Le da una mano a su propio ladrón
Conocé la historia. Se trata de la Fundación Los Espartanos, un equipo de rugby que tiene como objetivo resocializar y contener a los jóvenes presos.
Javier es delincuente, tiene 18 años y está alojado en el penal de San Martín, en Buenos Aires. Tomás Beccar Varela es un rugbier de 18 años que ahora ayuda a cambiar la vida del delincuente que asaltó a su familia.
La historia conmueve y se viraliza en redes.
Tomás quedó impactado por el robo y en vez de pedir mano dura, el chico de 18 años se comprometió a ayudar al delincuente que entró a robar a su casa para que pueda cambiar su vida a través del deporte.
Tomás, viene de una familia tradicional de la zona norte, y juega al rugby en el SIC. Por eso, hace un mes contactó con uno de sus entrenadores, que sabía que estaba haciendo una movida solidaria en una cárcel de San Martín.
Se trata de la Fundación Los Espartanos, un equipo de rugby que tiene como objetivo resocializar y contener a los jóvenes presos a través del rugby. Como entrenan todos los martes, Tomás se acercó al penal y jugó en el mismo equipo que el delincuente que robó en su casa. Hasta se tomaron una foto juntos.
El caso
Horacio Beccar Varela, padre de Tomás, fue noticia hace dos meses, luego de haber sido baleado y esposado por la policía, que lo confundió con un delincuente. Estuvo internado más de un mes y todavía se recupera de la lesión que le provocó el disparo en el fémur. Su hijo, Tomás, es quien ahora lleva adelante esta movida para resocializar al ladrón que los asaltó.
Por qué lo hizo
El joven, que trabaja en un estudio de abogados, explicó que lo hizo porque "después de tanta bronca que me generó en su momento el hecho, quise sacar algo bueno de todo lo malo que pasó. Si podemos ayudarlo, tapa todo lo anterior”.
“No tengo idea cuánto tiempo va a estar detenido, pero ojalá que el tiempo que esté le sirva haber participado de Los Espartanos, porque realmente lo va a ayudar”, dijo. “Los resultados que surgen desde que está el equipo en el penal, lo demuestran ya que los chicos no vuelven a delinquir”, destacó.
Una vida durísima
Javier estuvo detenido en un instituto de menores. Su mamá falleció hace algunos años, su hermano está preso y su papá los abandonó. La única visita que recibió en este tiempo, fue la del entrenador que lo invitó a formar parte del equipo Los Espartanos. “Tuvo una vida muy dura, espero que pueda salir”, pide Tomás, quien asegura que a partir de ahora colaborará con la Fundación para ayudar a otros presos.
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