El techo de Rafaela es por quienes la gobiernan

Rafaela es sin lugar a dudas una ciudad de una pujanza y empeño que la distingue sobre otras con similares características.

Trabajo y esfuerzo son pilares fundamentales para sobresalir a nivel país. La "marca Rafaela" es una carta de presentación más que importante, y nos debe a todos llenar de orgullo y satisfacción.

Rafaela es una ciudad que se forjó en la cultura del esfuerzo y del trabajo, esa cultura la hizo grande. Si, grande, por que Rafaela puede decir con orgullo que es una ciudad grande y que su industria agrícola ganadera es un verdadero ejemplo.

Los tiempos que corren requieren más que trabajo y esfuerzo. El conocimiento comenzó a jugar desde hace un tiempo un rol trascendente y hoy es imposible concebir un modelo institucional exitoso sin un desarrollo educacional de excelencia.

La propuesta educativa de Rafaela es variada y de calidad, pero hay que trabajar muy duro en los niveles iniciales públicos para lograr una igualdad, que por ahora se ve difícil de conseguir.

Trabajo esfuerzo y educación calificada tienen que ser las tres "patas" primordiales para proyectar a Rafaela a niveles inimaginables. 

Pero sin embargo Rafaela tiene un techo, no por su gente, sino por sus políticos chatos, poco idóneos y en algunos casos corruptos.

Rafaela tiene una dirigencia política más preocupada en solucionar sus propios problemas que en solucionar los de la gente, que tendría que ser el fin principal de todo aquel que llega a un cargo elegible.

Oficialismo y oposición con sus actitudes le ponen un techo a una ciudad que de otra manera no pararía de crecer y por ende se posicionaría con mucho más fuerza.

Negociados, amiguismos, egoísmos, beneficios individuales, perpetuarse en el poder, llegar al poder a cualquier precio y siempre estar prendido de la "teta del Estado", son algunas de las causas por la que Rafaela no crece más.

¿Nadie se preguntó por qué hace tanto tiempo una empresa importante no se instala en la ciudad?, quizá en lo enumerado anteriormente está la respuesta.

La historia avala a Rafaela, el potencial sigue intacto, la gente continúa con las mismas ganas y dispuesta a seguir poniendo el hombro. Los jóvenes, en su gran mayoría, aportan la voluntad de estudiar y sobresalir.

Falta que la clase política se comprometa a trabajar solo por la ciudad y dejar de lado sus apetencias personales. Esa va a ser la única manera de hacer una Rafaela mejor, más inclusiva, más equitativa y por sobre todas las cosas más rica aún. 

El techo natural que tiene por sus políticos inútiles se puede revertir en pocos días más, cuando nos toque votar y en nuestras manos, al menos por un día, el destino de la ciudad está del lado de los que solo quieren vivir en una ciudad con muchas más posibilidades.

De nosOtros depende saber votar, de nosotros depende que nos dejen de mandonear loS inútiles de siempre, los que en última instancia no quieren una Rafaela diferente, sino, una vida para ellos diferente.