Con aval de Milei, Bullrich toma un rol más político en el Gobierno y busca opacar el liderazgo de Macri en el PRO
POLÍTICA Robertino Sánchez Flecha*Javier Milei quiere recuperar la iniciativa política. En una escena inusual, presentó anoche el proyecto de Presupuesto 2025. El eje es el déficit cero. Pero conoce que para ese horizonte necesita, antes que nada, asegurar los votos para sancionarlo. Su vínculo con el parlamento aún es sinuoso. El miércoles tuvo un triunfo en el, pero el jueves se desvaneció. Logró una coordinación legislativa para evitar que el Congreso tirara el veto a la Ley de reforma jubilatoria, un tema que ubica en el centro de su programa fiscal. Fue significativo para un Gobierno que nació por fragilidad institucional en el Poder Legislativo y sin estructura territorial en las provincias. Sin embargo, el Senado machacó al día siguiente esas intenciones: la oposición se unió para aprobar dos leyes que disgustaron a la Casa Rosada y, además, incorporaron al temario a último momento y rechazaron el DNU sobre fondos para la Secretaría de Inteligencia.
El 21 de agosto, la Cámara de Diputados había rechazado aquél Decreto. La novedad fue que por orden de Mauricio Macri, una parte del PRO dio quórum para la sesión y se plegó a la oposición. Milei se fastidió, discutió el tema comiendo milanesas con el expresidente, pero no se conformó con sus explicaciones. Fue la misma semana en la que el Senado aprobó una nueva fórmula previsional, en otro revés para Balcarce 50. El malestar deambuló por los pasillos de la Quinta de Olivos y Rosada.
“Esto no puede seguir pasando. Perdemos la batalla cultural”. El reproche surgió de un diputado del PRO que es aliado acérrimo al Gobierno. Esa misma semana, Patricia Bullrich tomó el celular y lo llamó a Guillermo Francos para darle su mirada sobre lo que había pasado en el parlamento. La ministra de Seguridad apeló a su experiencia política para señalar que el Gobierno debía formar un escudo legislativo que impida un bloqueo del Congreso a la agenda del Presidente. Más aún, el rechazo a los DNUs y la insistencia con dos tercios para revertir un veto del Poder Ejecutivo es una señal de debilidad que da lugar al fantasma del juicio político: un instrumento constitucional que los legisladores pueden promover con esa mayoría. Además, en Casa Rosada conocen que no es una señal positiva para los mercados y los inversores exhibir debilidad en el Poder Legislativo. Es, en el fondo, un reflejo de inseguridad jurídica.
Después de hablar con Francos, Bullrich fue recibida por Milei. La ministra le compartió su visión al Presidente y argumentó sobre la necesidad de promover mayor coordinación legislativa y articulación entre el Gobierno y el Congreso. Quien había sugerido algo similar había sido el propio Mauricio Macri, en la última comida en Olivos. Entraña de por medio, el líder del PRO insistió para darle más dinámica al diálogo entre los legisladores de su espacio y los de La Libertad Avanza.
Milei decidió, entonces, crear una mesa política reducida, con asiento para Karina Milei, secretaria General de la Presidencia, Santiago Caputo, asesor y estratega presidencial, Francos, Bullrich y Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. Hasta ese momento, la ministra de Seguridad no estaba formalmente habilitada para ejercer un rol político de articulación con el Congreso.
Ese rol ganó protagonismo cuando Francos debió ser internado el fin de semana producto de un problema de salud. La ministra diagramó un “poroteo” de diputados de cara a la sesión en la que el Gobierno pudo blindar el jueves el Decreto que vetó la Ley de nueva fórmula jubilatoria. La semana anterior había recibido en su despacho en el Ministerio a un grupo de legisladores radicales que, finalmente, fueron los que cambiaron su voto en favor del oficialismo. Se trata de Martín Arjol, Mariano Campero, Pablo Cervi, Luis Picat y José Tournier, los dirigentes de la UCR que se alinearon con Bullrich.
El jueves, la ministra quedó en el centro del debate por el operativo de seguridad que desplegó el miércoles afuera del Congreso. La imagen de una niña de 10 años que estaba en la movilización y fue afectada por gas pimienta de la policía forzó a la funcionaria a dar explicaciones públicas. Un cruce televisivo con Eduardo Feinmann agudizó la polémica. Incluso, el periodista pidió al aire su renuncia y ella lo llamó en vivo para referirse al episodio señalado. Bullrich desfiló luego por los medios para argumentar en favor de las fuerzas de seguridad y se desmarcó de las críticas.
El viernes, Milei acudió a un evento en la Sociedad Rural y fue acompañado por Karina Milei, Luis Petri y la propia Bullrich. Una postal de respaldo político a su ministra de Seguridad.
Sin ceder la gestión de la seguridad, Bullrich empezará a desplegar lo que mejor sabe hacer: articulación política y rosca. Con Francos aún internado, la ministra desplegó con mayor intensidad sus dotes. A principios de la semana pasada, Karina Milei suplió al jefe de Gabinete al encabezar una reunión con Cristian Ritondo, jefe del bloque PRO en Diputados, Silvana Giudici y Silvia Lospennato, de la bancada amarilla. También participaron Gabriel Bornoroni y Menem por los libertarios. Al día siguiente, el propio Milei selló la ya célebre foto con los diputados radicales que exteriorizó una fractura en la UCR. Bullrich y Luis Petri, ministro de Defensa de procedencia boina blanca, estuvieron en ese cónclave.
Bullrich se siente cómoda con un rol más político. Avalada por Milei, pretende ejecutar esa faceta a la par de su tarea en el Ministerio de Seguridad. Tiene diálogo directo y cotidiano con el Presidente y su círculo íntimo. Y resguarda esos nexos tanto en privado como en público. Pese a algunas diferencias de criterio, ha defendido en entrevistas a Santiago Caputo, a quien destacó como una persona “inteligente”. Llegó a decir que para cuestionar por elevación al Jefe de Estado “buscan construir la figura del monje negro”.
Bullrich aludió también que a Caputo lo cuestionan como hacían con Marcos Peña, en el caso de Macri, y con Antonio De La Rúa, hijo de Fernando De La Rúa. Se trata de figuras que ejercen un rol estratégico en la toma de decisiones y la comunicación gubernamental, tienen atribuciones sobre palancas clave del poder y se mueven detrás de escena, con un perfil bajo.
Bullrich conoce bien lo que Caputo significa en el esquema de poder libertario. Quienes frecuentan a diario el Ministerio de Seguridad cuentan que la ministra empezó a leer “El mago del Kremlin”. Dicen, incluso, que tiene un ejemplar sobre el escritorio de su despacho. Se trata de la novela del sociólogo y escritor italiano Giuliano Da Empoli cuyo protagonista es Vadim Baranov, asesor en las sombras de Vladimir Putin. Paradojas de la política.
De hecho, es por el título de ese texto que a Caputo se lo suele apodar en algunos rincones del establishment como “mago del Kremlin”. Bullrich conoce el peso que el asesor tiene para Milei. Lo asume y lo respeta de ese modo. No obstante, tiene presente que es una de las dirigentes con mayor experiencia del Gabinete y pondrá sus cartas a disposición del Gobierno para mejorar la articulación con el Congreso.
La ministra de Seguridad busca con su nuevo rol subir su perfil político. Lo hará no sólo en la articulación con el Congreso, sino que también profundizando el armado interno en el PRO. Teje una línea propia para allanar el camino hacia la fusión con La Libertad Avanza. La semana pasada, hubo dirigentes de su mesa política en un acto en Almirante Brown con Sebastián Pareja, el armador político de Javier y Karina Milei en provincia de Buenos Aires. Hicieron una foto que anticipó la unificación del bloque en la Legislatura bonaerense. Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, flamante aliado de la funcionaria, lidera la articulación con los libertarios por parte del bullrichismo.
Son acciones con las que la funcionaria busca opacar el liderazgo de Macri en el PRO. El ex presidente acelera por estas horas la reorganización de su partido. Sin ambiciones electorales propias, piensa en María Eugenia Vidal para encabezar la lista de candidata a senadora por la Ciudad en 2025.
A Bullrich no le interesa ocupar una banca en el Senado. Pero es una dirigente política de raza y está a disposición de Milei: si el Jefe de Estado la necesita para competir en terreno porteño, lo hará. ¿Forzaría esa estrategia una candidatura del propio Macri? Aún es una hipótesis prematura. Sin embargo, en el PRO sienten que el armado libertario que lidera Karina Milei en la Ciudad son una amenazada a la hegemonía del macrismo. Un ajedrez electoral que recién empieza.
* Para www.infobae.com