Sordos ruidos en el PRO de Santa Fe

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De manera oficial, la interna del PRO de Santa Fe terminó en mayo pasado, cuando la vicegobernadora Gisela Scaglia logró los acuerdos necesarios para ser consagrada presidenta del partido. Sin embargo, sottovoce, las diferencias persisten y el relegamiento del macrismo en la rosca subterránea por la reforma constitucional y el recambio de la Corte es caldo de cultivo para que asomen nuevamente.

Fue Maximiliano Pullaro el que incluyó al PRO en el pelotón de socios mayoritarios de Unidos para Cambiar Santa Fe. El gobernador reconocía en privado, antes de asumir, que el macrismo no tenía ni la capilaridad territorial del radicalismo ni el ejército de cuadros técnicos del socialismo. La fuerza del PRO, según el hughense, era el sello: cualquiera que jugase por fuera del frente con la marca amarilla podía infringir un grave daño electoral a Unidos. Con sus decisiones, Pullaro fue consecuente con su lectura y le abrió la primera línea del gabinete al PRO, otorgándole un ministerio.
 
Sin embargo, la línea de alta tensión del poder político en Unidos hoy pasa por la discusión de dos reformas, la constitucional y la de la Corte, y en ninguna de ellas el PRO tiene protagonismo. Las razones varían de acuerdo a quién se le pregunte. Mientras los halcones de Federico Angelini apuntan a la vicegobernadora, su gestión de la grieta interna y su cercanía con Pullaro -a la que consideran contraproducente-, los que responden a Scaglia señalan que ese protagonismo se perdió por haberse enfrascado en una lucha fratricida mientras los socios partidarios avanzaban.


Operadores radicales y socialistas dan un motivo más pragmático: el macrismo tiene poco peso legislativo. Solo tres votos en la Legislatura son del PRO, de los cuales uno -el de Ximena Sola- responde a Angelini y los otros dos -Astrid Hummel y Fernanda Castellani- en mayor o menor medida se muestran alineados a la conducción de la vicegobernadora y su alianza con Pullaro. Por esa razón, sostienen, no les corresponde estar en la cocina de las reformas sino en el living, con el resto de los socios de Unidos.
Los planes de Gisela Scaglia
Hay entornistas de la vicegobernadora que reconocen la posición desventajosa, pero avisan que están dispuestos a pelear por un lugar en la rosca privada. El vínculo entre Scaglia y Pullaro, que no ha mostrado fisuras, es clave para lograr el objetivo. Incluso esas mismas fuentes dicen que la galvense ya designó a Lucas Incicco, parlamentario del Mercosur y subsecretario de Seguridad Social, como su operador para esos menesteres.

De lo que están convencidos en el equipo de la presidenta del Senado es que no tolerarán más resistencia interna. La vicegobernadora aún no asumió la titularidad partidaria -tiene tiempo hasta el 20 de octubre- pero ya corren rumores en sus segundas líneas de que podría autorizar una movida similar a la que Mauricio Macri activó contra Patricia Bullrich: dejar sin la presidencia de la Asamblea partidaria a Cristian Cunha, el ceo de los halcones que obtuvo ese lugar para su tribu a modo de premio consuelo en la negociación de principios de año.

Hay operadores de Scaglia que creen que romper todos los puentes con el ala angelinista podría repercutir en la gobernabilidad de Pullaro, un ítem que todos -incluso los halcones- ponen como prioridad. Son los que impulsan una salida más diplomática: que la Asamblea no sea constituida. Sería perpetuar una realidad con la que el PRO convive desde su nacimiento en Santa Fe. En el scaglismo reconocen contactos con los asambleístas adversarios, pero de acuerdo a quien lo cuenta hay versiones contrapuestas sobre quién contacto a quién: nadie quiere quedar como un conspirador.

La apuesta de la tropa de Federico Angelini
“Mirá si estuviésemos juntos con la vice, el desastre que podríamos hacer”, se lamenta un halcón. En el ala dura reconocen que, luego de la resolución de la interna, no son “los que más cotizan en el mercado”, pero apuestan a que Macri llegue a algún tipo de entendimiento con Javier Milei. No porque el expresidente vaya a intervenir en la provincia, sino porque ese acuerdo podría revalorizar el vínculo cercano que tienen con Romina Diez -jefa de La Libertad Avanza en Santa Fe- y les permitiría sentarse con otro talante en la mesa de Unidos.

¿Qué quieren los halcones? Lo mismo de siempre: “Equilibrar Unidos sin romper nada”. Se muestran consustanciados con el gobierno de Pullaro, “orgullosos de ser parte” porque “se labura de lunes a lunes”. Dan fe de estar consustanciados con la coalición y que no forzarán una ruptura: “Los radicales esperaron como sesenta años para ser gobierno, podemos esperar también”. Hay, también, una razón práctica en esa postura acuerdista: la posibilidad de construir un equipo de cuadros técnicos -quizás la mayor debilidad del PRO- y foguearlos en la gestión.

Sin embargo, la tropa de Angelini insiste con la queja por la dinámica frentista, en la cual se sienten algo desplazados. Dicen que el problema es aún peor en algunos departamentos, donde “hay intendentes que conducen y no incluyen”, lo que puede traducirse en problemas a la hora de cerrar listas el año que viene. Citan, como ejemplo, el caso de General López. Por eso, se supo que en la última reunión del frente fue el propio Cunha el que planteó la necesidad de constituir las mesas departamentales de conducción de la coalición. Varios partidos se sumaron al pedido.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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