La Ley de Inocencia Fiscal y la apuesta oficial para repatriar la confianza de los ahorristas

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • El Gobierno impulsa la Ley de Inocencia Fiscal para dar garantías legales y penales a ahorristas.
  • El oficialismo sostiene que millones de argentinos protegieron sus ahorros por desconfianza en el Estado.
  • Se estima que existen unos 420.000 millones de dólares fuera del sistema formal.
  • El proyecto busca diferenciarse de los blanqueos anteriores y evitar cambios posteriores de reglas.
  • La iniciativa pretende enviar una señal de respeto por la propiedad privada y atraer capitales.
  • La oposición cuestiona sus alcances y advierte sobre posibles beneficios concentrados.

El Gobierno nacional impulsa en el Congreso la denominada Ley de Inocencia Fiscal, una iniciativa que busca dar garantías legales y penales a los ahorristas que, durante años, mantuvieron su dinero fuera del sistema formal como mecanismo de resguardo frente a la inestabilidad económica y la imprevisibilidad del Estado. El proyecto es presentado por el oficialismo como un punto de inflexión en la relación entre el fisco y los contribuyentes, con el objetivo declarado de reconstruir la confianza y estimular la reinserción de capitales en la economía.

El presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, Bertie Benegas Lynch, es uno de los principales defensores de la iniciativa. Desde su mirada, la ley parte de un diagnóstico estructural: millones de argentinos optaron por proteger sus ahorros fuera del circuito formal no por vocación especulativa, sino como respuesta a políticas fiscales cambiantes, confiscaciones indirectas y presiones impositivas crecientes. En ese marco, el legislador sostiene que la norma busca “poner reglas claras” y enviar una señal contundente de respeto por la propiedad privada.

Uno de los datos que sobrevuela el debate es la magnitud del ahorro argentino no declarado. Según estimaciones del sector privado citadas por el propio Benegas Lynch, existirían alrededor de 420.000 millones de dólares pertenecientes a argentinos fuera del sistema económico formal, tanto en el país como en el exterior. Para el oficialismo, ese volumen de recursos refleja no solo la desconfianza acumulada, sino también un potencial enorme para reactivar la inversión si se generan las condiciones institucionales adecuadas.

A diferencia de los blanqueos tradicionales, la Ley de Inocencia Fiscal intenta despegarse de experiencias anteriores que dejaron un saldo negativo en términos de credibilidad. El diputado remarca que, en el pasado, muchos contribuyentes regularizaron su situación para luego verse alcanzados por nuevas cargas impositivas o cambios en las reglas de juego. Esa secuencia, que definió como una “guillotina fiscal”, alimentó la percepción de que el Estado utilizaba los blanqueos como una herramienta transitoria y no como parte de una estrategia de largo plazo.

En ese sentido, el proyecto pone el acento en el respaldo jurídico. La idea central es ofrecer garantías explícitas de que quienes se acojan al régimen no serán perseguidos penalmente ni castigados fiscalmente en el futuro por los fondos regularizados. Para el oficialismo, ese blindaje legal es la condición indispensable para que los ahorristas decidan volver a confiar en el sistema y canalizar sus recursos hacia la economía real.

La iniciativa también se inscribe en una narrativa más amplia del Gobierno, que plantea un cambio de paradigma en la relación entre el Estado y los ciudadanos. Desde esa óptica, la ley busca dejar atrás una lógica de sospecha permanente sobre el contribuyente y reemplazarla por un marco que premie la previsibilidad y la seguridad jurídica. La señal, según sostienen sus impulsores, no está dirigida solo a los ahorristas locales, sino también al mercado y a los inversores externos.

Sin embargo, el debate político promete ser intenso. Desde la oposición surgen cuestionamientos sobre los alcances de la norma y el perfil de los beneficiarios. Algunos sectores advierten que podría transformarse en un instrumento que favorezca de manera desproporcionada a grandes contribuyentes o patrimonios elevados, mientras que otros plantean dudas sobre su impacto en la recaudación y la equidad tributaria.

En ese escenario, la discusión parlamentaria aparece como una instancia clave para definir el alcance final del proyecto. El oficialismo apuesta a que la Ley de Inocencia Fiscal se convierta en un pilar de su estrategia económica y en un gesto simbólico de ruptura con prácticas del pasado. La oposición, en tanto, busca introducir límites y controles que eviten abusos y aseguren que el beneficio no sea selectivo.

Más allá del resultado legislativo, la iniciativa reabre un debate de fondo sobre el vínculo entre el Estado argentino y el ahorro privado. La pregunta que atraviesa la discusión es si esta vez el cambio de reglas será duradero o si, una vez más, la desconfianza terminará imponiéndose sobre las promesas de estabilidad.

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