Pero no, hay que alejar de todo rasgo de inteligencia o de desconcierto la posibilidad con gestos como quien espanta mosquitos de la cabeza. Con todo, el tabú de hierro de la inviabilidad roza la sombra de las pieles delicadas. Qué vamos a hacer. Entre pecho y espalda, por increíble que sea, los líderes en realidad también abren los ojos en momentos de soledad y madrugada por la posibilidad de que el tabú golpee a la puerta.
Pero no puede ser: somos los habitantes de un lugar generoso con la providencia. No embromen. Algo mejor que lo que estamos delante y pasando tiene que haber. Digo, no sé, no quiero molestar.
Esto no es fácil, nadie dice eso. Fíjense que Milei alcanzó solo en las PASO un siete por ciento en la Villa 31 en conjunto, pero si se observa en la franja sub 25 subió a 31%.
Y se producen descomposturas verbales. Es difícil creer en soluciones viables, posibles, alguito, algo. Estamos en tal estado de destrucción, y desgarramiento, que las ideas más abstrusas y aún las más extravagantes y arduas de entender parecen lo más natural del mundo.
Milei juega el partido, por supuesto, mientras lo seguro es que los ricos seguirán ricos y los pobres seguirán pobres. Muchos, muchísimos miserables permanecerán e irán en aumento.
Patricia – somos campechanos al mango: Patricia, Horacio, Javier, Mauricio como los jugadores de fútbol brasileño que prescinden de los apellidos- , se rearma, presenta equipos, transmite experiencia, buen corazón, simpatía, pero. Todo es pero algo, en el revolcón de emociones y confusiones del desastre. Ganó las primarias pero los números tienen que engordar y convencer para el balotaje con alguien.
Grabois, pónganle ustedes, abominó de Massa con furia pública para jurar que jamás votaría a Sergio – somos todos amiguetes- , y votará por el candidato ministro de economía de todos modos. ¿Entonces? ¿Disciplina? ¿Qué?
Massa – 10% de inflación este mes- se tiene fe en sus medidas en formación sobre la hora: gambler avezado y audaz, solito, teje su tela: el libertario, peinado a la Belgrano, parece en varios momentos estar claramente entornado por el peronismo. Se verá . Dependerá de lo que haga.
Y están los gobernadores, los intendentes, los concejeros – si leen “Conurbano salvaje”, el libro de Reymundo Roberts y Daniel Bilotta, la fuerza de la inviabilidad se hace demostración y pesadilla. No para quienes manejan y se quedan con la torta de la plata y de la manija, sí para quienes se ilusionan con el futuro, el cese de la diáspora, comer, trabajar, levantarse incluso en la calle con diarios con un suspiro de alegría brusca, como suele sobrevenir sin aviso. La inmensa provincia reúne a la mayoría de las personas allí, en el Conurbano. El caciquismo es ley, el delito mérito, el narco disciplina en gran medida el paisaje.
Qué hacer con chicos de diez o doce años que ya no es que no saben leer y escribir: ¡No pueden hablar! ¡No saben hablar!
Hay amenazas si se da un resultado “adverso”. El idioma se ha vuelto grosero y vulgar. Los distintos dólares se lanzan cada día a una bicicleta de gran velocidad y nunca pierden.
No importa. Ánimo y fe para cambiar. Quizás podría lograrse un país normal. Hay una que otra señal. Scaloni dijo en rueda de prensa que compró entradas para familiares, amigos, lo que sea, por 900.000 pesos. Ese gesto podría ser un programa posible. Podría callar, acaparar bastantes y venderlas carísimas. Ya lo son, sin contar reventa: 19.000 las más baratas y 100.000 las mejores, a los que se han agregado unas cosas rarísimas llamadas premios con categorías bronce, plata y otro para engrosar la AFA, donde muchos de ellos tendrían que ser interrogados por portación de jetas, no me importa si es justo o no, gentes bienpensantes.
Apartemos el tabú. No podemos formar en silencio el PI, el Partido Inviable.
Todavía respiramos. El aire es gratis.
* Para www.infobae.com