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Milei avanza a toda velocidad con las medidas más profundas para ganar tiempo: avizora una fuerte merma de su imagen positiva cuando se sienta el ajuste

POLÍTICA 31/12/2023 Brenda Struminger*
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Javier Milei se mira seguido en el espejo de las administraciones de Mauricio Macri y Alberto Fernández, y la fuerte pisada del acelerador de la gestión se basa en el terror que tiene a repetir las experiencias del inicio de los dos últimos gobiernos, que marcaron el rumbo de sus administraciones. En el caso del primero, recuerda y teme las consecuencias del famoso gradualismo. En el del segundo, la estrepitosa caída de sus altísimos índices de imagen positiva, que nunca recuperó.

Mientras estira su mudanza a Olivos -sería recién el 25 de enero- pasa la mayor cantidad de tiempo en su despacho, donde recibe dirigentes y funcionarios, chatea y habla por teléfono. Sólo lo deja por la mañana, para dirigirse al Salón Blanco, donde se celebran las reuniones de Gabinete. Y en las últimas dos semanas sólo salió del palacio dos veces. Una, para escenificar el monitoreo de las protestas del 20 de diciembre. La otra, para presenciar la inauguración de los Juegos Macabeos. Reticente a las multitudes y a las reuniones, suspendió por completo las recorridas por el conurbano que se veía obligado a protagonizar durante la campaña. Sin embargo, cuando sale a la calle, en su entorno aseguran que recibe “aún más el calor de la gente”.

En su círculo íntimo del Presidente no se sorprendieron el viernes al presenciar la ovación que recibió Milei de parte de los pasajeros con los que compartiría el avión de línea que lo llevaría a Mar del Plata para ver actuar a su novia, Fátima Florez. Tampoco con los aplausos que le dedicaron los espectadores en el teatro, donde improvisó una demostración de pasión por su pareja en público que se viralizó en redes. Según aseguraron en Balcarce 50, esta semana registraron que alcanzó un 75 por ciento de imagen positiva (aunque no dieron detalles de las fuentes), nada menos que 15 puntos más de los 60 que festejaban la semana pasada.

Saben el magnetismo de su figura, cultivado en TV. Por eso le recomendaron que saliera al balcón con su gabinete a saludar a la Plaza de Mayo, aunque estaba prácticamente vacía y se estaba montando un operativo para remover un acampe de manifestantes de la comunidad indígena. Y decidieron el sábado escalar el mensaje que tenía previsto grabar y publicar en redes sociales al nivel de la cadena nacional, aunque después dieron marcha atrás, por motivos no explicitados. Sea como fuere, trabajan cuidadosamente en su imagen y Milei presta especial atención a las recomendaciones en ese terreno, donde tiene la última palabra su hermana, Karina Milei e interviene el asesor estrella del jefe de Estado, Santiago Caputo.

No obstante la percepción positiva, están atentos a mirar en el espejo retrovisor de sus antecesores y no quieren dormirse en los laureles. Temen por el aspecto económico y dicen que Milei corre porque sabe que “vendrá la mala” cuando se sienta realmente el ajuste, en especial en las capas de la clase media. “Hoy nos piden selfies y autógrafos. Pero no hay que creérsela. Esos mismos que hoy te aplauden cuando caminás por la calle, mañana te abuchean”, puso los pies en la tierra un asesor con llegada frecuente al primer mandatario.

“Hay que ver cómo mantener el apoyo popular hasta que aparezcan los primeros signos de mejora”, dijeron en uno de los despachos de peso de la Casa Rosada, y auguraron un verano bravo. Aún se resisten a augurar fechas para la mejora que prometen desde el inicio cuando ocurra el “derrame” que indica la teoría liberal clásica. Pero, muy por lo bajo, se atreven a deslizar alguna presunción. “Es casi imposible decir cuándo va a empezar a cambiar la situación. Pero hablando en términos razonables, este año es probable que vengan muy bien los dólares de la cosecha. En abril, mayo, si conseguimos calibrar la macro, quizá veamos algunas señales positivas”, deslizó un ministro.

La velocidad, sin embargo, tiene sus consecuencias. Los planes presentados hasta ahora salieron con desprolijidades que, admitieron, deberán remendar, como la redacción del artículo sobre el manejo de los recursos petroleros. Además, hubo vaivenes a la hora de comunicar, y los equipos de la Presidencia no pudieron tomar la delantera para explicar las medidas. Por último, se colaron varias “perlitas”, que difícilmente sean aprobadas en el Congreso.

En el Gobierno pudieron responder las críticas a cuestiones de fondo, como las privatizaciones o la implementación del polémico sistema de votación por circunscripciones uninominales. Pero nadie sabía explicar de dónde habían salido los artículos más insólitos, como el que determina que los jueces deberían usar toga y un martillo, o el que obliga a avisar a las autoridades para hacer reuniones de más de tres personas. En todos los ministerios se desentendían, mientras el principal autor, Federico Sturzenegger, que trabaja en calidad de “asesor”, guardaba silencio, al igual que los técnicos jurídicos de los estudios externos y el secretario de Legal y Técnica, Javier Herrera Bravo.

 

 

* Para www.infobae.com

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