¿Quién le está tocando el Toto a Caputo?

OPINIÓN 03/07/2024 Marcelo Falak*
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Allá por el 18 de junio, Toto Caputo venía golpeado. Su plan económico ya mostraba la hilacha, el mercado financiero le empezaba a picar el boleto, el Fondo Monetario Internacional le presentaba un pliego de condiciones durísimas para siquiera empezar a discutir el envío de "plata nueva" y la anunciada llegada al gabinete de Federico Sturzenegger, alias "El Coloso", metía ruido.

Haciéndose entrevistar una vez más por el más amigo de sus periodistas amigos, Javier Milei dejó ese día una advertencia: "Caputo es el mejor ministro de Economía de la historia. Que digan lo que quieran, (pero) acá hay un jefe, que soy yo. Nadie va a violentar los logros de Toto (…). ¡Nadie le va a tocar el culo a Caputo acá; le corto la mano!". Pues bien, más allá del FMI siempre confianzudo y de un mercado financiero también toquetón, nada menos que un asesor del jefe de Estado metió mano ayer… ¿por iniciativa propia?

Lo ocurrido lleva a preguntarse por el eventual cumplimiento de la coránica amenaza presidencial o, en su defecto, por cuál es la autoría intelectual verdadera detrás el conato de asalto al Palacio de Hacienda.

¿Y dónde está el piloto, Javier Milei?

Lo dicho por el Presidente en aquella entrevista supuso el blanqueo de internas en el equipo del gobierno de ultraderecha, las que continúan desatadas sin que él se disponga a poner orden. Curioso, ¿no?

Como se sabe, Sturzenegger tiene destino de ministro, a cargo de una cartera a crearse para desregular radicalmente la economía gracias a las "herramientas" que el Congreso le regaló al Poder Ejecutivo con la ley Bases. También es conocida su mala relación –de larga data– con el titular del Palacio de Hacienda y, desde ya, los múltiples puntos en los que uno y otro podrían chocar en gestiones inevitablemente contiguas. Fuentes oficiales cuentan que ambos vienen protagonizando una puja sorda por el reparto de poderes y no resulta claro hasta qué punto El Coloso –alguien casi tan dogmático y alejado de la realidad de las personas de carne y hueso como Milei– limita su ansia de revancha personal a ese ministerio con forma de bola de demolición.

En ese contexto sorprende que Fausto Spotorno, a la vez asesor económico del mandatario y hombre cercano a Sturze, se encargue con cierta periodicidad de rayarle el auto a Caputo.

Dos días antes de la advertencia de Milei contra los manipuladores de zonas íntimas, Spotorno había sorprendido al calificar el Caputazo como un programa "claramente de transición, bien planteado, pero que no soluciona todos los problemas". El mismo, aventuró entonces, sería continuado por un plan "más mileísta".

¿A cargo de Caputo?, se le preguntó. "No lo sé, pero es cierto que Milei tiene otro economista de fuste pensando en desregulación y cosas de largo plazo, que es Sturzenegger", respondió mostrando el corazón.

Spotorno, parece, no escarmentó –nadie lo invitó a hacerlo– y este martes volvió a impactar al referirse a la aparición del último viernes del ministro de Economía. Según indicó, la exposición de la emisión cero y el traslado de los pasivos de la autoridad monetaria al Tesoro fue "un muy mal anuncio de una medida que no está mal, pero que podría haberse hecho con un comunicado del Banco Central"."El resultado fue lo que pasó en los mercados", lo responsabilizó por el porrazo financiero del lunes.

Eso "demuestra que ahora los errores se los van a facturar al Gobierno. Siempre pasó en la historia económica argentina que en los primeros dos o tres meses las culpas son del gobierno anterior, pero ahora te los pueden empezar a facturar a vos", advirtió –al propio Milei– sobre lo mucho que está en juego. Actúa como si estuviera poseído por el espíritu de Andrés Larroque y tuviera enfrente a Martín Guzmán.

Se supone que una cosa es asesorar a un jefe de Estado y otra juzgar, cual librepensador, la actuación de miembros del equipo de gobierno. Acaso Milei, como fanático de la libertad que es, habilite semejante laissez faireen su corte. O acaso las acechanzas en torno a Caputo provengan de direcciones impensadas.

Los mercados alterados de Toto Caputo

La recesión no cede, el consumo y la recaudación tributaria no mejoran y, al revés de lo que sostiene Milei, los ingresos populares distan de recuperarse. Encima, los indicadores financieros no dejan de deteriorarse, lo que constituye el peor escenario para un ministro que, si por algo es reputado, es por su habilidad y su osadía temeraria –con la tuya, contribuyente– para jugar en el mercado.

De récord nominal en récord nominal, los tipos de cambio paralelos no dan tregua.

Más serio, el riesgo país, la medida de las chances del país de pagar o refinanciar normalmente los vencimientos de deuda, cerró otra vez en alza, aunque por debajo de sus máximos de la rueda, en los que se había acercado peligrosamente a los 1.600 puntos básicos.

Las razones de la tendencia son conocidas y han sido ya dichas y repetidas en este medio: baja exagerada de tasas de interés –un error con el que se cebaron Caputo y Santiago Bausili para licuar los pasivos del BCRA–, lo que incrementó el atractivo por la divisa estadounidense; una política cambiaria que atrasa semana a semana el dólar oficial frente al resto de los precios; el fracaso estrepitoso de la temporada alta de los sojadólares, sin la acumulación de reservas necesaria; de la mano de esto, prolongación, sin esperanza de levantamiento a la vista, del cepo que mantiene maniatada a la actividad; sin divisas suficientes, dudas crecientes sobre la capacidad del país de honrar vencimientos por 12.000 millones de dólares el año que viene, entre otras.

De hecho, este martes el Central apenas si pudo sumar dos millones de dólares. Tres empanadas… Bueno, dos.

A eso se añaden dudas sobre la sustentabilidad de un ajuste fiscal que se ha traducido en superávit en base a licuaciones y recortes muy difíciles de sostener, y a contabilidad creativa que ignora compromisos que no se pagan y se patean.

El combo es completo.

La desconfianza no es sólo argentina

El mercado nacional es pequeño, por lo que resulta clave lo que pasa en Nueva York con los papeles de la deuda pública y las acciones.

Todd Martinez, director senior en la calificadora de riesgo Fitch, estimó que "el mercado está empezando a cuestionar la sustentabilidad de este programa económico". Este medio había avisado…

¿También Wall Street estará lleno de zurdos empobrecedores?

Debe ser. No por nada los analistas de dos grandes bancos como JP Morgan y HSBC se hicieron eco del paso en falso del viernes al advertir el riesgo que asumen los bancos por el traslado de los pases –los instrumentos de cortísimo plazo que se les entregan a cambio de los pesos de los ahorristas para controlar la liquidez– de la órbita del Banco Central al Tesoro. Como se dijo, el Estado es uno solo, pero eso recarga con pesos equivalentes a 12.000 millones de dólares y vencimientos diarios de intereses al segundo, la más comprometida de sus representaciones.

BCRA, no aclares que oscurece

Las autoridades les habían explicado a los bancos –ya demasiado expuestos a riesgo soberano y sin espacio desde 2001 para jugar con su credibilidad de cara a los tenedores de depósitos– que la nueva Letra de Regulación Monetaria (LRM) será emitida por el Tesoro, pero administrada por el Central, que fijará además la tasa de interés. Raro… el Central decide, pero paga el Gobierno. Según cálculos gruesos y dado el stock actual de pases pasivos, esa cuenta asciende a la friolera de unos 750.000 millones de pesos por mes, la que, para ser servida, debería inaugurar una era de ajuste infinito.

Ante la persistencia de los cuestionamientos, la autoridad monetaria les aclaró que, en última instancia, será ella la garante de que esos pagos se realicen. ¿Al final tanto para nada? Se puede indagar sobre las motivaciones de Spotorno para decir lo que dijo, pero no se le puede negar cierta razón.

La preocupación sobre la carga de deuda del Tesoro –el que, efectivamente, le debe una vela a cada santo– crece en la medida en que, como exige el FMI, la licuadora se desenchufará y la tasa de interés de referencia será superior a la inflación. Con esto se busca amarrar a los ahorristas al peso y desalentar la dolarización de sus carteras a través de mejores retribuciones para los plazos fijos.

Esa decisión sobre la tasa, cabe reiterar, revierte lo hecho hasta el momento por el ministro de Economía y el presidente del Banco Central, ningunea los gritos dolarizadores del Presidente y marca la imposición del FMI en su enfoque más férreamente ortodoxo sobre cómo debe continuar el ajuste. Aunque la receta resulte todavía más recesiva, inflacionaria, socialmente dolorosa y políticamente inconveniente para el Gobierno.

Tal vez Caputo necesite un break ante tanto acoso. Un descanso, como el que se tomó en septiembre de 2018 en plena corrida cambiaria durante el gobierno de Mauricio Macri.

¿Quiénes lo estarán incitando hoy a sacar pasaje?

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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