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Santa Lilita

OPINIÓN 13/08/2022 Mónica Gutiérrez*
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Éramos pocos y habló Lilita. Tan mediática como pochoclera, Elisa Carrió arrancó la semana apoltronada en los sets del prime time. El minuto a minuto la sigue santificando.

La irrupción de la chaqueña metió ruido en la interna cambiemita. Fue tan extrema, tan extemporánea, que logró el efecto contrario al esperado. Lejos de acelerar las diferencias que convulsionan el interior de JxC, Lilita generó un frente común en su contra.

“Basta, Carrió”. La parada de carro de Patricia Bullrich alineó a los señalados. Otro Bullrich, Esteban, sumó sus argumentos: “Impunidad es también creer que uno puede decir cualquier cosa sobre los demás, evitemos esa actitud”. Teléfono para Santa Lilita.

La arremetida sumó a los referentes del PRO en el desconcierto. No saben muy bien qué hacer con ella. Algunos le tienen miedo. La asimilan a un barrilete sin cola. No entienden por qué sale con todo esto ahora.

“Siempre anda por el ripio, pero esta vez se fue al barro”, asegura un dirigente que la conoce bien. Una mirada que comparten varios de los “lilitos” que admiten por lo bajo que, una vez más, se fue de boca.

Sin vocación de poder real, Elisa Carrió recupera protagonismo con sus furibundas apariciones. Para muchos, ella se ocupa de advertir a propios y extraños acerca de su capacidad de daño. Reactualiza “la amenaza del rifle sanitario”. No le encuentran otra explicación a esta andanada. “Necesita subir el volumen para ser escuchada”, opinan los más piadosos en orden a encontrar una lógica a la erupción del volcán Carrió.

La idea de ir a la Justicia con los reclamos solo cabe para Rogelio Frigerio. Con el entrerriano ella cruzó un límite muy delicado. Se metió con la vida privada. Demasiado lejos.

No se entiende qué quiso hacer Carrió. Por el momento, solo daño. Está en su naturaleza, aseguran. “Ella va acumulando municiones y un día dispara todas juntas”. A tontas y a locas.

Ruidosa y temperamental, pero muy lejos de las angustias que en estos días fatigan a la gente, prolongó con sus apariciones públicas lo que Patricia Bullrich definió como un “espectáculo degradante”.

El silencio público de Mauricio Macri hace ruido. La tibieza del ex presidente para frenar la embestida alimenta las presunciones de que alguien le dio una palmadita en la espalda. Macri pide cuidar la coalición opositora “para que no se contamine con relaciones poco claras con el panperonismo”. Cualquier coincidencia con Lilita, ¿es pura casualidad?

Desde algún sector de JxC también miran fijo a Diego Santilli. Las internas bonaerenses se cocinan a fuego lento.

Son varios los que observan con recelo los remilgos de Horacio Rodríguez Larreta a la hora de confrontarla. “Salió muy forzado…tardó mucho en aparecer, antes consultó los focus group”.

Para los que tienen estos recelos con el jefe de Gobierno porteño es inentendible que Lilita lo haya dejado fuera de su línea de fuego ya que es compadre de Sergio Massa y de reconocida amistad personal con el ahora superministro.

Cuesta comprender, teniendo en cuenta que es justamente HRL quien trabaja para ampliar a la coalición abriendo el espacio a dirigentes de otras fuerzas, incluído en peronismo. Esta incongruencia desorienta a los que intentan encontrar una línea de racionalidad en la balacera de Carrió.

La líder de la Coalición Cívica se presenta como una suerte de faro ético y moral de la Nación. La mamá de la “Republiquita” ahora pretende expiar por adelantado las impurezas de la coalición opositora. Quiere purificar el espacio. Al menos, eso dice.

Hay quienes creen que los objetivos que la mueven son menos prístinos. En las últimas elecciones, la Coalición Cívica perdió dos bancas y estaría trabajando para recuperar esas posiciones. Necesita ganarse el favor de Horacio, se sospecha.

Si bien esta vez logró desdibujar las diferencias internas, el tema está en desarrollo. Todos quieren apagar cuanto antes este foco de incendio pero las suspicacias continúan. No son pocos los que preferirían que la ropa sucia se lave en casa. Menos Twitter y más Mesa Nacional.

Alguien le tiene que poner el cascabel al gato. Alguien tiene que tener lo que hay que tener y enfrentarla con una pregunta clave: ¿estás adentro o afuera Lilita? ¿A qué juego querés jugar?

Están los que reclaman una sanción más dura para con la buena de Elisa. Esta movida solo favorece al oficialismo. El encuentro de la alta dirigencia de la coalición prevista para el martes, por el momento, está suspendido. Después del almuerzo de este viernes los atribulados referentes del PRO decidieron soslayar el tema, desensillar hasta que aclare. Nada de alimentar a las fieras.

Si lo que pretende Carrió es señalar a Sergio Massa, por el momento solo consiguió distraer con este barullo de las dificultades que el nuevo Ministro de Economía está teniendo para salir adelante con su gestión. A más de diez días de asumir, Massa no ha logrado designar un viceministro. Se le está á complicando.

Tras oficializar el arribo de Gabriel Rubinstein al gabinete, hace ya una semana, entró en una suerte de berenjenal del que aún no ha podido salir. El economista designado no sólo parece haber sido objetado por sus definiciones en redes sociales en contra el kirchnerismo, sino que, lo más grave, no se ve con buenos ojos su versión sobre el rumbo económico. Una cuestión de fondo.

Hasta donde se deja ver, Massa pretende resolver los gravísimos problemas que afronta la economía con una suerte de bordado a mano. Por el momento, echa mano a las recetas ya conocidas: control de precios, pretendidos acuerdos sectoriales, bonos para jubilados y eventualmente subas salariales por decreto. De un plan general que fije un rumbo cierto para corregir las tremendas distorsiones macroeconómicas mejor ni hablar.

En la troika responsable de esta administración, cada cual atiende su juego. El Presidente está de gira. Todos los mediodías aparece discurseando en un escenario diferente. Sin segundas intenciones, a Massa se la hace difícil. Anuncia encuentros que no tienen fecha y sobre los cuales no parece haber decisión tomada (por Massa, claro) y se congratula por la situación que solo se vive en el planeta en el que solo Alberto Fernández habita.

“El tiempo me dió la razón, la economía se podía recuperar”, bramó exultante el jefe de Estado apenas unas horas antes de que se conozca el IPC de julio que alcanzó el 7,4%, el registro más alto en los últimos 20 años.

“Hay una sensación de estabilización y pudimos hacer frente a un intento de corrida y especulación cambiaria”, soltó liviana Gabriela Cerrutti. Atrapada en su propio reality, la portavoz sigue derrapando. Demasiado ruido en la comunicación del oficialismo.

Los analistas que suelen mirar la política con un sesgo psicológico observan con atención los movimientos de Alberto Fernández en estos días. Empieza a acusar recibo de la pérdida de poder que sufrió tras la llegada de Sergio Massa al Ejecutivo. En orden a compensar esa debilidad él también, como Lilita, busca recuperar protagonismo con actos, discursos y declaraciones. La aparición del Presidente en una reunión de Gabinete y su inesperada intervención en un escenario en el que no se hacía ver dan cuenta de que quiere seguir participando.

Cristina Kirchner aparece concentrada en enfrentar su situación judicial. El resto le es ancho y ajeno. Este viernes sumó al juez Jorge Gorini a la lista de los recusados del Tribunal que la está juzgando en la causa de Vialidad.

“La credibilidad de este juicio está herida de muerte”, dijo su abogado Carlos Beraldi. El fiscal Diego Luciani rechazó la recusación en su contra alegando que en su carácter de fiscal representa a la sociedad y que por lo tanto no puede alegarse supuesta falta de imparcialidad para sacarlo del medio. Calificó al intento como falaz y temerario y que se busca debilitarlo psicológicamente.

Con CFK entregada a tiempo completo a salir de estas situaciones, los cuestionamientos a Massa llegan desde otros frentes. La calle está que arde por las protestas sociales. En la CGT se velan armas en vísperas de la movilización del miércoles 17 y aún no se ha concretado el llamado a reunión alguna para hablar de reapertura de paritarias para permitir que “el salario le gane a la inflación”.

La sensación general del común de los argentinos no se condice con las percepciones de Gabriela Cerruti. Tampoco las urgencias de la mayoría coinciden con los desvelos de Carrió. Si el objetivo mínimo de Massa es estabilizar la economía y transmitir certidumbre y confianza, por el momento, no lo estaría logrando. Eso sí que quita el duelo.

 

 

* Para www.infobae.com

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