Estamos al borde del abismo y habrá hambre en Argentina



Por Carlos ZIMERMAN

Lo que sucede en Argentina no es para nada nuevo, se están aplicando recetas que nunca dieron resultados y que llevamos años y años intentando salir adelante y la realidad es que estamos estancados y con pocas perspectivas de poder decir que vamos a vivir mejor. todo lo contrario.
Nos esperan tiempos demasiados duros, en donde la clase media va a pagar las principales consecuencias, porque por más que los candidatos ganadores y con posibilidades serias de asumir el poder el 10 de diciembre de este año, como lo son Javier Milei y Patricia Bullrich se empeñen en decir que van a sacar los planes sociales y los piqueteros, todos sabemos que eso por ahora es imposible porque directamente el país puede implosionar como nunca antes pasó.
Este momento tiene mucho del Rodrigazo, solo que el país era otro, la pobreza era mínima en esa época y por sobre todo había trabajo y no existían los planes sociales que hoy suman por millones. También hoy tenemos muchos componentes de la hiperinflación del Doctor Raúl Alfonsín, y también podemos decir que el contexto es muy diferente, sobre todo por la baja desocupación de la época y los niveles también de pobreza, los que en esa época nos asustaba y hoy es casi un número aspiracional.
Donde quizá tengamos mayor coincidencia es con la crisis del año 2001, solo que en esa época el principal reclamo de la gente y lo que hizo estallar todo por los aires fue el perverso "corralito" impuesto, aunque a decir verdad y a fuerza de no caer en una necedad absurda, era tanta la desconfianza hacia el sistema bancario, que hasta se puede entender la medida adoptada.
Quizá si el "corralito" implementado por Domingo Felipe Cavallo, el ministro de Economía del presidente De La Rúa, se hubiese implementado en estos tiempos modernos, en donde la tecnología es moneda corriente, la cosa sería absolutamente diferente, ya que hoy las billeteras virtuales y el dinero electrónico cumplen un rol que para aquella época era absolutamente desconocido. Hoy un hipotético y por ahora innecesario "corralito" se podría sobrellevar mucho mejor.
Este momento que vive la Argentina tiene componentes de los anteriores tres mencionados, pero ahora hay una marcada e inaceptable desocupación para un país de la riqueza de Argentina, existen los planes sociales y los piqueteros, responsabilidad exclusiva del kirchnerismo, pero también hay hogares con hambre, que ni siquiera pueden llegar al día 15 de cada mes y los gastos y necesidades son otros. En 2001 la internet, así como el cable de TV y la telefonía celular eran algo absolutamente superfluo y no generalizado, hoy no, hoy forman parte de las necesidades básicas de cualquier argentino y así muchas otras cosas que casi resultan imposible de recortar y es muy largo y aburrido enumerar.
Hoy el país está virtualmente paralizado los comerciantes no tienen precios y no saben si venden van a poder reponer la mercadería, lo más seguro que no, por lo que algunos decidieron cerrar las puertas hasta que exista un atisbo de mediana normalidad, cosa de la que soy por ahora negativo.
La devaluación sin un plan del gobierno fue directamente un robo difícil de digerir e interpretar, casi que suena más a un castigo post PASO electoral por la derrota del gobierno que una medida estudiada y necesaria.
Argentina está al borde del abismo y muy posiblemente muchos hogares pasen hambre, algo impensado hace unos años. No se ve un horizonte en el corto plazo, y las propuestas de Milei, el candidato más votado y con más posibilidades de ocupar ¿a partir del 10 de diciembre? el sillón de Rivadavia, asustan y mucho. Me permito dudar de la fecha de asunción del nuevo gobierno, porque la historia nos marca el exitismo de la ciudadanía cuando ya sabe quien la va a gobernar y el país se encuentra en ruinas. La gente quiere que se vayan cuanto antes, la impaciencia carcome literalmente al mandatario en ejercicio. Ya sabemos todos como fue la historia de otros presidentes que tuvieron que dejar antes el poder.
Argentina casi que está viviendo una pesadilla, una pesadilla en donde se escuchan propuestas muy reñidas con su idiosincrasia y su cultura: libre portación de armas por parte de los ciudadanos, un sistema educativo difícil de entender y contrario a lo que marca nuestra Carta Magna que habla de una educación gratuita que es orgullo de gran parte de los ciudadanos y que permitió que mucha gente llegue al aspiracional título universitario, al igual que el sistema de salud, venta de órganos, y una dolarización que parece imposible de llevarse a cabo en las actuales condiciones.
Milei tampoco aporta mucho a la institucionalidad y a la república cuando manifiesta que está para gobernar ya, transformándose casi en un golpista al que no le interesa las instituciones de la Nación. Desde el domingo se lo viene escuchando a Milei hablando con la misma bronca que lo hace Cristina Kirchner, con el mismo odio y resentimiento.
Los argentinos estamos cansados de las peleas y las discusiones que a nada nos llevó a lo largo de casi 40 años de democracia, parece que los políticos no lo comprendieron y todo lo que hacen es agraviar al circunstancial rival, insultarlo y defenestrarlo. Argentina no soportas más grieta, la gente está cansada, casi que podría decir asqueada.
Es cierto que todos estamos cansados de los dirigentes políticos que nos llevaron a este desastre, es cierto que es necesario un recambio generacional urgente, es cierto que quizá estemos transitando ese camino, pero es imposible que ello suceda con la implementación de políticas imposibles y que van a generar mucha hambre en la Argentina.
Hoy no puedo ser optimista, el domingo el cachetazo para todos, no solo para el peronismo, fue muy grande. Basta con ver las imágenes de quienes acompañaron a Milei casi haciendo un saludo fascista, nos origina mucha incertidumbre y por sobre todas las cosas miedo. Argentina debe unirse para sacar al país adelante, no es un slogan, es una realidad que los que tenemos la posibilidad de estudiar las políticas de otros países y visitarlos y ver como viven, lo podemos decir. Los discursos extremos y los actos de gobierno extremos no nos van a llevar a ningún lado, solo al abismo, un abismo que por ahora se puede evitar, quizá en poco tiempo sea imposible, y el abismo para los que menos tiene es hambre, ni más ni menos.
