



Aún embrionario, el debate para una eventual reforma de la Constitución en Santa Fe está en marcha. El gobernador Maximiliano Pullaro elige concentrarse en la gestión y alienta a la Legislatura a desandar el camino reformista, pero no delega. Tiene un oído y medio en la discusión. Marco ideal para la coalición Unidos. Una cena que habilitó el mandatario ordenó al frente oficialista.
No hay gobernador en Santa Fe que no haya soñado con ser la persona asociada a una reforma. La carta magna provincial no se revisa hace 62 años. Un despropósito por donde se lo mire. Ahora Pullaro tiene ante sus ojos una posibilidad histórica: mayoría en ambas cámaras y una oposición dispuesta a jugar el juego.
El mandatario radical, no obstante, tiene otras prioridades. Su pieza, cocina y baño es la seguridad, la producción y la educación. Por ese motivo, el reformismo no es parte de la agenda central de la Casa Gris. Además, que sea la Cámara de Diputados la que toma la posta le sirve a Pullaro para contener y que todos y todas en Unidos se sientan parte. Protagonismo por doquier nunca resta.
El gobierno habla de política todo el tiempo intramuros, pero en la escena pública es otra cosa. El Ejecutivo de Pullaro consume con detalles encuestas, focus group y sondeos para conocer la opinión y qué tiene en la cabeza el electorado santafesino. En base a esa info, cranea, planifica y detecta prioridades. La reforma, por caso, no es un tema para levantar como bandera, pero sí para tomar y hacerse cargo.
La cena que ordenó a Unidos para Cambiar Santa Fe
Dicha praxis no significa que el gobierno no se involucre ni se interese. De hecho, una cena que se realizó en Santa Fe hace unas tres semanas y reunió a toda la cúpula de Unidos, radicales, PRO y socialistas, le puso marco a la cosa. Fue un asado informal, pero en el cual se tocó el tema medular de la reforma.
Hay un consenso mayoritario en la política santafesina, especialmente en el oficialismo. Es momento de concretar la reforma. Lo reconoció la presidenta de Diputados, Clara García. El proceso es bien claro: para sancionar la ley de necesidad de la reforma se necesitan dos tercios de los votos en ambas cámaras, es decir 34 votos en la cámara baja y 13 en el Senado.
El poroteo preliminar indica que las manos alzadas están. Unidos tiene 28 bancas en Diputados. No es un interbloque homogéneo, pero nadie va a rechazar la oportunidad. No debería haber dificultades para sumar voluntades en el peronismo, el bloque que lidera Amalia Granata y la izquierda. En la cámara alta el interbloque del oficialismo contabiliza 14 bancas, una más que los dos tercios. Se insiste: el escenario es ideal.
Socialismo y radicalismo, una sociedad en Santa Fe
La heterogeneidad del interbloque oficialista merece un párrafo aparte. El socialismo resolvió a priori su interna y convive el sector de García con la tribu que lidera Antonio Bonfatti, todo bajo la jefatura de Joaquín Blanco. Son 14 manos. El radicalismo, en cambio, tiene nueve nombres propios y conformó un interbloque con el trío PRO y Ariel Bermúdez, de CREO, el partido de Pablo Javkin. Son otros 14 votos.
No abundan las reuniones entre las 28 voluntades de Unidos. El socialismo, al tener la presidencia, lleva la batuta y el radicalismo, que defiende a su correligionario Pullaro, acompaña con matices. “Con ellos hacemos bilaterales”, se ríe un legislador rojiblanco.
En el vínculo entre el socialismo y el radicalismo para avanzar sobre la reforma subyace el tema de la reelección. García ya dijo en Radio 2 que no pondría “como tema inicial” la chance de un segundo mandato para el gobernador actual. Unidos recién arranca en el gobierno, pero la presidenta de la cámara baja es la gran carta del PS a futuro.
A Pullaro no lo desespera la reelección. “Maxi no la busca aunque se la quisieran dar”, avisa un mesa chica, chiquísima, del gobierno provincial. Eso no implica que no vaya incluirse en el texto final. Tiempo al tiempo, el proceso es largo y esto recién arranca.
En paralelo al tema más ríspido, el piso de la negociación es el consenso por la reforma. No es poco. Santa Fe se merece de una vez por todas una revisión de su carta magna y la dirigencia política tiene que estar a la altura. Que el bronce se lo lleve quien quiera. Hay leyes, derechos y reclamos que merecen atenderse y actualizarse.
CON INFORMACION DE LETRA P.






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