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Una Argentina con gran volatilidad y numerosos vaivenes económicos

ECONOMÍA 27/01/2024 Liliana Franco*
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La economía en los últimos 47 años tuvo uno de los períodos más turbulentos de la vida política y económica del país.

Distintos indicadores muestran las marchas y contramarchas. En las últimas décadas (desde 1969) la Argentina cambió cuatro veces su moneda y le quitó 13 ceros. Si se excluye al Congo, somos el país del mundo que sufrió más recesiones.

La pérdida de un sendero de crecimiento sostenido llevó a que la producción argentina vaya perdiendo significación en el contexto internacional. Así, a comienzos de los años 80 llegó a representar 1,3% del producto bruto mundial, proporción que hoy ha caído a 0,7%.

Es notable la pérdida de posiciones en el contexto regional. Entre 1980 y 2020 Chile creció 160%, Colombia y Uruguay más de 90% y la Argentina sólo 7,5%.

Uno de los resultados más graves de este proceso se expresa en las cifras de pobreza. Hacia mediados de los años 70 la población pobre rondaba el 4%. Hoy esa cifra se ha multiplicado por 10 (estimaciones privadas calculan que el 43% de los habitantes del país son pobres).

Inflación crónica

Durante este medio siglo la inflación fue prácticamente una constante. Entre 1975 y 1982 el índice de precios en promedio se ubicó en 188%. Tras una aceleración a finales de 1983 (cuando sobrepasó el 600% anual), la implementación del Plan Austral a mediados de 1985 permitió una reducción a “sólo” 90%.

El agotamiento de este plan y la crisis económica de 1989 llevaron a que el país ingresara en la hiperinflación -3.079%-. Un nuevo programa, la Convertibilidad, llevó durante los años 90 a una reducción de los precios hasta llegar prácticamente a la estabilidad hacia fines de esa década.

Una nueva crisis, con la ruptura de la paridad peso dólar, lleva a que la inflación trepe a 26% en 2002. Tras un período de relativa estabilidad entre 2002 y 2006 (13% anual), en 2007 la inflación vuelve a exceder el 20% para seguir en permanente aumento hasta llegar el año pasado a convertirse en el récord mundial con una variación de 211%.

La aceleración inflacionaria de estos últimos años coincide con un retroceso de la producción. Desde 2011 el producto bruto por habitante no solo no sube, sino que hoy registra una caída de más del 10%.

A lo largo de estas décadas, la inflación terminó reflejando los profundos desequilibrios que arrastra la economía argentina. Uno de los más relevantes es el déficit fiscal: en 56 de los últimos 62 años -en el 90% de los casos- el Estado gastó por encima de sus ingresos.

Para evitar corregir estos desbalances, los distintos gobiernos que se sucedieron apelaron a diversos artilugios que pasaron desde consumirse stocks (privatizaciones de empresas públicas, dilapidación de las reservas en poder del Banco Central) a un endeudamiento desmedido o a controles como los que se aplicaron y hoy siguen rigiendo en el mercado de cambios.

El problema -y tal vez la esperanza- es que en la actualidad estos atajos están cerrados. La Argentina no cuenta con financiamiento y el viejo vicio de apelar a la emisión monetaria conduciría a un nuevo fenómeno hiperinflacionario. ¿Se hará de la necesidad virtud y vendrá un cambio de época?

Un dato: Javier Milei llega a la presidencia prometiendo déficit cero (requisito para bajar de la inflación) y dolarizar, consignas tan radicales que han despertado el interés mundial.

 

 

* Para www.ambito.com

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