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Dólar planchado: ¿por qué no sube? ¿hasta cuándo no lo hará?

ECONOMÍA 25/03/2024 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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De no creer. Recta final para terminar marzo y el dólar está planchado, lo que significa que en términos reales se fue abaratando. El viernes cerró a $ 1.020; 15% por debajo en términos nominales del pico de enero.

El MEP a $ 1.036 está lejos de los valores de las últimas tres corridas (2020, 2022 y 2023) que lo ubicarían actualizado por inflación entre $ 1.880 y $ 1,960. Los $ 1.200 del blue de octubre equivalen a $ 2.100 de hoy: eran precios de pánico en la previa de las elecciones, es cierto, pero bajaron 50% en términos reales y no hay economista que para marzo haya previsto este escenario de un dólar pinchado, que sobrevivió incluso a la caída de la ley “Bases” en el Congreso y el rechazo del DNU en el Senado.

Más allá de la incertidumbre electoral de entonces que explicaba el salto, ¿qué está pasando ahora?

La primera razón de esta calma cambiaria es que no hay pesos. No hay cómo comprar dólares. El Gobierno se fijó como meta bajar la inflación y para eso implementó dos medidas: superávit fiscal y estabilidad en el tipo de cambio.

Los $ 800 de diciembre (una devaluación del 54% del peso) sorprendieron porque el salto fue mayor a los $ 600 que esperaba el mercado.

Ese colchón le dio margen al ministro Luis Caputo para cumplir con una devaluación por goteo (crawling peg) del 2% mensual y una inflación que en el último trimestre acumula 70%.

“La inflación tiene origen, primero, en el problema fiscal y segundo, la Argentina piensa en dólares y si se deprecia el tipo de cambio la inflación lo sigue y si la querés bajar, tenés que tener estabilizado el tipo de cambio, por eso el programa antiinflacionario es correcto”, señala Fernando Marengo, economista de BlackToro Global Investments.

“Dentro de este programa el Gobierno leyó correctamente la necesidad de secar la plaza de pesos”, agrega.

 
Dos maneras
Hay varias maneras de “secar esa plaza”. Desde que asumió Milei, la base monetaria creció solamente 6,6% en términos nominales, lo que da una caída real del 37,5%. Literalmente hay menos pesos circulando.

La primera manera de sacar pesos es con superávit fiscal: se recuperan más pesos por recaudación de los que se inyecta por gasto.

La segunda está en la sobrecolocación de deuda: sacó más pesos de los que se inyecta por vencimientos. En la última licitación de deuda pública emitió deuda a tasas negativas, con lo cual licúa en términos reales y en relación al PBI. Eso ayuda a limpiar el balance del Banco Central ya que parte del dinero saldrá de pases pasivos y además, con el sobrante de la licitación va a comprar unos mil millones de dólares para pagar el vencimiento de julio próximo. Son todos pesos que se sacan.

Tercero, el bono Bopreal para cancelar importaciones demanda pesos, que son pasivos del Banco Central. En las primeras dos series colocó U$S 5.000 millones y U$S 2.000 millones respectivamente y para la tercera, que viene poco demandada por la brecha baja, el Central se fijó una pauta de U$S 3.000 millones.

Cuarto. Hay también un efecto de expectativas no menor: cuando el dólar sube, la sensación en la calle es que seguirá subiendo y eso retroalimenta la suba porque más gente compra percibiendo que mañana será peor. Ahora puede estar pasando al revés: la baja de los tipos de cambio paralelos genera expectativas de que va a bajar más, la gente vende y entonces se profundiza la caída.

Y la quinta razón es que los pesos que quedan en circulación no alcanzan. “Milei venía diciendo que le iba a poner una bomba al Central, y para mí eso fue la devaluación del diciembre, lo que hizo que los pesos que tenemos no alcancen para nivel de actividad que tenemos en el país, entonces hace falta mayor demanda de dinero y como no tenés un gobierno con déficit o un Central emitiendo pesos, la única forma es vendiendo dólares”, explica Marengo.

La recesión y la caída en los ingresos reales llevan a particulares y algunas empresas a vender dólares para afrontar gastos. La consultora Econviews calcula, según las paritarias de los principales gremios, que la pérdida de poder adquisitivo entre noviembre y marzo está entre el 3 y el 34% dependiendo del sector.

“Prepagas, impuestos, escuelas o nafta en un contexto donde los ingresos es pesos no siguen la inflación forzó a la gente a desahorrar. Y como la mayoría de los argentinos ahorra en dólares, esto se tradujo en una mayor oferta. Hasta que los ingresos hagan el catch up con los gastos, estas presiones vendedoras seguramente van a seguir”, dice el informe.

La brecha en torno del 20% pareciera estar cerca de un piso, aunque nada viene siendo obvio en esta gestión. El dólar para los importadores es el oficial ($ 854,50) más 17,5% de impuesto Pais hacen presumir que sí, porque si los importadores compran CCL pierden el acceso al mercado de cambios por 90 días.

Habrá que esperar la unificación del mercado cambiario y que se eliminen las restricciones: para entonces se sabrá qué tipo de cambio se necesita para que el sector externo funcione normalmente.

Qué viene
¿Tiene fecha de vencimiento esta pax cambiaria? “Mientras continúe la absorción de pesos, lo más probable es que sigamos con brecha baja y si a eso sumás la oferta de divisas de la cosecha del segundo trimestre y el superávit comercial energético habrá una oferta de dólares excesiva que creo que va a ser aprovechada por el Gobierno para empezar a levantare el cepo”, sostiene Marengo.

Para Andrés Borenstein, economista asociado de Econviews, el segundo frente delicado está en el cambiario.

“Un peso más débil permitiría acumular más reservas, pero si querés que la inflación siga bajando, es entendible que dé miedo tocar el tipo de cambio porque devaluar fuerte es un problema. Una salida sería ir por la diagonal, es decir, más rápido que el 2%”, describe, pero agrega: “Si funciona... ¿para qué lo cambio?, si no está roto... ¿para qué lo arreglo?”.

“La clave está en mantener el ajuste fiscal de manera permanente”, insiste Marengo.

El primer frente indiscutido por todos es el político. “En algún momento tiene que funcionar el Congreso; menos licuadora y más Congreso”, remarca Borenstein.

“Con una tasa de dos dígitos de inflación y recesión es fácil ser opositor al Gobierno, pero si baja la inflación y se recupera la actividad, quiero ver qué va a ser la oposición gatopardista. Esos grises que están en el medio pensando en la elección del año que viene si esto empieza a dar resultados”, advierte Marengo.

Para eso hay que hacer andar la rueda más de 100 días y que la recesión pegue la vuelta y la inflación ceda en serio.

Fuente: La Voz

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