Maximiliano Pullaro y Unidos se llevaron una doble victoria el jueves. No sólo se aprobó la reforma judicial que aumenta a siete las sillas de la Corte Suprema y acelera la renovación del máximo tribunal. Con la ayuda de Omar Perotti y la centroizquierda, el oficialismo juntó 34 votos en Diputados. No es cualquier cifra. Es el número mágico: los dos tercios que necesita para encarar la reforma constitucional. La pileta tiene agua.
Después de aprobar la discutida reforma previsional sólo con los votos de la coalición que integran la UCR, el PS, el PRO y otros partidos, la reforma judicial era un estudio topográfico del terreno en que debe construirse la reforma más delicada.
Era un test tanto de la flexibilidad de la alianza como de la voluntad cooperativa de al menos un sector de la oposición. “Fue un paso en concreto, no es un salto. Hay lecciones aprendidas en el proceso”, dice un operador senior de Unidos en la Legislatura.
Unidos abrió el proyecto impulsado por el socialismo y recogió propuestas de otros espacios. Sumó al Frente Amplio por la Soberanía, interesado en una reforma progresiva de la Justicia, y al perottismo, que representa una tribu más en la mesa grande del peronismo pero es la que cuenta con la mayor cantidad de votos en la Legislatura.
Con la ley aprobada, se abre un nuevo capítulo en la compleja relación entre el gobierno y la Corte Suprema. Para la Casa Gris, la renovación es irreversible.
“Los que están se empiezan a despedir”, dice un hombre de la mesa chica de Pullaro.
Los caminos para renovar la Corte Suprema
En la Legislatura creen que más allá del debate sobre la retroactividad de la ley, la norma debilita las posiciones duras. No hay margen, entienden, para un decreto de cese unilateral, pero tampoco para atrincherarse y resistir.
“Ahora la pelota la tienen los cortesanos. Tienen que definir si están arriba, al costado o por debajo de la ley”, dice una espada de Unidos.
El presidente de la Corte, Rafael Gutiérrez, dejó la puerta abierta a una salida, que generaría seguramente un efecto dominó en el tribunal.
En los últimos días circularon los nombres del presidente del bloque de Unidos en Diputados, Pablo Farías, el fiscal de Estado de la gestión Perotti, Rubén Weder, e incluso el intendente Pablo Javkin para cubrir las vacantes. Sin embargo, tanto en el gobierno como en la Legislatura juran que no hay candidatos.
“Es el gobernador el que tiene que definir qué priorizar y qué perfiles. Lo peor que podemos hacer es revolear nombres”, plantea un diputado de peso.
En el Ejecutivo aseguran que el proceso será impecable. Con candidatos nombrados por consenso, que deberán atravesar un proceso de audiencias públicas y que tendrán que mostrar solvencia técnica y antecedentes intachables. “No va a ser a dedo”, prometen.
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La larga guerra de desgaste con la Corte, que el gobierno ve como un frente de su cruzada modernizadora y anticasta, y el tan discutido proceso de nombramiento de los integrantes de la Cámara de Ejecución Penal, pusieron por momentos al oficialismo a la defensiva y tuvo que explicar que no quiere colonizar la Justicia.
El mismo método
En el fondo, la discusión es por la calidad institucional del legado de un gobernador que llegó con más de un millón de votos, con un oficialismo que controla la Legislatura y recibió de la sociedad un mandato de cambio. Si el nuevo orden pullarista favorece y reproduce los intereses de una alianza o un grupo político particular, o bien trasciende a sus fundadores.
Para despejar el fantasma de la hegemonía, en Unidos quieren replicar con la Carta Magna el mismo método que les funcionó con la reforma judicial. Saben que la Legislatura no se convertirá en una sastrería. La oposición no va a convalidar una reforma a la medida del oficialismo o del propio Pullaro.
Para que se materialice la reforma, la clave es generar un proceso que a todos les sirva para construir relato y capital político. Aunque después compitan en la elección de constituyentes y se planten en veredas opuestas en la propia convención.
El cálculo de Perotti
Por ejemplo, a Perotti podría interesarle ser protagonista en un trámite de este tipo. Por sus beneficios en otras mesas de negociación, como las designaciones en la Corte. Pero también para reforzar su propio perfil.
En plena reformulación de liderazgos en el PJ santafesino, donde también quiere tallar Marcelo Lewandowski, más allá del costo de colaborar con el oficialismo al rafaelino podría servirle mostrarse como un peronista constructivo, alejado de las posiciones más dogmáticas y que aporta a un proceso de cambio institucional.
En otros campamentos peronistas son menos contemplativos con los movimientos de Perotti. “Omar ya se entregó, fue un error gigante que él haya sido el candidato en 2019”, dice un dirigente de una orga nacional. En otro espacio ven la jugada del exgobernador como parte de un movimiento de salida del PJ. “Hay muchas fuerzas centrífugas”, observa un dirigente.
En ese panorama de fragmentación y desconfianzas cruzadas en el principal espacio opositor, el 30 de noviembre, el último día de sesiones ordinarias, funciona como un cierre de listas. La fecha que todos tienen en mente, y en la que finalmente se aflojan las posiciones y se llega a una síntesis, más o menos ventajosa o perjudicial para los distintos interesados.
De todos modos, en el oficialismo consideran que si se llega a ese punto sin ley de necesidad de la reforma Pullaro habilitará el tema en extraordinarias. “El gobernador no sólo está a favor sino que cree que es el momento. No estaríamos avanzando si él no lo creyera, él es quien conduce el proceso político”, resalta un armador de Unidos, que cree que cuando llegue la hora de pulsar el botón en el recinto la coalición reformista superará holgadamente el piso de 34 votos en Diputados.
Relatos en pugna
En ese marco, Amalia Granata busca pararse como la oposición hardcore a Pullaro. La diputada tiene una competitividad electoral probada, alerta con la “formoseñización” de Santa Fe y toca la fibra de la antipolítica. Un discurso que puede permear en las distintas napas de la sociedad y puede complicarle el trámite a Unidos.
En ese duelo de encuadres, el oficialismo basará su narrativa en la consolidación de los cambios en seguridad, educación y equilibrio fiscal. “Si se instala que la reforma es de la política va a generar enojo, pero si se la vincula a temas que la sociedad considera valiosos va a tener consenso”, evalúan en el laboratorio de Pullaro.
Aunque el andarivel de quienes harán campaña contra la reelección de Pullaro probablemente esté congestionado, al tratarse de una elección legislativa el voto tenderá a dispersarse.
Es difícil que Unidos consiga la mayoría de la asamblea. En caso de garantizarse la mitad más uno de los constituyentes, Pullaro y sus socios estarán obligados a tejer coaliciones tema por tema, donde los aliados en una cuestión pueden ser adversarios en otras.
En Unidos reconocen que es un escenario de riesgo. Y que resulta muy difícil pronosticar el humor social y electoral el año que viene. Al mismo tiempo, en la conducción de la alianza juega el factor generacional. El incentivo de ser ellos y ellas quienes lograron lo que otros no pudieron. Incluso sus propios mentores, como Hermes Binner o Miguel Lifschitz.
El crimen de Pillín
Con todo, el gobierno cerró con otro triunfo legislativo una semana que arrancó marcada por el asesinato de Andrés Pillín Bracamonte. La emboscada que terminó con la vida de quien era el jefe de la barra de Central volvió a asociar a Rosario a la violencia, instaló el temor de un caso Pájaro Cantero II y alimentó el miedo a un rebrote de los homicidios. Un desafío tanto a los gobiernos y la Justicia como a la narrativa del oficialismo.
“Los que decían era como el Pájaro o son oportunistas o están fuera de la realidad. En ese momento el Estado estaba desarticulado, Nación y provincia competían para echarse culpas. Hoy coordinamos y el MPA está espalda con espalda con el gobierno”, dicen desde la Casa Gris.
Así como la baja de la inflación alimenta la legitimidad de ejercicio de Milei, la reducción de la violencia es uno de los pilares del apoyo a Pullaro. En ese plebiscito diario tiene que juntar los ladrillos para construir una arquitectura que se mantenga por décadas.
Con información de La Capital