Pausa en los patentamientos: la incertidumbre impositiva enfría el mercado de autos 0km
- La venta de autos 0km mostró una desaceleración en las últimas semanas
- La postergación de la Reforma Laboral retrasó la posible eliminación del impuesto interno
- El tributo afecta a vehículos desde $103 millones y encarece los precios hasta un 18%
- La incertidumbre llevó a muchos consumidores a postergar decisiones de compra
- El impuesto genera efectos indirectos sobre otros segmentos del mercado
- La definición quedó postergada para febrero y condiciona las expectativas del sector
El mercado de autos 0km comenzó a mostrar en las últimas semanas una desaceleración que encendió luces amarillas en concesionarias y terminales. Si bien el sector venía de varios meses de recuperación sostenida, una combinación de factores ajenos a la dinámica estrictamente industrial terminó impactando en las decisiones de compra y en las expectativas para el cierre del año. La postergación de definiciones clave en materia impositiva aparece como el principal elemento detrás de este freno.
Las primeras señales de menor ritmo en los patentamientos se registraron en octubre, en un contexto atravesado por las elecciones legislativas y una suba del dólar que introdujo cautela en el consumo durable. Superado ese escenario, el mercado esperaba un rebote hacia el último tramo del año, impulsado por promociones, lanzamientos y una mayor estabilidad cambiaria. Sin embargo, ese repunte no terminó de consolidarse.
Según referentes del sector, el principal factor que hoy explica la pausa es la postergación del tratamiento de la Reforma Laboral en el Congreso, prevista recién para febrero. Dentro de ese paquete de iniciativas se incluye un punto clave para la industria automotriz: la eventual eliminación del impuesto interno que grava a los vehículos de mayor valor. Al dilatarse la discusión, el tributo seguirá vigente durante los próximos meses, lo que introduce incertidumbre y frena decisiones de compra, especialmente en los segmentos más altos del mercado.
El impuesto interno es una de las variables más sensibles para la comercialización. Hace un año se eliminó la primera escala, que alcanzaba a modelos de gama media, lo que permitió normalizar precios en ese segmento y ampliar la oferta. Sin embargo, la segunda escala continúa afectando a los vehículos con precios que parten desde los $103.000.000, una franja que ya no incluye solo autos de lujo, sino también versiones tope de gama de marcas masivas.
El impacto del gravamen es significativo. Aunque la alícuota formal es del 25%, el efecto final en el precio ronda el 18%, llevando el valor de estos modelos a cifras cercanas a los $130.000.000. En un mercado todavía sensible al precio y al financiamiento, esa diferencia resulta determinante para muchos compradores, que optan por postergar la operación a la espera de una definición política.
Para contrarrestar ese efecto, algunas marcas adoptaron estrategias comerciales poco habituales. Fabricantes de alta gama comunicaron a sus clientes que, en caso de concretarse la eliminación del impuesto, se les devolverá el monto abonado en concepto del tributo. El objetivo es claro: evitar que la demanda se congele. Sin embargo, en los hechos, la incertidumbre pesa más que las promesas comerciales y el parate ya se percibe en los salones de venta.
El efecto del impuesto no se limita al segmento alcanzado directamente. También genera un “derrame” sobre otros modelos, ya que algunas marcas aprovechan el contexto para ajustar precios y preservar la brecha entre categorías. A la inversa, en el sector sostienen que si el gravamen finalmente se elimina, la baja en los valores más altos obligará a una corrección generalizada para evitar que los distintos segmentos queden demasiado cerca entre sí.
A esta incertidumbre se suma un factor estacional. El cierre del año suele ser un período de menor actividad, con consumidores que postergan decisiones para el inicio del siguiente ejercicio, ya sea por razones impositivas, por cambios de listas o por expectativas de nuevos modelos. En ese marco, la falta de definiciones amplifica un freno que, de otro modo, podría haber sido transitorio.
El impuesto interno tiene una larga historia en la Argentina. Si bien existe desde 1979, fue en 2013 cuando se amplió de manera significativa su alcance, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, con Axel Kicillof al frente del Ministerio de Economía. Aquella modificación terminó afectando incluso a modelos de producción nacional y dejó una huella profunda en la estructura de precios del mercado automotor.
Desde entonces, hubo distintos intentos de modificar o aliviar el tributo, pero nunca se logró eliminarlo por completo. Su permanencia lo convirtió en un factor recurrente de distorsión, que aparece y reaparece en cada ciclo de recuperación del sector. Hoy, nuevamente, el mercado queda a la espera de una definición que, más allá del resultado, resulta clave para despejar la incertidumbre y reactivar las decisiones de compra.