sobre rutas es un mensaje claro, aunque incómodo.

La autonomía provincial no es solo un discurso federalista cuando conviene. Es también asumir responsabilidades propias, incluso cuando no hay fondos extras ni excusas externas. Porque si todo es culpa de la Nación, entonces ¿para qué sirve un gobernador?

Las rutas rotas no se arreglan con conferencias ni con reclamos mediáticos. Se arreglan con planificación, reasignación de recursos y decisión política. Y hoy, en Santa Fe, esa decisión no aparece.

Las rutas provinciales siguen destruidas, el campo sigue pagando las consecuencias y el gobierno provincial sigue mirando para otro lado, esperando que alguien más se haga cargo.

Pero en democracia, la responsabilidad no se hereda ni se delega: se ejerce o se paga políticamente.