La morosidad familiar alcanza su nivel más alto en 15 años y alerta al sistema financiero

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • La morosidad de las familias alcanzó el 6,6% del total de créditos, el nivel más alto desde 2010.
  • Es el décimo mes consecutivo de aumento del ratio de irregularidad.
  • Los préstamos personales y las tarjetas de crédito concentran los mayores atrasos.
  • En empresas, la morosidad subió a 1,4%, el mayor nivel del año.
  • Las tasas de los préstamos personales superan el 80% nominal anual, muy por encima de la inflación.
  • Los salarios reales continúan por debajo de los niveles de febrero y presionan la capacidad de pago.

La morosidad de las familias argentinas volvió a crecer en agosto y marcó un nuevo récord histórico. Según el último Informe sobre bancos del Banco Central (BCRA), el 6,6% del total de créditos otorgados a hogares presenta algún grado de incumplimiento, el valor más elevado en al menos 15 años. Se trata del décimo mes consecutivo de aumento en el índice de irregularidad, impulsado por el encarecimiento del crédito, la falta de liquidez y el deterioro del poder adquisitivo.

El reporte de la autoridad monetaria detalló que el ratio de morosidad de los préstamos a las familias aumentó 0,9 puntos porcentuales respecto de julio, consolidando una tendencia que se profundiza desde fines de 2024. Aunque el informe no actualizó aún los datos desagregados por tipo de financiamiento, las estadísticas previas muestran que los mayores niveles de incumplimiento se concentran en los préstamos personales y en las deudas con tarjetas de crédito.

La situación del sector empresario también mostró señales de fragilidad. En agosto, la tasa de irregularidad en los créditos corporativos se ubicó en 1,4%, con una suba mensual de 0,2 puntos porcentuales. Si se combinan ambos segmentos —hogares y empresas—, el nivel total de morosidad del sistema financiero alcanzó 3,7%, medio punto por encima del registro del mes anterior.

Los analistas advierten que el repunte de la morosidad está estrechamente vinculado con las elevadas tasas de interés vigentes. Durante agosto, la tasa nominal anual promedio de los préstamos personales fue del 74%, una cifra muy superior a la inflación proyectada para los próximos 12 meses. Y lejos de moderarse, en septiembre y octubre las tasas continuaron subiendo, con rendimientos que llegaron a rozar el 87% en algunos bancos.

“Cuando el costo del crédito se dispara a esos niveles, muchas familias simplemente dejan de pagar o reestructuran su deuda de manera informal”, explicó el economista Jorge Barreto. “La falta de liquidez, la pérdida del salario real y la incertidumbre electoral generan un cóctel de riesgo que impacta directamente en la calidad de los activos del sistema financiero”, añadió.

La reciente volatilidad de los mercados agravó ese panorama. En los últimos días, los rendimientos de las cauciones y de los repos —instrumentos de corto plazo que marcan el pulso de la liquidez del sistema— se dispararon ante la búsqueda de cobertura en dólares y la cautela previa a las elecciones legislativas. Aunque la intervención conjunta del Tesoro y del BCRA logró contener parcialmente las tasas, los analistas no prevén un alivio sostenido en el costo del financiamiento.

Mientras tanto, los salarios continúan rezagados frente a la inflación y las tasas. Los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) mostraron una mejora nominal por tercer mes consecutivo en los ingresos de los trabajadores registrados del sector privado, pero aún por debajo del pico de febrero, que ya se encontraba deprimido en términos reales.

El director de la consultora C-P, Federico Pastrana, advirtió además que los datos oficiales pueden estar sobreestimando la mejora salarial. Según explicó, las estadísticas del SIPA no reflejan del todo la disparidad entre los aumentos obtenidos por negociación colectiva y los ajustes discrecionales. “Eliminar o debilitar la negociación colectiva atentaría especialmente contra los salarios bajos y medios, que son los que más sufren el impacto de la inflación y del crédito caro”, sostuvo.

Con ingresos que no logran recomponerse y tasas que siguen en ascenso, la combinación es explosiva. El aumento de la morosidad, señalan fuentes del sistema financiero, obliga a los bancos a reforzar sus provisiones y endurecer las condiciones crediticias, lo que a su vez reduce la disponibilidad de préstamos y amplifica el ciclo recesivo.

Por ahora, el Banco Central se limita a monitorear el fenómeno y a sostener que la solvencia general del sistema no está comprometida. Sin embargo, la tendencia ascendente en los indicadores de morosidad y el agotamiento de las estrategias de refinanciamiento dejan en evidencia el deterioro creciente de la capacidad de pago de los hogares argentinos.

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