El único plazo firme en el calendario de la reforma constitucional es tener ley a fin de año

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Aunque la reforma constitucional en Santa Fe avance a paso inexorable, ninguno de los operadores quiere apartarse de la extrema cautela para no generar obstáculos imprevistos que compliquen el proceso. Por eso, ni en el socialismo ni en la UCR se dejan atar a plazos y supeditan los avances al ritmo que impongan los consensos que se vayan alcanzando.

El único que se animó a ponerle tiempos fue Felipe Michlig. En una nota con el portal Rosario3, el presidente de la Unión Cívica Radical auguró que para el 20 de agosto su partido tendría un proyecto de ley que declare la necesidad de la reforma. Sin embargo, otros operadores que intervienen en el proceso desconfían de que esa fecha esté plasmada en papel, pese a que, aseguran, trabajan a toda marcha para cerrarla cuanto antes: Hay un cuarteto de mosqueteros validados en silencio por Maximiliano Pullaro para avanzar el tema.
 
El motivo de la cautela es uno: la cantidad de trabajo. Las luces se las lleva la posibilidad de que el gobernador y su vice puedan ser reelectos, pero hay una batería de reformas en gateras que cuentan con relativo consenso entre los socios de Unidos para Cambiar Santa Fe pero cuya profundidad todavía necesita mucha discusión. ¿Hasta dónde. cómo y para quiénes llegará la autonomía municipal? ¿El ganador de la elección para la cámara baja seguirá llevándose la mayoría y el quorum propio o se va a reparto proporcional? ¿Sobrevivirán las elecciones intermedias? Son algunas de cuestiones espinosas que requieren maduración y podrían retrasar los tiempos del proceso.


Los plazos para la reforma constitucional de Santa Fe
Dado que se pretende hacer votar convencionales junto con las elecciones intermedias del año que viene, hay un deadline que es mayormente aceptado: tiene que haber ley declarativa de necesidad de la reforma antes de fin de año. Por eso, el socialismo y la UCR ya trabajan en sendos proyectos que luego unificarán para presentarles al resto de los partidos de Unidos. Sin embargo, el aviso de Michlig suena más a expresión de deseo: “Lo del 20 de agosto es una expectativa”, reinterpreta de forma diplomática una fuente desde la trastienda de las negociaciones que se cuida de no contradecirlo ni que suene a desautorización.
Llegar a la fecha que verbalizó el presidente de la UCR suena complejo teniendo en cuenta que la comisión de radicales que lidera Santiago Mascheroni recién se reunió por primera vez el último lunes, a tan solo veinte días de la fecha señalada. En el socialismo el grupo que lidera Raúl Lamberto empezó a trabajar hace un tiempo, pero aún no elevó a la conducción partidaria el proyecto que se le encomendó. En el PS calculan que si todo avanza viento en popa, sin obstáculos, podría haber un proyecto consensuado con todo Unidos a fines de septiembre.
“Mirémoslo al revés: ojalá lleguemos al 15 de agosto”, aporta su mirada una voz del socialismo que quiere sacarse de encima los tiempos. Tanto en el radicalismo como en el partido de la rosa -los espacios que marcan el pulso de la reforma-, promueven otro criterio para determinar el plazo: el que sea razonable para alcanzar los consensos. Como en aquella escena de Toy Story 2 en la que el dueño de la jugueteria Al's Toy Barn le pregunta al viejo restaurador de juguetes cuánto tardará en arreglar el brazo del vaquero Woody. “Lo que tenga que tardar”, responde el anciano.

El único que se animó a ponerle tiempos fue Felipe Michlig. En una nota con el portal Rosario3, el presidente de la Unión Cívica Radical auguró que para el 20 de agosto su partido tendría un proyecto de ley que declare la necesidad de la reforma. Sin embargo, otros operadores que intervienen en el proceso desconfían de que esa fecha esté plasmada en papel, pese a que, aseguran, trabajan a toda marcha para cerrarla cuanto antes: Hay un cuarteto de mosqueteros validados en silencio por Maximiliano Pullaro para avanzar el tema.
 
El motivo de la cautela es uno: la cantidad de trabajo. Las luces se las lleva la posibilidad de que el gobernador y su vice puedan ser reelectos, pero hay una batería de reformas en gateras que cuentan con relativo consenso entre los socios de Unidos para Cambiar Santa Fe pero cuya profundidad todavía necesita mucha discusión. ¿Hasta dónde. cómo y para quiénes llegará la autonomía municipal? ¿El ganador de la elección para la cámara baja seguirá llevándose la mayoría y el quorum propio o se va a reparto proporcional? ¿Sobrevivirán las elecciones intermedias? Son algunas de cuestiones espinosas que requieren maduración y podrían retrasar los tiempos del proceso.


Los plazos para la reforma constitucional de Santa Fe
Dado que se pretende hacer votar convencionales junto con las elecciones intermedias del año que viene, hay un deadline que es mayormente aceptado: tiene que haber ley declarativa de necesidad de la reforma antes de fin de año. Por eso, el socialismo y la UCR ya trabajan en sendos proyectos que luego unificarán para presentarles al resto de los partidos de Unidos. Sin embargo, el aviso de Michlig suena más a expresión de deseo: “Lo del 20 de agosto es una expectativa”, reinterpreta de forma diplomática una fuente desde la trastienda de las negociaciones que se cuida de no contradecirlo ni que suene a desautorización.
Llegar a la fecha que verbalizó el presidente de la UCR suena complejo teniendo en cuenta que la comisión de radicales que lidera Santiago Mascheroni recién se reunió por primera vez el último lunes, a tan solo veinte días de la fecha señalada. En el socialismo el grupo que lidera Raúl Lamberto empezó a trabajar hace un tiempo, pero aún no elevó a la conducción partidaria el proyecto que se le encomendó. En el PS calculan que si todo avanza viento en popa, sin obstáculos, podría haber un proyecto consensuado con todo Unidos a fines de septiembre.
“Mirémoslo al revés: ojalá lleguemos al 15 de agosto”, aporta su mirada una voz del socialismo que quiere sacarse de encima los tiempos. Tanto en el radicalismo como en el partido de la rosa -los espacios que marcan el pulso de la reforma-, promueven otro criterio para determinar el plazo: el que sea razonable para alcanzar los consensos. Como en aquella escena de Toy Story 2 en la que el dueño de la jugueteria Al's Toy Barn le pregunta al viejo restaurador de juguetes cuánto tardará en arreglar el brazo del vaquero Woody. “Lo que tenga que tardar”, responde el anciano.

Sin embargo, los involucrados reconocen que hay que avanzar “ni bien se pueda” porque “no se puede concentrar la atención pública tanto tiempo”. La celeridad, entienden, es clave para que el proceso no canse a una sociedad en la que el sentimiento que más aflora alrededor de la política es hartazgo. “No hay que darle vueltas demás al tema porque va a parecer que estamos dedicándole más tiempo a eso que a la gestión”, advierte un operador.

Las dos tendencias para la reforma de Santa Fe
El consenso que parece haber sido alcanzado es el de los métodos de la reforma, por lo que habrá un núcleo de coincidencias básicas preacordado por los partidos que tendrán la llave de la Convención Constituyente. De esta manera, la política busca promover esa celeridad que tanto le preocupa y, a su vez, encapsular los temas para que la reforma no tome una magnitud inabarcable alimentada por los incontables reclamos sectoriales.

En Unidos quieren que la idea de una nueva Carta Magna prospere, por esa razón se concentran en “la reforma posible”. “La ambición de hacer una gran reforma tiene que existir, pero no puede ser eso o nada”, razona una fuente de Unidos. En la memoria de quienes tienen más años están vívidos los recuerdos de los intentos anteriores de reforma, que incluyeron grandes audiencias públicas que buscaban contener cada reivindicación sectorial: “Eso le da más legitimidad, pero nunca salió una reforma de esos procesos por los pedidos infinitos que surgieron”.

La clave está, entonces, en encontrar un punto de equilibrio. La decisión de apostar por un acuerdo político existe, la idea de apurar los tiempos para no cansar a la opinión pública también, pero no significa que no habrá lugar para temas que tienen más que ver con la parte dogmática que con la parte orgánica de la Constitución. El sentimiento antipolítica está latente y para no activarlo hay que caminar por esa delgada línea. En Unidos lo resumen: “No podemos permitir que sea vista como una reforma de la política para la política”.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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