OPINIÓN Marcelo Falak*

Universidades: Javier Milei enfrenta a un nuevo gigante invertebrado

El conflicto desatado por el ahogo financiero que el Gobierno les impone las universidades nacionales y a docentes y no docentes se agrava con nuevas protestas, asambleas y tomas en todo el país, incluso en facultades que nunca habían registrado una actividad militante de semejante magnitud.

A la respuesta del estudiantado y ante el dolce far niente de la CGT, la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) sumó la decisión de realizar este jueves un paro universitario y uno nacional de 36 horas de todo el sector a partir del mediodía del martes 29. ¿Hasta dónde llegará la escalada, cuyo potencial hace pensar a los más atrevidos en una segunda "125" acaso sin recuperación?

John William Cooke decía que el peronismo era "un gigante invertebrado". Por motivos seguramente diferentes, la expresión podría aplicarse al vasto movimiento de protesta estudiantil y docente que hoy enfrenta a Javier Milei.

El estudiantado está compuesto por sectores políticos muy diversos, así como por un tronco acaso mayoritario de independientes o no encuadrados. En tanto, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que nuclea a las autoridades de 70 casas de altos estudios, se encuentra dividido en dos grupos, uno peronista y otro filorradical, que pueden encontrar "unidad en la acción", pero difícilmente coincidencias de largo aliento.

¿Cómo podría seguir, en esas condiciones, la pulseada con el gobierno de ultraderecha, cuyo objetivo final –claramente sugerido, aunque negado de boquilla– sería la provincialización sin recursos de las universidades y un consiguiente e inevitable arancelamiento?

Universidades, una historia en progreso

Mucho no debería preocuparle al presidente anarcocapitalista-minarquista que las facultades estén en pie de guerra. Al contrario, su permanente apelación al caos como forma de disciplinamiento no sufriría por las alteraciones que podrían sufrir las cursadas. Eso, además, tributaría a sus propósitos de definirlas como ingobernables y de aplicar el "principio de revelación" a quienes ya define como conspiradores que intentan desestabilizarlo. Desestabilizadores –advirtió recientemente en un reposteo de X constitutivo de la apología del delito y olímpicamente ignorado por sus amigos "republicanos"– que quedan avisados de no llorar en el futuro "derechos humanos y lesa humanidad".

Sin embargo, es curioso que una administración que se caracteriza más por jugar al pelotazo que por el tiki-tiki no imagine qué puede pasar en la segunda pelota. El conflicto universitario es desgastante para sus propios protagonistas, pero activa a una militancia que hasta el momento venía funcionando más a gas que a nafta.

Más importante todavía, no moviliza solamente a los "zurdos" que desde hace años Milei jura aplastar, sino que produce en su contra una amplia alianza social, compuesta por cientos de miles de familias en todo el país, no solamente, pero en buena medida de clase media, las que se angustian por el modo en que el poder les escamotea el futuro a sus hijos.

No por nada el Gobierno delega en la Policía de la Ciudad de Buenos Aires y en las de las provincias afectadas por el conflicto la tarea de impedir los cortes de calle que generan las clases públicas de protesta. Patricia Bullrich Luro Pueyrredón sabe que garpa más reprimir a piqueteros pobres que a personas con llegada potente a los principales medios de comunicación.

Nuevamente: ¿cómo sigue la crisis? Imposible determinarlo hoy. La historia, más contingente que lo que nos gusta pensar, está en pleno desarrollo.

Un caramelo envenenado

Milei jura que "vamos a resistir todo lo que haya que resistir" para derrotar a los rectores "delincuentes". En paralelo, mandó al procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, a dictaminar que desde ahora sea la Sindicatura General de la Nación (SGN) la encargada de auditar a las universidades nacionales. Esto implicaría el involucramiento del Poder Ejecutivo en esas tareas, que hasta ahora estaban a cargo de la Auditoría General de la Nación (AGN), integrada por el Congreso.

Se trata de un caramelo envenenado que busca acorralar a las autoridades universitarias ante el dilema de aceptar la lupa del gobierno que quiere barrerlas o pagar el costo de resistir ese escrutinio sesgado.

Indicios de inquietud

Con todo, el Presidente sabe que no tiene la sartén por el mango. No por nada acudió este martes temprano a un estudio de televisión en su segundo hogar para asegurar que "la universidad va a seguir siendo pública y no arancelada".

Algo falla –desde hace tiempo y cada vez más notoriamente– en la narrativa oficial, crecientemente descalzada de la realidad. Asegurar la gratuidad de la educación superior no se compadece con otros dichos del jefe de Estado ni con la catarata de posteos encargados a sus funcionarios acerca del presunto carácter prorrico de las universidades, argumento ampliamente ridiculizado por los datos duros y la propia percepción social.

¿En qué quedamos? ¿La educación superior es una jactancia para ricos sostenida por los pobres o no? ¿El problema pasa porque es un "obstáculo para la movilidad social" o por los "curros"?

 

 

* Para www.letrap.com.ar