De la montaña rusa al reordenamiento: el desafío del Banco Central para estabilizar las tasas en 2026

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
mercados-finanzas-vivo-acciones-bolsas-inversiones-tasas-cedears
  • Las tasas mostraron alta volatilidad en 2025 tras la salida de las LEFIs y el intento fallido de una tasa endógena.
  • El BCRA pasó de un exceso de liquidez a un fuerte apretón monetario con encajes en máximos históricos.
  • La intervención vía simultáneas en BYMA permitió fijar un piso de tasas sin hacerlo explícito.
  • Tras las elecciones, el Central inició una baja de tasas y un desarme gradual del apretón monetario.
  • El nuevo esquema apunta a ordenar la curva e incentivar inversiones a plazos más largos.
  • Para 2026, se espera una compresión de tasas condicionada al frente cambiario y al acceso al financiamiento externo.

La dinámica de las tasas de interés dejó en 2025 una de las postales más inestables de los últimos años. Desde mediados de año y hasta las elecciones legislativas de octubre, el mercado atravesó una secuencia de decisiones oficiales, correcciones forzadas y tensiones financieras que derivaron en una marcada volatilidad, especialmente en los instrumentos de corto plazo. La salida desprolija de las LEFIs y el fallido intento por alcanzar una tasa plenamente endógena fueron el punto de partida de un proceso que culminó en un fuerte apretón monetario, con encajes bancarios en máximos históricos y una intervención cada vez más activa del Banco Central sobre el nivel de las tasas.

El giro se produjo en junio, cuando el BCRA dio por cerrada la etapa en la que la tasa de interés funcionaba como ancla del proceso de desinflación y avanzó hacia un esquema basado en el control de los agregados monetarios. La apuesta oficial era que la inflación dejara de disciplinarse vía tasas —que habían sido negativas en términos reales— y pasara a hacerlo a través de una restricción más directa sobre la cantidad de dinero. En ese marco, la eliminación de las LEFIs y el aumento de los encajes bancarios resultaron determinantes para la posterior inestabilidad.

El desarme de las LEFIs liberó cerca de 10.000 millones de dólares equivalentes en pesos, lo que inicialmente hundió las tasas cortas. Sin embargo, la reactivación de los pases pasivos, sumada a licitaciones de emergencia del Tesoro para absorber liquidez, no logró ordenar el mercado. Los bancos no se volcaron masivamente a las Lecaps, como esperaba el Gobierno, y la incertidumbre electoral, combinada con la presión cambiaria, alimentó una fuerte volatilidad en instrumentos como las cauciones bursátiles.

A medida que crecía la tensión sobre el tipo de cambio, el equipo económico profundizó el apretón monetario. Los encajes bancarios escalaron a niveles no vistos desde la salida de la hiperinflación y el sistema pasó, en pocas semanas, de un exceso de pesos a una crisis de liquidez. Ese endurecimiento impactó de lleno en las tasas de corto plazo y desarticuló la curva de rendimientos en pesos, obligando al Central a desplegar una batería de herramientas para administrar el circulante.

En una primera etapa, la autoridad monetaria ofreció liquidez a los bancos mediante pases activos, pero al mismo tiempo absorbió pesos por otras vías. En agosto, el BCRA volvió a recalibrar su estrategia: dejó de intervenir en el mercado de repos y comenzó a utilizar la rueda de simultáneas de BYMA como instrumento para fijar un piso a las tasas, con el objetivo de mantener cierto control sin exhibir de manera directa los montos de intervención.

El escenario empezó a cambiar tras las elecciones de octubre. Con el resultado político despejado, el Banco Central inició una baja gradual del piso de tasas, que actualmente se ubica en torno al 20% nominal anual, y comenzó a desarmar el apretón monetario mediante una reducción progresiva de los encajes. En diciembre, ese proceso se profundizó con el anuncio de una “normalización” del esquema de encajes, junto con la recalibración de las bandas cambiarias y un plan para recomponer reservas a medida que se recupere la demanda de pesos.

Según analistas del mercado, el nuevo esquema apunta a un corredor de tasas implícito, definido a través de operaciones de mercado abierto con Lecaps y repos. La estrategia busca incentivar a los inversores a extender plazos, pagando menos por los instrumentos de muy corto plazo del BCRA que por la deuda del Tesoro, con el objetivo de ordenar la curva en pesos. Para varios especialistas, se trata de un diseño más coherente que el vigente durante la primera mitad del año.

De cara a 2026, las proyecciones coinciden en que podría haber una compresión adicional de las tasas, aunque condicionada por la nominalidad y el frente financiero. Si el Central logra reducir los encajes a niveles previos a agosto, los bancos contarían con mayor liquidez y podrían abaratar el crédito, especialmente para las empresas. El desafío estará en sostener ese proceso en un contexto de alta mora en el crédito a las familias y con la necesidad de que el país recupere el acceso al financiamiento externo para evitar nuevas tensiones sobre el tipo de cambio.

ÚLTIMAS NOTICIAS
Te puede interesar
Lo más visto

PERIODISMO INDEPENDIENTE