Pullaro está listo para jugar en la liga grande

OPINIÓN Juan Palos
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Juan de los PalotesJuan Palos

Maximiliano Pullaro ha decidido salir de los límites de Santa Fe y hacer una declaración de intenciones en la arena política nacional. Su anuncio junto al frente Provincias Unidas marca un cambio significativo: está listo para jugar en la liga grande, con la aspiración de ser el arquitecto de una nueva construcción federal. Pero la pregunta que surge es: ¿puede realmente Pullaro convertirse en un referente nacional o se quedará en el intento para las elecciones de 2027?
Es notable cómo, tras meses de silencio mediático, Pullaro ha optado por hablar. Su decisión de ofrecer entrevistas a figuras destacadas como Luis Novaresio y Eduardo Feinmann no es simplemente un regreso al escenario; es una estrategia calculada. Las declaraciones retadoras que realizó —como afirmar que “el próximo presidente será de este espacio” o lanzar una dura crítica a Néstor Kirchner— revelan que no solo busca hacerse escuchar, sino también posicionarse como un líder con una agenda clara.
La ruptura con la moderación que solía ejercer en su gestión se hace evidente. Pullaro ahora emerge como un crítico sólido del gobierno nacional, lo que indica su intención de adoptar un rol protagónico dentro de un esquema político más amplio. Su integración en Provincias Unidas no es solo un cambio de equipo; es un salto hacia el poder que le permite redefinir su papel en la política argentina.
Sin embargo, su jugada más audaz podría estar en la elección de sus candidatos. Al ofrecer la cabeza de la lista a la vicegobernadora Gisela Scaglia y relegar a su propio partido a un tercer lugar, Pullaro está desafiando las normas de la política santafesina. Esta movida, que parece extraña en un territorio donde los líderes del partido suelen acaparar los mejores puestos, señala su disposición a construir alianzas amplias y a asumir riesgos significativos.
Además, esta estrategia refleja un entendimiento profundo del contexto actual, donde la colaboración entre fuerzas políticas se vuelve crucial. Al igual que Martín Llaryora en Córdoba, Pullaro está ampliando su base de apoyo, acercándose a intendentes peronistas que se distancian del kirchnerismo. Este enfoque inclusivo podría consolidar su poder en la provincia y darle un respaldo político que trasciende las fronteras partidarias.
Por otro lado, a pesar de su mensaje de humildad, Pullaro tiene una carta bajo la manga: la posibilidad de ser reelegido. Si decide seguir ese camino, no solo se convertiría en el primer gobernador santafesino en lograr dos mandatos consecutivos, sino que también tendría la oportunidad de darle un nuevo color a su gestión. Después de allanar el terreno para un presidente de su espacio, sería impensable que se limitara a un enfoque provincialista.
En definitiva, Pullaro está demostrando que su ambición no tiene límites. Su transición a un papel más activo y su disposición a alterar las dinámicas políticas tradicionales hacen que su figura sea cada vez más relevante. Con un juego arriesgado, puede estar en camino a convertirse en uno de los líderes más emblemáticos de la política argentina, siempre y cuando logre navegar las complejidades de una carrera presidencial que promete ser feroz.

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