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"A papá mono con bananas verdes"

OPINIÓN 22/06/2022 Carlos ZIMERMAN
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Ricardo Lorenzetti, como buen peronista que es desde muy pequeño, tiene una máxima del peronismo que en su caso no se permite apartar ni una coma: "yo te acompaño hasta la puerta del cementerio, pero no entro".

El fallo que ayer dicto la Corte Suprema de Justicia de la Nación resulta contundente a la hora de avizorar la suerte de  la ex presidenta en un futuro no muy lejano. Cristina puede ir presa, tiene muchas posibilidades y quizá ese sea el motivo principal de su embestida por estos días contra el Poder Judicial en general y en especial contra la Corte Suprema.

Esta Corte Suprema vive un momento muy especial internamente y las disputas de los cortesanos quizá son peores que la de los del binomio ejecutivo.

Lorenzetti en esta oportunidad, y pese a tener otra opinión, ya sea por convicción o por conveniencia, no quiso quedar muy expuesto y como un aliado al gobierno pensando en su futuro cercano.

Lorenzetti acompaña hasta la pueta del cementerio, pero no entra, al menos por ahora.

Joaquín Morales Solá lo comenta a la perfección en su columna de Diario La Nación del día de Hoy: "La decisión del tribunal fue elaborada por la nueva mayoría que controla la Corte, integrada por los jueces Horacio Rosatti, Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda. El cuarto juez, Ricardo Lorenzetti, se enteró en la mañana de este martes, cuatro horas antes de que se diera a conocer, del contenido preciso de las resoluciones de los otros tres jueces. Lorenzetti conocía de antemano, sin duda, la decisión final de la mayoría de la Corte, pero no el trazo exacto de sus escritos. Sin embargo, Lorenzetti firmó en el acto, seguramente sin detenerse mucho en su lectura, los argumentos y las resoluciones que habían elaborado los jueces Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda. Una disidencia lo hubiera dejado demasiado cerca del oficialismo".

"En dos de los tres planteos de Cristina Kirchner para frenar el juicio por la obra pública, la Corte señaló que no existe sentencia definitiva. Esa es una larga jurisprudencia del tribunal. Si la Corte interviniera en causas en trámite significaría, salvo que exista una flagrante violación del derecho de las personas a un juicio justo, una subestimación de las instancias inferiores, un desprecio a la opinión de los jueces que trabajan e investigan en estamentos por debajo del máximo tribunal. La resolución era obvia porque la Corte ya se había expedido en el mismo sentido en casos que hurgan en la gestión de Julio de Vido, por ejemplo, entre varios exfuncionarios más. El tercer planteo pretendía que la causa que está en juicio oral se declarara cosa juzgada; es decir, que se aplicara el principio de que nadie puede ser juzgado dos veces por la misma causa. Existe, en efecto, una causa parecida en Santa Cruz, donde familiares, amigos y vecinos de los Kirchner controlan la Justicia, en el que hubo sobreseimientos. Pero resulta que en esa causa no figura el nombre de Cristina Kirchner. La Corte le recordó ayer que para que se aplique el principio de cosa juzgada el nombre de la persona imputada debe estar en las dos causas. Elemental. La exitosa abogada debería volver a la Facultad de Derecho y su exitoso defensor merece tener trabajos menos lucrativos. Para peor, la Corte demolió con un par de párrafos todo el relato del lawfare cuando rechazó uno de los planteos; señaló que nunca se probó que se tratara de una maniobra “política, judicial y mediática” para afectar a Cristina Kirchner. Esa es la definición del lawfare, el escudo discursivo del cristinismo para alejar a su lideresa de las sospechas de corrupción. La Corte no encontró ningún argumento para respaldar que tal ficción es una realidad. El periodista Diego Cabot puede dormir tranquilo, porque ese mismo abogado, Beraldi, defensor de la vicepresidenta y abogado del Presidente, es quien promete en sus desvaríos tuiteros que dejara desnudo y en la calle al periodista por las muchas indemnizaciones que deberá pagar por haber calumniado a sus defendidos.

Para levantar el dedo y amonestar se necesita un requisito previo: tener autoridad moral. Cristina Kirchner la perdió hace rato y la volvió a perder ayer". Sigue diciendo Solá en su nota de opinión de La Nación.

Cristina está acorralada, ella lo percibe y ya ni quien podía ayudarla en algo se juega por ella, quizá nunca se jugó por nadie más que él, pero en esta oportunidad quedó muy expuesto.

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