La primavera financiera de Javier Milei y Toto Caputo esconde mil preguntas para el año electoral

OPINIÓN Marcelo Falak*
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El primer día de operatoria plena tras la baja de las tasas de interés en Estados Unidos confirmó la esperable extensión del buen momento financiero, con otra racha de subas de los bonos de deuda, las acciones y el peso. La tendencia coincidió con un par de noticias que afirman a Javier Milei y a Toto Caputo en la idea que su plan económico va bien: el mantenimiento, al cierre de agosto, de los superávits gemelos, fiscal y comercial.

Sin embargo, la situación de fondo sigue siendo delicada tanto en la economía real como en la financiera y le impone al Gobierno el desafío de atravesar todo un año difícil que corone, con una buena elección legislativa, un sendero de gobernabilidad.

En eso se juega que la ultraderecha se convierta en un factor de poder duradero en la Argentina.

Un dato especialmente festejado en el oficialismo fue la nueva reducción del riesgo país, contracara de la mejora de las cotizaciones de los bonos. Este finalizó justo un escalón antes de perforar a la baja la barrera de los 1.300 puntos básicos.

La mejora de los títulos públicos comenzó hace un mes y medio, y se extiende ahora por la decisión de la Reserva Federal de recoger el barrilete de las tasas altas con las que buscó controlar la inflación. Si los Bonos del Tesoro estadounidense rinden menos, crece el apetito de los inversores por opciones financieras más rentables y, por ende, más riesgosas, lo revierte el flujo de los fondos de inversión hacia los mercados emergentes e incluso, en una proporción menor, hacia mercados de frontera como el de nuestro país.

Si en vez de salir, esos capitales entran, es natural que el peso se fortalezca o, lo que es lo mismo, que bajen los dólares paralelos. Como a eso se suma la intervención para reducir la brecha con el oficial y así acercar el momento –por ahora incierto– de desarme del cepo, no sorprende que los tipos de cambio negociados en bolsa ya coticen en torno a los 1.200 pesos, umbral al que también se acerca el blue.

Las preguntas del modelo de Javier Milei

Volvamos sobre el riesgo país. Este indica la sobretasa que cada Estado debería asumir para tomar deuda, adicional al rendimiento de los Bonos del Tesoro estadounidense, considerados riesgo cero.

Los mencionados 1.300 puntos básicos equivalen a 13 puntos porcentuales, los que sumados a los cuatro y pico de los Treasuries indicarían que Argentina sólo podría salir al mercado pagando 18% anual en dólares. Eso es demasiado y mantiene cerrada tal posibilidad, algo que cambiaría, como mínimo, con un riesgo soberano de 700 u 800 puntos. Para eso todavía falta mucho, pero el Gobierno se entusiasma con que el hilo no se corte.

Un elemento fundamental para lograr el retorno al mercado voluntario será que el Banco Central demuestre, mediante el fortalecimiento de sus reservas, que dispondrá de los dólares necesarios para pagar los vencimientos venideros, no sólo los de enero –que ya están asegurados–, sino también los de julio y los que seguirán en un camino siempre ascendente. Esta es todavía una cuenta pendiente.

Otra vez, la foto da mejor que la película. Con el viento de cola de la buena racha financiera, la autoridad monetaria se hizo este jueves con 34 millones de dólares, con lo que acumuló 150 millones en las últimas cuatro ruedas. Sin embargo, las reservas netas siguen en terreno fuertemente negativo.

Es el síndrome de la manta corta: para achicar la brecha, el Banco Central quema en el mercado los dólares que traen los exportadores, lo que limita seriamente el objetivo de sumar reservas y profundiza un atraso cambiario que podría terminar del modo conocido en el país.

La economía real

Lo financiero dirimirá su suerte en última instancia en lo que ocurra en la economía real. Por eso persiste la inquietud.

El rebote de varios rubros de actividad de julio, muy celebrado por el Gobierno como prueba de la existencia de brotes verdes y del fin cercano de la recesión, se hizo más controvertido el mes pasado. Sobre todo por un indicador clave: más datos privados confirman que el consumo masivo volvió a desplomarse a un ritmo cercano al 17% interanual.

Estrechamente vinculado a lo anterior, el mercado laboral entregó otro indicio de preocupación: el desempleo se elevó en el segundo trimestre al 7,6% de la población activa.

El vaso medio vacío indica que un año antes ese índice era de 6,4% y que a junio 1,7 millones de argentinos se encontraban sin trabajo; el medio lleno, que se redujo desde el 7,7% del primer trimestre. De acuerdo con la consultora LCG, "la tasa de desocupación estaría llegando a un techo", lo peor de la recesión ya pasó y hasta se puede esperar una cierta recomposición de los salarios.

Esa será una de las pruebas de fuego de la desinflación, es decir si esta se sostendría en un contexto de normalización de la actividad y de recuperación de los ingresos populares.

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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