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El atentado contra Cristina Kirchner profundizó la grieta: quiénes son los dueños del amor y del odio

POLÍTICA 03/09/2022 Facundo CHAVES
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“En honor a todos nuestros compatriotas es que hacemos este llamamiento a la unidad nacional pero no a cualquier precio: el odio afuera”. La voz de Alejandra Darín resonó en la tarde de ayer ante decenas de miles de personas convocadas para repudiar el salvaje, repudiable e inaceptable intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Kirchner. En un palco frente a la Plaza de Mayo y de espaldas a la Casa Rosada, la gremialista de las actrices y los actores habló rodeada de funcionarios, sindicalistas, dirigentes sociales y de derechos humanos. Oficialistas todos.

Fue una plaza que se hizo dueña del amor y del odio. Que interpretó el funcionamiento del Poder Judicial -con sus jueces, fiscales, defensores y códigos- como una conspiración, un acto de venganza contra la política más poderosa del país y quien conduce la coalición de gobierno. Extraños verdugos que llegaron a sus cargos con los votos del mismo PJ que, desde 1983, controla la mayoría del Senado y las designaciones, remociones y ascensos del Poder Judicial de la Nación.

Tanto en las calles del centro porteño, como en radios, televisión y redes sociales, el mensaje dominante vinculó el atentado de Fernando Sabag Montiel contra Cristina Kirchner con la acusación del fiscal Diego Luciani, que pidió 12 años de prisión e inhabilitación perpetua por corrupción en la obra pública de Santa Cruz. Según esa mitología, a ese magistrado como a los jueces los une un hilo rojo con opositores de Juntos por el Cambio y periodistas independientes. Son los ejecutores del odioso lawfare.

Ese planteo agitó la movilización, que empezó desde temprano y en el momento de mayor convocatoria, según estimaciones de especialistas consultados por Infobae, superaron las 70 mil personas. Muchas movilizadas por el aparato estatal, sindical y partidario, pero también militantes y ciudadanos de a pie que se sintieron convocados después de las impactantes escenas del intento de magnicidio en Recoleta.

El ministro del Interior, Eduardo Wado De Pedro, caminó por esa plaza y, después, publicó en Twitter: “No es un loco suelto ni es un hecho aislado: son tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios dándole lugar a los discursos violentos. Son los que sembraron un clima de odio y revancha, y hoy cosechamos este resultado: el intento de asesinato de Cristina Kirchner”.

El dirigente de La Cámpora -respetado y de diálogo abierto con universos a los que el kirchnerismo suele ser refractario- pareció condensar en su Twitter la confirmación de un giro de los seguidores de Cristina a posiciones más ligadas a la ortodoxia y el integrismo K.

“Nada se puede entender en estos tres años sin contemplar que los movimientos de la vicepresidenta están sincronizados con su suerte judicial”, explicaba en diálogo con este medio un veterano dirigente opositor, que agregaba: “Hay que tener en cuenta que como pasa en el frontón, cuanto más fuerte se le pega a la pelotita, con más fuerza vuelve”.

Una gran mesa contra el odio

La alocución de Alejandra Darín ocurrió después del encuentro que el presidente Alberto Fernández encabezó en la Casa Rosada. Allí se mostró en una mesa junto a Taty Almeyda y Estela de Carlotto, de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, decenas de dirigentes entre los que también sobresalían el formoseño Gildo Insfrán, los sindicalistas Pablo Moyano y Roberto Baradel o el periodista militante Ezequiel Guazzora.

“El intento de asesinato a nuestra vicepresidenta evidencia que la violencia y los discursos de odio no pueden tener lugar. Debemos construir consensos entre todos los sectores de la sociedad para defender la democracia y recuperar la paz social”, afirmó el presidente, junto a la foto que se lo muestra con esos dirigentes sociales, empresariales, sindicales, políticos y gobernadores.

Estuvieron empresarios como Daniel Funes de Rioja (UIA), Gustavo Weiss (Construcción) y referentes religiosos y de colectividades. No hubo unanimidad. De hecho, la DAIA se retiró, según explicó su titular Jorge Knoblovits, “debido a que el documento posee un alegato político partidario”. Y agregó: “Se deben eliminar los discursos y las acciones violentas desde todos los sectores de nuestra sociedad para garantizar el bienestar de la república y la democracia”.

Fue un signo de discordia que los analistas de opinión pública están analizando con algunos datos de encuestas previas, pero que van a requerir, según reconocieron tres importantes consultores, de una medición nueva sobre cómo absorbió la sociedad la imagen impactante del arma de Sabag Montiel a centímetros de la cabeza de la vicepresidenta.

De Massa, a Macri y Larreta

El intento de magnicidio y la radicalización de las diferencias tuvo un impacto institucional en el Congreso, más precisamente en la Cámara de Diputados. Como anticipó Federico Millenaar en Infobae, el PRO y el radicalismo exigían para estar en la sesión de este mediodía para condenar el atentado contra CFK un proyecto que no incluyera a la oposición como responsable de los discursos de odio.

Con paridad de fuerzas entre el Frente de Todos y los bloques opositores, la flamante presidenta de la Cámara baja, Cecilia Moreau, tiene la misión de encontrar la diagonal para sintonizar con la partitura que esperan en Juncal y Uruguay y que la oposición pueda tolerar aprobar. No hay sector político que no esté dispuesto a condenar la violencia política y un episodio que puso a la Argentina al borde del abismo. A última hora del viernes fatigaban el WhatsApp de diputados del interior y la izquierda para garantizarse el quórum.

A propósito de Moreau, su antecesor y jefe político, Sergio Massa, continuaban con los preparativos del viaje a Estados Unidos, confiando en que el shock por el intento de magnicidio no interfiera en las reuniones con autoridades del FMI e inversores. En su equipo de colaboradores tomaban como una señal, el mensaje que publicó el secretario de Estado, Anthony Blinken.

“Estados Unidos condena enérgicamente el intento de asesinato de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, Cristina Kirchner. Estamos con el gobierno y el pueblo argentinos en el rechazo de la violencia y el odio”, publicó en su cuenta de Twitter el jefe de la diplomacia de Joe Biden. Massa estuvo en diálogo permanente con Cristina Kirchner y Alberto Fernández, con quienes acordó no alterar en nada la organización de esa misión, clave para fortalecer las reservas. Es que la sustentabilidad económica y sobre todo política dependen de la estabilidad y el orden de las cuentas públicas.

Por su parte, Mauricio Macri, el líder del PRO, inició su viaje a Ruanda para cumplir con tareas de la Fundación FIFA. Antes, habló con Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal. Son los tres dirigentes a los que les ve chances de presidenciables y con quienes compartió su mirada sobre el atentado que sufrió la vicepresidenta.

Si bien transmitió la condena contra todo hecho de violencia política tuvo una mirada crítica sobre el discurso de Alberto Fernández, el feriado nacional y la convocatoria a una marcha partidaria. Macri evitó ponerse del lado de Rodríguez Larreta ni de Bullrich, pero les pidió a todos que las discusiones internas sean con respeto y sin agresiones personales. En la tierra de las mil colinas y de los gorilas de montaña, Macri se enfocara en las actividades benéficas de la Fundación FIFA, pero conectado a la realidad argentina.

Mientras tanto, Horacio Rodríguez Larreta dio por cerrada la discusión con Patricia Bullrich, mientras en su entorno se vivía como una silenciosa victoria haber quedado completamente desvinculados de todo lo que pasó en la puerta de la casa de la vicepresidenta. Es que el fallo de Roberto Gallardo los obligó a correrse de la seguridad de Cristina Kirchner y dejar todo en manos de las fuerzas federales. Ni siquiera las cámaras de vigilancia quedaron funcionando por la orden de ese polémico juez porteño.

“El vallado fue un dolor de cabeza, pero ¿qué hubiera pasado si era la Policía de la Ciudad la que tenía la custodia de la zona?”, especulaba anoche una fuente porteña. Más allá de eso, Rodríguez Larreta le envió un mensaje tanto al presidente Alberto Fernández como al ministro De Pedro para solidarizarse con la vicepresidenta y para ponerse a disposición.

Lo concreto es que en medio de una crisis política de la envergadura de un intento de magnicidio las seis o siete figuras políticas más importantes del país -Cristina Kirchner, Alberto Fernández, Sergio Massa, Mauricio Macri, Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Elisa Carrió- no se hablan. Es que los divide el amor y también el espanto.

Fuente: Infobae

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