castillo de Hurst

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El rey de Enrique VIII mandó construir en 1544 el un fuerte imponente al final de una lengua lengua de tierra en la costa sur de Inglaterra, el conocido como Hurst Castle. Se erigió con fines defensivos, como un fuerte de artillería para proteger un paso naval estratégico ante posibles invasores. La torre Tudor se reforzó en 1793 tras el estallido de la guerra con la Francia revolucionaria y nuevamente durante las guerras napoleónicas. Pero fue ya en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se completó en castillo de Hurst como se conoce hoy en día, con dos hileras de cañones que se prolongan a los lados de la torre central.

Desde entonces, durante estos siglos ha permanecido impasible, ahora convertida en una interesante atracción turística. Pero su supervivencia corre peligro por el cambio climático. La Fundación Monuments World ha incluido el Hurst Castle en su World Monuments Watch 2022, el programa de vigilancia de patrimonio mundial amenazado. Como comentan sobre su decisión "la supervivencia a largo plazo de Hurst Castle depende de la capacidad de protegerlo de la acción del mar, que se hace cada vez más difícil por el aumento del nivel del mar y las marejadas ciclónicas más frecuentes".

El castillo se asienta sobre una base de ladrillo y cemento no muy profunda que queda expuesta a la acción de las olas. Poco a poco se ha ido deteriorando y en febrero de 2021 una sección de la batería se derrumbó. English Heritage, la organización que se ocupa del monumento, está realizando un importante programa de conservación, que incluye reforzar el suelo debajo de los cimientos y, lo que es más importante, proteger la playa de guijarros de la erosión. La acción rápida ha permitido que el lugar se vuelva a abrir parcialmente al público, pero se prevé que el nivel del mar aumente durante los próximos 100 años, lo que conllevaría a una destrucción que parece inevitable.

Fuente: Elle

 

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