De dormir en un auto a estrella del pádel mundial

Federico Chingotto, apodado el “Súper Ratón”, celebra su historia de superación. Desde su primer cumpleaños, donde un ratón de cartón decoraba su torta, su vida ha sido un viaje de esfuerzo y sacrificio. Hoy, a los 20 años, es el número dos del mundo en Premier Padel, uno de los circuitos más prestigiosos.

La historia de Chingotto comienza en un Falcon, donde viajaba con su madre, Sandra, de torneo en torneo debido a la falta de recursos. Sin dinero para alojarse, las noches las pasaban en el auto, con su madre reclinando el asiento para que él pudiera dormir. En aquellos tiempos, un amigo carnicero les ofrecía comida para el viaje. “Tenía que dormir en el coche para poder competir”, relató el joven.

A los cinco años, Chingotto comenzó a jugar y, a pesar de las dificultades económicas y las críticas por su estatura —mide 1,70 metros en un deporte donde la mayoría supera 1,85—, nunca se rindió. Su entrenador, Matías Ortiz, lo guió a disfrutar el proceso de su desarrollo como deportista, lo que le dio fortaleza en los momentos de duda.

A los 18 años, Chingotto tomó la difícil decisión de mudarse a España para seguir creciendo en su carrera. “Sabía que estaba robando un pedazo de corazón a mis padres”, recordó, pero ellos lo apoyaron. Su llegada a Europa marcó un punto de inflexión; comenzó con pocos recursos, pero pronto comenzó a ahorrar para comprar un terreno para su familia.

En el circuito profesional, su habilidad defensiva lo hizo destacar rápidamente. Junto a su compañero Juan Tello, ganó cuatro títulos. En 2024, formó una nueva dupla con Alejandro Galán, quien le dio la oportunidad de competir al más alto nivel. Juntos alcanzaron 15 finales y se consolidaron como la pareja número dos del ranking.

Chingotto se mantiene optimista respecto a su futuro: “Creo que voy a ser número uno. Tengo un gran equipo detrás”. Su enfoque no se basa en el protagonismo, sino en maximizar el rendimiento de su compañero: “Trato de ayudarlo al cien por ciento”, afirmó.

Durante su regreso a Argentina, Chingotto se dedicó a firmar autógrafos y compartir su historia con jóvenes deportistas. Su mensaje para ellos es claro: “Luchen por su sueño, que todo es posible. La mayor limitación la tiene uno mismo”.

De aquel niño que dormía en un Falcon, hoy emerge un campeón que brilla en los estadios más importantes del mundo.