


Trabajo obligatorio en cárceles federales: el Gobierno refuerza la disciplina intramuros con producción para el Estado
POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
- El Gobierno impulsa el trabajo obligatorio en cárceles federales a través del programa “Manos a la Obra”.
- Los internos confeccionan uniformes para fuerzas de seguridad y organismos estatales.
- La producción se realiza en talleres del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza.
- Ya se fabricaron más de cinco mil prendas destinadas al Estado.
- El esquema se rige por la consigna “el que no trabaja, no cobra”.
- La iniciativa busca reducir el ocio, reforzar la disciplina y promover la reinserción.
El Ministerio de Seguridad presentó nuevos avances del programa “Manos a la Obra”, una política penitenciaria que impulsa el trabajo obligatorio de personas privadas de la libertad en cárceles federales, con producción destinada a distintas áreas del propio Estado. La iniciativa, difundida por la secretaria de Seguridad, Alejandra Monteoliva, busca reducir el ocio dentro de los penales, reforzar la disciplina interna y vincular el acceso a derechos con el cumplimiento de responsabilidades concretas.
El anuncio se realizó a través de redes sociales, donde la funcionaria destacó que el programa apunta a modificar la lógica cotidiana en los establecimientos penitenciarios federales. “Eliminamos el ocio y promovemos hábitos de trabajo”, sostuvo, al tiempo que remarcó que el eje de la política es claro: quienes trabajan reciben una retribución económica; quienes se niegan a hacerlo, quedan excluidos de ese beneficio.
Según lo informado oficialmente, los internos que participan del programa confeccionan uniformes para las cinco Fuerzas Federales y para la Agencia Federal de Emergencias. La producción se desarrolla en talleres instalados dentro del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza, uno de los establecimientos más importantes del sistema carcelario nacional. De acuerdo con los datos difundidos, ya se fabricaron más de cinco mil prendas, que luego son utilizadas por distintas dependencias de seguridad.
Desde el Ministerio de Seguridad subrayan que “Manos a la Obra” combina varios objetivos en una sola política. Por un lado, busca ocupar el tiempo de los internos con tareas productivas, reduciendo las horas de inactividad que históricamente fueron señaladas como un factor de conflictividad dentro de las cárceles. Por otro, pretende optimizar recursos del Estado, al reemplazar compras externas por producción realizada dentro del propio sistema penitenciario.
El programa también se inscribe en una concepción más amplia sobre la función de la pena y la reinserción social. Para las autoridades, el trabajo obligatorio permite incorporar rutinas, disciplina y conocimientos básicos que podrían ser útiles una vez recuperada la libertad. En ese sentido, Monteoliva afirmó que no se trata solo de producir bienes, sino de “formar hábitos laborales” en personas que, en muchos casos, tuvieron trayectorias marcadas por la informalidad o la exclusión del mercado de trabajo.
El esquema de incentivos es uno de los aspectos centrales de la iniciativa. Bajo la consigna “el que no trabaja, no cobra”, el acceso a una remuneración queda estrictamente condicionado a la participación en las tareas asignadas. Desde el Gobierno sostienen que este mecanismo refuerza la autoridad del Servicio Penitenciario y establece reglas claras dentro de los establecimientos, evitando ambigüedades sobre derechos y obligaciones.
La implementación del programa no está exenta de debate. El trabajo obligatorio en contextos de encierro suele generar discusiones en torno a los límites entre la reinserción y el castigo, así como sobre las condiciones laborales, la remuneración y la voluntariedad. Sin embargo, desde Seguridad enfatizan que el esquema se ajusta a la normativa vigente y que la contraprestación económica constituye un incentivo concreto para la participación.
En un contexto donde la política de seguridad ocupa un lugar central en la agenda pública, “Manos a la Obra” se presenta como una de las apuestas del Gobierno para endurecer el régimen penitenciario sin resignar, al menos en el discurso oficial, el objetivo de la reinserción. La combinación de trabajo obligatorio, disciplina interna y producción para el Estado sintetiza una mirada que prioriza el orden, la eficiencia y la responsabilidad individual como ejes del sistema carcelario.
Con estos avances, el Ministerio de Seguridad busca mostrar resultados tangibles de una política que promete expandirse a otros complejos federales. La continuidad y el impacto real del programa, tanto en la dinámica intramuros como en las trayectorias posteriores de los internos, serán claves para evaluar su alcance más allá de los números de producción.






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