


Lisandro Mársico, tras su mandato al frente del Concejo Municipal de Rafaela, emitió un mensaje que resonó tanto en la comunidad política como en la ciudadanía. En la nota con R24N subrayó un compromiso con la autonomía y la independencia en la función legislativa, algo que es fundamental en cualquier democracia saludable pero que a menudo se ve amenazado por la lealtad ciega a un partido o a un líder.
En su intervención, Mársico expresó que, aunque se siente parte del espacio oficialista, esto no implicará una sumisión incondicional a las directrices del intendente Leonardo Viotti. Este mensaje es crucial en un contexto municipal donde las dinámicas de poder pueden influir en las decisiones que afectan directamente a los ciudadanos. La independencia del Concejo es un pilar para garantizar que las políticas públicas se formulen y evalúen con un sentido crítico, buscando el bienestar común en lugar de dejarse llevar por la inercia del sistema.
El uso del término "obediencia debida" no es trivial; sugiere una reflexión sobre las responsabilidades de los representantes electos frente a la autoridad ejecutiva. Mársico parece abogar por un enfoque en el que la colaboración y el diálogo sean la norma, en lugar de un esquema en el que se priorizan las órdenes sobre el análisis crítico y la discusión abierta.
Además, esta postura puede ser vista como un llamado a otros concejales y a la comunidad en general a adoptar una actitud proactiva y participativa. En un momento en que muchos ciudadanos se sienten desencantados con la política, el mensaje de Mársico podría funcionar como un aliciente para fomentar la participación y el interés en los procesos locales.
El contexto político en Rafaela, caracterizado por tensiones internas y expectativas de cambio, hace que estas palabras de Mársico sean aún más relevantes. Este enunciado no solamente marca un posicionamiento frente al actual intendente, sino que también establece un precedente para futuras interacciones entre el poder legislativo y ejecutivo en la ciudad.
Las implicaciones de su mensaje son profundas: invitan a una reflexión sobre el concepto mismo de representación y sobre la necesidad de que los concejales actúen como verdaderos representantes de la ciudadanía, guiados por principios de transparencia y responsabilidad, en lugar de ser meros ejecutores de un programa político.
En resumen, Lisandro Mársico, al manifestar su intención de mantener su independencia, no solo se dirige a la administración actual de Leonardo Viotti, sino que también lanza una invitación a reconfigurar las relaciones de poder en la política local, buscando un equilibrio entre colaboración y crítica constructiva por el bienestar de Rafaela.






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