El país cambió, la gente cambió, alguna provincias cambiaron, muchos dirigentes políticos están cambiando, nada es lo mismo desde hace un año a esta parte, pero Rafaela no cambió nada.
Cuando Leonardo Viotti asumió luego de tantos años de gobierno peronista, muchos nos entusiasmamos con la posibilidad concreta de un cambio. La inseguridad era una de las mayores preocupaciones de los rafaelinos, pero también existían otros factores del quehacer diario que eran verdaderos obstáculos para impedir el crecimiento de una ciudad que tiene todo para ser una de las más importantes del país. Sin embargo nada cambió, quizá podríamos decir sin temor alguno a equivocarnos que todo empeoró.
La Municipalidad sigue siendo la maquina de impedir que le hace la vista gorda a las grandes empresas, pero que le exige en demasía al pequeño comerciante, al que con los pocos ahorros que tiene, en muchos casos producto de alguna indemnización, quiere poner un "negocito". Hoy invertir en Rafaela es casi imposible por los tramites burocráticos que existen, en algunos casos peores que en los tiempos de Luis Castellano.
Rafaela empeoró en cuanto a higiene de sus calles y estado de sus veredas, ni que hablar de la iluminación deficiente que a pesar de los anuncios del intendente y del respaldo del Concejo para que haga compras directas y casi sin control, nada se ve por ahora y en algunos barrios la oscuridad es el caldo de cultivo principal para los delitos que día a día crecen a pesar que nos quieren hacer creer otra cosa.
Para que Rafaela cambie es necesario querer cambiar, algo que por ahora parece muy distante del pensamiento del actual intendente.
Rafaela también va a tener que dar su batalla cultural, Rafaela también tendrá que dejar practicas populistas que en nada sirve y que por el contrario solo atrasan. Es necesario que Rafaela cambie para ser la tierra que soñaron los que formaron esta ciudad, pero eso se da con determinación, una actitud que por ahora no se ve en un intendente timorato que despertó muchas expectativas pero que por ahora solo quedó en eso, en expectativas.