



Por Carlos Zimerman
La situación de inseguridad en Rafaela no se puede minimizar como una mera "sensación", como intentó hacer el intendente Leonardo Viotti y su equipo, en particular el Secretario de Seguridad Juan Martínez Saliba, quien ha demostrado, en casi dos años de gestión, una alarmante incapacidad para gestionar este grave problema.
La inseguridad no es un fenómeno que se combata con discursos y mesas de discusión; requiere acción efectiva y decisiones estratégicas. Esclaro que lo que se necesita no es un grupo de disertantes que ofrecen opiniones superficiales, sino convocar a expertos reales en el asunto. Esto es indispensable para abordar un flagelo que mantiene a la sociedad rafaelina en estado de alerta y que, día a día, se torna más difícil de controlar.
La propuesta de crear el Foro de Seguridad, aunque a priori parece un paso en la dirección correcta, se siente como un “manotazo de ahogado”. Se trata de una iniciativa que, sin una política clara y concreta en materia de seguridad, no logrará el objetivo de pacificar Rafaela.
En su presentación, Viotti afirmó que había una necesidad de generar un espacio de articulación institucional, pero su enfoque plantea más preguntas que respuestas. ¿Es realmente este el camino para revertir la preocupante realidad de la inseguridad? Necesitamos ver resultados tangibles, no solo más reuniones.
Las palabras del intendente, al reconocer que la inseguridad en Rafaela no es un fenómeno nuevo, revelan una desconexión con la urgencia que requiere una respuesta apropiada. La insistencia en que el análisis de la delincuencia debe ser tanto cuantitativo como cualitativo es un punto válido, pero debe ir acompañado de acciones decisivas que muestren compromiso real con la seguridad. El valor de un foro radica en su capacidad para aportar soluciones, no solo en ser un espacio para escuchar y compartir estadísticas.
Rafaela no puede permitir que la política siga dando "manotazos" de ahogado. Es imperativo actuar con responsabilidad y capacidad, desarrollando una política de seguridad que sea clara, concreta y efectiva. De lo contrario, la ciudad podría convertirse en un lugar invivible, donde ninguna iniciativa, por más bien intencionada que sea, pueda revertir la creciente desesperación de sus ciudadanos. La inseguridad requiere de acciones decididas y no de más retórica. Es hora de que los funcionarios tomen el toro por las astas y enfrenten la realidad con la valentía y la competencia que la situación demanda.








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