Es hora de hacer algo con las veredas en Rafaela, la gente lo pide y no se le puede dar la espalda
RAFAELA R24NNadie pone en tela de juicio que el problema de las veredas en Rafaela Leonardo Viotti lo heredó de Luis Castellano, que nada hizo durante todos sus años de gobierno, pero es hora que el actual intendente se decida a darle una solución. La situación ya es insostenible y Viotti debe tener el coraje necesario para revertir una situación, como dijimos antes, heredada, pero que requiere de una determinación inmediata. Viotti no puede hacer lo mismo que Castellano y mirar para otro lado, la gente se lo pide y la ciudad lo necesita, llegó la hora de actuar.
Hace mucho tiempo que venimos reclamando que las veredas del centro de Rafaela son imposible de transitar y a decir verdad, no es un problema de Viotti, es algo que heredó y que inexplicablemente su antecesor, Luis Castellano, no hizo nada para solucionar. Tampoco Viotti se decide a darle a los vecinos una solución.
A diario podemos ver a la gente mayor caerse transitado las veredas, ni que hablar los días de lluvia que al estado deplorable se le agrega que por la caca de las palomas, el suelo se hace absolutamente resbaladizo, por lo que transitar por las veredas pasa a ser una tarea peligrosa.
Entendemos que la tarea no es tan difícil y que es cuestión de tomar la decisión, la Municipalidad debe obligar a los frentistas a que reparen las veredas, eso pasa en cualquier ciudad del mundo, no hay otra solución. Es cuestión de perder el miedo al enojo de un grupo minúsculo para que se beneficie el conjunto de la sociedad.
Se debe emplazar a los frentistas, y si el mismo no se cumple, ahí sí debe intervenir el Estado y encargarse de las reparaciones y con posterioridad hacer el apremio correspondiente, pero hay que tomar la decisión y por lo que parece la voluntad no existe, mientras tanto es la gente mayor la gran olvidada, la que tiene que hacer peripecias para poder caminar sin caerse con el riesgo que ello conlleva.
Viotti debe salir a caminar la ciudad, es imprescindible que compruebe personalmente los riesgos que conlleva transitar las veredas de la ciudad que el dirige. Hay que salir de los escritorios y hablar con la gente, escuchar los verdaderos problemas, es muy saludable y seguramente su actitud va a cambiar.