Un cambio de mando con impronta castrense y señales de modernización en el Ejército

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Asumió Oscar Santiago Zarich como nuevo jefe del Ejército Argentino.
  • El cambio se da en un contexto de fuerte impronta militar en Defensa.
  • Zarich y el ministro Presti comparten trayectoria y formación castrense.
  • La austeridad y la vocación aparecen como ejes de su liderazgo.
  • La modernización del Ejército y el despliegue operativo serán prioridades.
  • El bienestar del personal y el cumplimiento de la misión, al tope de la agenda.

Diciembre se encamina a cerrar con una serie de hitos de fuerte contenido simbólico y operativo para las Fuerzas Armadas. La llegada de los aviones F-16, el arribo de los vehículos blindados Stryker y la decisión del presidente Javier Milei de designar a un militar al frente del Ministerio de Defensa conforman un escenario inédito en democracia. Ese giro tuvo un impacto inmediato en la cúpula castrense y derivó, esta semana, en el relevo del jefe del Ejército Argentino: el general de División Oscar Santiago Zarich asumió formalmente el máximo cargo de la fuerza terrestre.

El cambio no es menor. Zarich reemplazó al teniente general Carlos Alberto Presti, quien pasó a conducir el Ministerio de Defensa y se convirtió en el primer militar elegido en democracia para ocupar ese puesto. Al presentar a su sucesor, Presti no escatimó elogios: lo definió como un “soldado profesional” y un “líder indiscutido”, austero, sacrificado y siempre dispuesto para la acción. El recorrido y los gestos del nuevo jefe del Ejército parecen respaldar esa caracterización.

En su primer discurso al frente de la fuerza, Zarich eligió un tono personal y simbólico. Agradeció a su familia, a sus camaradas, a los veteranos de Malvinas y, de manera especial, a sus padres, a quienes atribuyó la formación en los valores de un “ciudadano de bien”. En la tradición militar, esa referencia no es menor: la Patria aparece asociada a la tierra de los padres y a un legado que se transmite de generación en generación. No es casual que tanto Zarich como Presti compartan un mismo origen profesional: ambos integraron el Regimiento de Patricios, son compañeros de promoción del Colegio Militar de la Nación (la 118), pertenecen al Arma de Infantería y se formaron como comandos.

Otro detalle de la ceremonia también llamó la atención. Entre sables, condecoraciones y uniformes de gala, Zarich llevaba colgado un rosario blanco de plástico. Sencillo, económico, visible. Una señal de fe, pero también de austeridad. En el despacho donde concedió sus primeras entrevistas, una imagen de José de San Martín dominaba la escena. La frase atribuida al Libertador —“los soldados de la Patria no conocen el lujo, sino la gloria”— parece funcionar como síntesis de un estilo que el nuevo jefe busca imprimir.

Zarich llega al cargo tras una extensa carrera iniciada en el Liceo Militar General Belgrano y consolidada con su egreso del Colegio Militar en 1987. En su relato, la vocación aparece como motor central: la idea de que nadie ingresa al Ejército pensando en los cargos más altos, sino en cumplir etapas, perfeccionarse y estar preparado cuando llega la oportunidad. Una de las experiencias que más lo marcaron fue su invernada en la Base San Martín, en la Antártida, donde pasó un año aislado junto a otros 21 efectivos. Allí, explicó, terminó de consolidar su concepción del mando y de la “soledad” que implica tomar decisiones críticas lejos de manuales y certezas.

En términos de conducción, Zarich plantea un liderazgo que se adapta a la jerarquía. A mayor responsabilidad, mayor impacto potencial sobre la vida de miles de subordinados. Desde esa lógica, el cumplimiento de la misión y el bienestar del personal aparecen como prioridades indeclinables. Reconoce que la familia militar atraviesa dificultades, pero asegura que existen herramientas en marcha para revertir la situación, con especial foco en la salud asistencial y en la mejora de los ingresos.

En el plano operativo, anticipa continuidad y profundización. Los ejercicios de gran escala, como el “Libertador”, y la capacidad de despliegue rápido a cualquier punto del país forman parte de un mensaje estratégico claro: un Ejército presente, en acción y con capacidad de disuasión. La modernización del equipamiento, con más vehículos, comunicaciones, drones y armas de precisión, se inscribe en lo que define como un proceso virtuoso que no se detendrá. La Brigada asentada en La Pampa será uno de los ejes de ese salto cualitativo, con la incorporación de los Stryker 8x8.

El nuevo jefe del Ejército también respaldó sin matices la designación de Presti como ministro de Defensa. Considera que nadie mejor que un militar para conducir el instrumento militar, siempre bajo las órdenes del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el Presidente. Al mirar hacia adelante, Zarich resume su expectativa en una frase simple y contundente: espera ser recordado como un soldado. Para él, ese concepto no es un rango, sino un estilo de vida.

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