El giro a la izquierda de Uruguay puede ser una señal de alerta para la política argentina (y no sólo para Milei)
De Cristina Kirchner y Axel Kicillof, por el peronismo, a la UCR, y Mauricio Macri, por el PRO. La victoria en el balotaje de Uruguay de Yamandú Orsi, del Frente Amplio, tuvo una inmediata bienvenida entre la política tradicional de la Argentina. También hubo una felicitación de parte del Gobierno, mediante un lacónico comunicado de cuatro líneas, que recibió un reposteo del presidente Javier Milei.
¿Este resultado representó un giro a la izquierda del país más estable de América Latina o la confirmación de que los oficialismos terminan derrotados en tiempos de insatisfacción democrática? ¿Qué lecciones puede tener para la política argentina lo que ocurrió en el balotaje uruguayo?
El analista y director de la encuestadora Opina Argentina brindó su mirada sobre el resultado de las elecciones uruguayas, la victoria de Orsi y la derrota de Álvaro Delgado, el candidato apoyado por el presidente Luis Lacalle Pou, que hasta esta la noche del domingo 24 de noviembre se lo reconocía como uno de los líderes con mejor imagen de la región.
El experto recordó que en su último número la prestigiosa revista The Economist había planteado como uno de los diez desafíos que enfrentaba el mundo la confirmación o no de que los líderes que lograron vencer a los oficialismos en sus países y llegaron a ser gobierno iban a poder cumplir las promesas realizadas a la población. “Lo que registra ese informe es que los oficialismos pierden, más allá del color político de los que llegan”, explicó como primer gran dato de los resultados que se vieron anoche en Uruguay.
“No es que pierde la izquierda o que gana la derecha. El resultado no tiene una explicación exclusiva vinculada a una cuestión ideológica o a la existencia de un corrimiento del mundo de un lugar hacia otro. Lo que domina el escenario es más bien la insatisfacción de la población con el estado actual de cosas. Este fenómeno genera que ningún proceso político se extienda como se extendían antes”, consideró Nejamkis.
Lo cierto es que la victoria del Frente Amplio, con un candidato apoyado de manera personal por el ex tupamaro y ex mandatario José Mujica, suma otro país a la larga lista de gobiernos de izquierda o progresistas. Líderes que participaron o se identifican con los postulados del viejo Foro de San Pablo o del remozado Grupo de Puebla, un ecosistema ideológico al que Milei le tiene una aversión en toda regla.
En esa lista sobresalen los “moderados” Claudia Sheinbaum (México), Lula Da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia), Gabriel Boric (Chile), Luis Arce (Bolivia). En Sudamérica, Milei apenas comparte espectro ideológico con Santiago Peña (Paraguay) y sintoniza con otra “estrella” en el firmamento de la nueva derecha que representa Nayib Bukele (El Salvador), en Centroamérica.
El director de Opina Argentina subrayó que, como ocurre habitualmente, el balotaje se definió por poca diferencia, aunque la victoria de Orsi doblegó con la potencia de los votos “la fantasía del modelo exitoso de Lacalle Pou” y puso de relieve que “la estabilidad uruguaya no está relacionada” con quién es el presidente de turno, sino con un sistema de partidos que termina siendo más importante que los liderazgos disruptivos o los personalismos.
“No creo que los empresarios argentinos que se fueron a Uruguay vuelvan porque cambia el signo de color político, porque va a gobernar la izquierda. El atractivo de Uruguay tiene que ver con la estabilidad del país y no con el color político del que está gobernando. Gobierne la izquierda o gobierne la derecha, es indistinto. Había cierta fantasía con el gobierno que estaba haciendo Lacalle, pero esa idea no se confirmó en los votantes uruguayos”, consideró.
Si bien Nejamkis resaltó que lo ocurrido en Uruguay no tiene una traducción en la política argentina, “sí puede ser un alerta sobre la duración de los ciclos políticos en el mundo”. “Esto también es válido para Argentina. ¿Cuánto duran los ciclos políticos? Si pensamos en lo que pasó en la Argentina el último tiempo, ningún oficialismo pudo confirmarse en el poder: desde que perdió el peronismo con Cristina y Scioli, a lo que pasó con Mauricio Macri, y después con Alberto Fernández”. Una larga secuencia de derrotas de oficialismos desde el 2015 hasta 2024.
Para el analista político, es lógico que el peronismo o el sector mayoritario del radicalismo sientan ese triunfo como propio. “Lo hizo Milei también con Donald Trump. Son familias políticas que se reconocen y tratan de hacer una lectura internacional sobre los triunfos locales”, manifestó.
“No veo una ola de gobiernos de izquierda o de centroizquierda. Hay una diferencia entre lo que pasa ahora y lo que se vivió con la ola de principios de los años 2000: eran gobiernos y procesos que se sostenían mucho tiempo en el poder. Lula, los Kirchner, el Frente Amplio uruguayo, el socialismo chileno o Correa en Ecuador o en Chile la Concertación gobernaron por entre 8 y 15 años”, afirmó el director de Opina Argentina.
Y reiteró su mirada sobre lo que viene ocurriendo en las elecciones en las Américas, incluso con Trump en Estados Unidos: “Hay una crisis general de la democracia que no satisface a una parte de la población y la gente los cambia más rápidamente de lo que acostumbraba antes. Hace una década, el oficialismo gobernaba cuatro años y reelegía. El único que lo pudo hacer, hasta ahora, es México. Si hay una ola, más que ideológica, es una ola de insatisfacción democrática”.
“Esa frustración también puede explicar que la gente apoye gobiernos con liderazgos más radicalizados. Uruguay es una anomalía porque tiene partidos muy estables y la gente elige más partidos que liderazgos. Es un fenómeno que se da también en España, que aparece un emergente como Vox, pero el socialismo del PSOE o el Partido Popular terminan siendo las opciones mayoritarias”, concluyó Facundo Nejamkis.
Fuente: Infobae