No es casualidad que se considere de los pueblos más bonitos de Italia, con un panorama impresionante, gracias a sus más de 500 metros de altitud. Para completar el cuadro, se añaden los tesoros históricos y artísticos, incluidos el castillo y los monumentos medievales.
Si planeas una estancia en esta zona, lleva calzado cómodo y varias capas de ropa.
Castelmola es una pequeña joya de la provincia de Mesina. Su nombre procede de la antigua fortaleza normanda que es su símbolo y de la que hoy quedan pocas pero fascinantes ruinas. Desde aquí el panorama abarca el Etna, la bahía de Giardini Naxos y el tramo de costa hacia el sur.
El recorrido ideal puede partir del centro histórico, quizás en compañía de un guía local que pueda contar mitos, leyendas y curiosidades y recomendar los lugares apropiados para degustar lo mejor de la cocina siciliana.
La planta urbanística original es medieval y está muy bien conservada, dividida entre un laberinto de callejuelas, plazas acogedoras e iglesias históricas.
No puedes dejar de visitar la Piazza Sant'Antonino, con su suelo en mosaico de piedra blanca y piedra de lava y el mirador desde el que contemplar la espléndida Taormina, y también partes de la costa jónica y Calabria.
Antes de seguir adelante, fíjate en el antiguo arco de piedra que era la entrada al pueblo y que ha sido trasladado a este mismo rincón de Castelmola.
La iglesia madre de Castelmola está dedicada a san Nicolás de Bari y da a una hermosa placita, donde podrás detenerte antes de seguir descubriendo los rincones ocultos.
Si, por el contrario, quieres ir al templo religioso más antiguo de la ciudad, el que se fundó tras llegar san Pancracio a Taormina por su misión evangelizadora, dirígete a la iglesia de San Biagio.
Un pueblo fascinante
Historia y arte se funden en un lugar repleto de influencias diferentes, gracias a las numerosas dominaciones. Aquí, a los fundadores griegos les sucedieron los romanos, los árabes y los normandos, entre otros. Para quienes, además del pasado, quieran explorar la belleza del paisaje, hay numerosos senderos y caminos de herradura que recorrer a pie, a caballo o en bicicleta de montaña.
Los amantes de la adrenalina podrán vivir la emoción del parapente y ascender 900 metros por el monte Venus.
Esta terraza natural construida en torno a las ruinas de un castillo normando, se asemeja ahora a la muela del molino, de ahí la parte final del nombre, que es precisamente «mola».
De la construcción solo quedan las paredes que dominan las puertas y ventanas de las casas de piedra locales y coloreadas en tonos suaves que van del amarillo al rosa antiguo.
3 consejos gastronómicos entre lo sagrado y lo profano
En primer lugar, cuando llegues a Castelmola, en la misma plaza de Sant'Antonino, no olvides degustar el vino de almendras en el histórico Antico Caffè San Giorgio. Fundado por los monjes en el 1700, fue utilizado por ellos como taberna y conserva un álbum con las firmas de todos los personajes ilustres que han pasado por estos lares.
El segundo consejo es para los amantes de los ambientes alternativos: en este caso, la dirección adecuada para tomar un café es el Bar Turrisi, que expone falos de madera, barro y cerámica, como signo de buena fortuna y abundancia.
Por último, la última recomendación para deleitarse el paladar es la de Castelmola: no te puedes ir sin probar las almendras garrapiñadas con azúcar, mostaza de higo y, naturalmente, los propios higos chumbos.
Fuente:Italia.It