Lorenzetti: “El deterioro ambiental es cada vez más profundo"

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  • La jornada “A 10 años de Laudato si’” en la Pontificia Universidad Católica Argentina reunió a figuras destacadas como el juez Ricardo Lorenzetti y el Monseñor Vincenzo Paglia, promoviendo una reflexión crítica sobre la ecología y la Inteligencia Artificial.
  • La encíclica Laudato si’ invita a un cambio de paradigma que integre la ecología en ámbitos económicos, culturales y sociales, destacando la necesidad de cuidar “nuestra casa común”.
  • Lorenzetti advierte sobre un colapso ambiental inminente y enfatiza que somos la última generación capaz de hacer una diferencia ante el cambio climático.
  • La discusión sobre la IA introduce dilemas éticos y morales, cuestionando el control y los fines de su desarrollo, y resaltando la necesidad de alinearla con valores humanos.
  • Lorenzetti llama a jueces y magistrados a defender un estado de derecho en crisis, recordando que la democracia va más allá de elecciones y requiere debate profundo.
  • Se destaca la importancia de un humanismo sistémico, uniendo la Iglesia, el sistema judicial y la sociedad para restaurar la esperanza y dignidad de todos.
  • La jornada se presenta como un punto de partida para reflexionar sobre el futuro del planeta y la humanidad, instando a la acción colectiva.

La reciente jornada “A 10 años de Laudato si’: de la ecología integral a la Inteligencia Artificial”, celebrada en la Pontificia Universidad Católica Argentina, ha captado la atención de diversos sectores de la sociedad. La participación del juez de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, junto a importantes figuras como el Monseñor Vincenzo Paglia y otros académicos y líderes sociales, añade un peso relevante a una discusión crítica que trasciende lo meramente académico.

La conmemoración de la encíclica Laudato si’ no es solo un hito para la Iglesia Católica, sino una invitación a una reflexión colectiva sobre nuestro mundo. Al cumplirse una década desde su publicación, resulta evidente que el mensaje del Papa Francisco es más pertinente que nunca. La encíclica no solo llama a cuidar “nuestra casa común”, sino que plantea un reto más profundo: un cambio de paradigma que integre la ecología en un contexto más amplio que abarca la economía, la cultura y lo social. Lorenzetti ha señalado la necesidad de redimensionar esta problemática, entendiendo que la ecología va más allá de la conservación de especies; se trata de la manera en que vivimos y nos relacionamos con todo lo que nos rodea.

Lorenzetti advierte que estamos a la sombra de un colapso ambiental inminente. Esta no es una advertencia que debamos tomar a la ligera. En la era de la sobreexplotación de recursos y el cambio climático, la urgencia de actuar se torna cada vez más crítica. Somos, efectivamente, la última generación con la capacidad de marcar la diferencia. Ignorar esta realidad es, en última instancia, una forma de traición a las futuras generaciones.

La discusión sobre la Inteligencia Artificial (IA) agrega una dimensión fascinante y compleja al diálogo. La IA presenta un dilema moral y ético que debemos abordar con seriedad. Si bien la tecnología tiene el potencial de resolver problemas significativos, incluidos algunos relacionados con el medioambiente, también plantea riesgos sustanciales para la humanidad misma. Lorenzetti lo pone de manera clara: ¿quién controla estas herramientas y con qué fines? La posibilidad de abusos o malentendidos es real, y es responsabilidad de todos garantizar que el desarrollo tecnológico sea congruente con valores humanos, no su opuesto.

No menos importante es la llamada de Lorenzetti a los jueces y magistrados a ser defensores activos de un estado de derecho que parece, en muchos aspectos, estar en crisis. La democracia no debe ser vista únicamente a través de la lente de elecciones o golpes de estado; es un sistema que se nutre de discusiones profundas y el enfrentamiento de ideas. La inacción frente al deterioro de las instituciones es, quizás, el mayor enemigo del estado democrático. La reflexión sobre cómo redescubrir la democracia de argumentos es apremiante y, sin lugar a dudas, la responsabilidad de los poderes judiciales es fundamental en este proceso.

Finalmente, el llamado al humanismo sistémico que Lorenzetti menciona es esencial. La esperanza debe ser restaurada, pero no puede ser un esfuerzo individual; debe ser un movimiento colectivo, uniendo a la Iglesia, el sistema judicial y la sociedad en general. Es un claro recordatorio de que el verdadero humanismo es aquel que abarca y se preocupa por la dignidad de todos, en un enfoque inclusivo. La lucha por los derechos humanos y el respeto a la dignidad de cada individuo no debe ser relegada, sino que debe ser el núcleo de nuestras conversaciones y acciones.

En definitiva, la jornada no solo fue un homenaje al legado del Papa Francisco, sino que se convirtió en un punto de partida hacia una reflexión necesaria y urgente sobre el futuro de nuestro planeta y la humanidad misma. Ahora corresponde que cada uno de nosotros actúe en consecuencia.

 


 
 
 

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