Mientras la Casa Rosada patea pagos a las generadoras, ya se habla de apagones en verano

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Cada año la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) elabora informes de demanda con la intención de describir tanto el comportamiento pasado y presente de los usuarios (hogares, comercios e industrias), como de eventuales inconvenientes o fortalezas a futuro.
A mediados de junio, esa organización (una empresa de gestión privada con propósito público) hizo lo habitual: produjo un papper oficial de carácter técnico que llega a todos los actores del sector y que, de acuerdo con lo que ha trascendido, muestra lo que no debería causar sorpresas en la Argentina: el panorama en materia de infraestructura, año tras año, es peor.

 
El país sufre una grave desinversión en materia de generación y transporte, que pone en riesgo el abastecimiento de energía durante los picos de la demanda, por ejemplo, debido al calor. No es una novedad.

Se trata de una falencia en los dos primeros eslabones o subsectores de la cadena de producción y transporte del sector eléctrico. En otras palabras, de los problemas que trata el informe de Cammesa sobre posibles apagones en verano son ajenas las empresas distribuidoras de energía (como la Epe).
Las previsiones y advertencias de Cammesa, como de otros estudios privados y públicos sobre el sistema eléctrico, se apoyan en lo que ha ocurrido con el consumo de energía eléctrica década tras década tras la salida de la convertibilidad con la que fue diseñado el sistema.
En esos informes se muestra el panorama presente (1), y se proyecta lo que puede suceder en lo que queda de 2024 y durante el verano de 2025. Quien busque con atención en páginas de internet especializadas puede encontrar textos de universidades, consultorías y organizaciones de segundo grado que citan los mencionados informes oficiales periódicos de Cammesa, más o menos en forma contemporánea a su aparición.

Esta vez, esa divulgación en los medios y redes sociales ha sucedido un mes después, en un contexto que merece más comentarios. En estas dos primeras semanas de julio y las dos últimas de junio se confirmó que el ministerio de Economía de la Nación decidió unilateralmente postergar el pago de enormes montos que el Estado Nacional le debe a las empresas generadoras de energía eléctrica.
Se trata de pagos por megavatios que los argentinos ya han consumido. Y además, que la Casa Rosada decidió dar de baja una licitación pública que había comenzado el gobierno anterior por 4.000 millones de dólares para producir con nuevas usinas térmicas unos 3.340 megavatios más. Ambos hechos perjudican al sector que provee de kilovatios al mercado mayorista eléctrico.

En números
La cifra de la licitación abortada es casi coincidente con lo que los técnicos de Cammesa temen que puedan faltar el próximo verano si se suceden olas de calor sin pausas, si falla algún abastecimiento desde el exterior por redes o si se cae la generación hidroeléctrica o se producen fallas en la térmica: se necesita contar con unos 3.000 megavatios extra.

En rigor, no es casualidad que un país haga previsiones y licite, compre, contrate o se asegure la energía que se sabe puede necesitar si el clima no colabora y la demanda se dispara. Y tampoco que organismos técnicos adviertan que esos tres mil MW/h a importar o producir en el país son imprescindibles para no tener sobresaltos.
Lo curioso es que las advertencias de los especialistas de Cammesa hechas en junio hayan surgido un mes después justamente cuando el ministro Caputo ha forzado a las empresas del sector generador térmico (asociado a los combustibles hidrocarburíferos) a ir a la cola para cobrar. La "reestructuración" de la deuda del Estado Nacional implica para esos acreedores resignar derechos por 1.200 millones de dólares, a cambio de bonos de largo plazo con una quita unilateral del 50%. Casi al unísono, el sector ha advertido: puede haber apagones en verano.
(1) Este invierno el factor crítico en energía es el faltante de gas por problemas de transporte. El actual gobierno nacional pudo evitarlo antes de la llegada del frío, pero decidió no completar el gasoducto Néstor Kirchner al que le resta una obra considerablemente menor que la infraestructura ya lista para aprovechar el yacimiento de Vaca Muerta. Al hacer caer la licitación (luego llevó adelante una nueva) y fallar la importación por falta da pagos a Petrobras hubo un inédito corte de gas a industrias y comercios con contratos ininterrumpibles. La obra finalmente estará lista para los meses fríos de 2025.

CON INFORMACION DE EL LITORAL.

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