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La calesita electoral

OPINIÓN 11/02/2023 Mónica Guriéttez*
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La calesita electoral está girando. Siguen subiendo candidatos dispuestos a competir por el voto popular. Esta semana se sumó Lilita. La santa madre de la “republiquita” se presenta como prenda de unidad. Según lo ha expresado se propone restañar la grieta interior que afecta la coalición opositora.

“No pretendo ganar…lo que pretendo es que no haya un debate a muerte”. No hay por qué no creerle. Nunca con anterioridad logró imponer su candidatura presidencial.

La indefinición de Macri, quién en lo más íntimo de su fuero no tiene una decisión tomada acerca de si se subirá a las PASO, es un factor de desorden y confrontación que está dañando al PRO en particular y a la coalición opositora en general.

“El problema es del PRO”, dice la lideresa de la Coalición Cívica cuando le preguntan sobre este asunto. “Si Macri se quiere presentar, que se presente”, agregó. Siempre dispuesta a competir con quien pinte.

Por el momento el vertiginoso carrusel cambiemita transporta a Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Facundo Manes y sigue la lista.

La propuesta de Elisa Carrió es tener una enorme oferta electoral a la presidencia y gobernaciones, y una lista única de unidad de legisladores. Quiere que la interna solo defina quién será el presidente. La propuesta de diputados y senadores la pretende sellada a cal y canto.

El “debate a muerte” en Juntos por el Cambio se libra especialmente en el espacio del PRO. Halcones y palomas dirimen sus diferencias en los medios es una escalada que, por momentos, amenaza desmembrarlos.

La irrupción de Lilita no va a sumar votos pero seguramente permitirá reacomodamientos. Lo contradictorio de la movida es que en la interna ella sustraería votos a Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales. Esto aumentaría las chances Patricia Bullrich, una candidata con la que precisamente no viene coincidiendo. Lo mismo ocurriría si se presenta Mauricio Macri. Carrió terminaría siendo funcional a los sectores más duros del espacio.

Esta constatación refuerza la idea de que el verdadero objetivo de la buena de Lilita es recuperar poder simbólico y retener para su partido los legisladores que se ponen en juego en este turno electoral.

La conformación de listas de unidad evitaría, no sólo que la interna feroz durante la campaña haga detonar la alianza, sino que también ayudaría a garantizar gobernabilidad al futuro gobierno.

“La indefinición de Macri nos perjudica”, dijo Mario Negri, el jefe del Bloque de la UCR. Miguel Ángel Pichetto, desde más adentro, encara una suerte de “operativo clamor” para que Macri se decida.

“Juntos por el Cambio está en dificultades… más temprano que tarde tenemos que tener un liderazgo consolidado. El líder y la propuesta son los dos grandes temas de la lucha por el poder”, dijo.

Si las cosas están difíciles en la coalición opositora, mucho más complejo es el panorama para el oficialismo.

En el Frente de Todos no solo no despunta liderazgo alguno, sino que el enfrentamiento interno excede una cuestión de estilo, de tiempos, de modos en el manejo del poder. Las diferencias irreconciliables son personales, ideológicas y de proyecto.

El Presidente sigue atrapado en su propio reality. Alberto en el país de las maravillas se autopercibe competitivo y resiste a los que quieren bajarlo de sus aspiraciones. Es curioso porque a él como a Macri, le piden que de una vez por todas se defina y oficialice sus intenciones, cosa que hace a diario. Lo apuran. Es como que no se lo toman en serio.

La apretada de la semana la pegó Jorge Capitanich. El gobernador del Chaco está convertido en una especie de lugarteniente mediático de CFK.

Convencido de que ya no hay chance alguna de derogar las PASO, pretende ahora que cada espacio de los que conforman el frente tenga un único candidato que lo represente.

Desde esa perspectiva el Gobierno debe ser entendido como un espacio y no por lo tanto tener un único candidato. Nada de Alberto Fernández, Sergio Massa y Manzur en la grilla.

No parece Capitanich incluir a Eduardo “Wado” de Pedro en la zona de exclusión del Gobierno. De Pedro es ministro del Interior, integra el Poder Ejecutivo y viene de protagonizar varios encontronazos con el presidente pero está claro que ya sapo de otro pozo. La ministra Tolosa Paz lo invitó a definir de qué lado está y eventualmente irse pero la joven promesa de CFK, a quién el círculo rojo supo llenar de mieles sigue firme en el gabinete. Ni presentó su renuncia ni el presidente se lo pidió.

Massa también espera definiciones de Alberto. Ya dijo que no se puede ser ministro de Economía y candidato y también que el Presidente no puede competir en las PASO con su ministro de Economía. Así estamos. Un escenario de locos.

La Mesa Nacional está servida. El problema es que no todos los comensales quieren comer lo mismo. Alberto quiere hablar de estrategias electorales. El kirchnerismo quiere discutir las políticas que el Gobierno, que les guste o no integran, está llevando adelante. El trámite no viene fácil. Alguien terminará indigestado.

La sobreactuación de narrativa K a la que echó mano Alberto le está jugando en contra. La oposición ha hecho saber que no prestará quórum para actividad legislativa alguna hasta que no cese la embestida contra la Suprema Corte. Los empresarios están que trinan con el tema. Sin seguridad jurídica no hay inversiones ni economía que se sostenga.

La capacidad de daño de Alberto está intacta. Puede dañar a otros, pero también a sí mismo. No hay caso. No se puede estar en la misa y en la procesión.

 

 

* Para www.infobae.com

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