El «Huracán» Pullaro, y la oportunidad de los cambios profundos en Santa Fe


Los resultados de las elecciones generales en la provincia no sólo instalarán a un gobernador radical por primera vez en 60 años, sino que deja un escenario institucional que puede cambiar de manera profunda, un sistema que garantizó impunidades y privilegios a lo largo de los 40 años de vida democrática. Un tembladeral que dejará por primera vez a la intemperie al peronismo local, y que jaquea seriamente a los resortes de poder constantes.
No se trata sólo de un cambio de gobernador. Es eso, que no es poco, sino que también dejó todas las puertas abiertas para algunos cambios que fueron imposibles durante los 40 años de historia desde el retorno a la democracia.
Maximiliano Pullaro, dependerá como todos los gobernadores de la suerte política y económica del país y si esos factores transitan con relativa normalidad, lo que tiene por delante es una doble tarea : abordar la compleja coyuntura, y proponer cambios históricos para la provincia.
Es obvio que las prioridades del futuro mandatario estarán fijadas en las urgencias. La recuperación de la calle, hoy liberada al delito por la falta de políticas públicas en seguridad, y la reinstauración de algunos planes sociales que proyecten mayores niveles de inclusión, serán seguramente, junto a la salud y educación, la agenda inicial de gobierno.
Pero a diferencia de los otros gobiernos no peronistas, tendrá en sus manos- por manifiesta y abrumadora voluntad popular- la chance histórica de hacer cambios estructurales: No hay resorte de la vieja estructura institucional santafesina que esté a salvo de posibles reformas.
Desde la postergada reforma constitucional, que a pesar de los intentos de Antonio Bonfatti y Migue Lifschitz, nunca pudo ser llevada a cabo; pasando por una reforma profunda al sistema judicial, que siempre encontró resistencias en los círculos dominantes del propio poder y de la legislatura, hasta la sanción definitiva de leyes que vienen siendo postergadas por decisión exclusiva del senado, como la reforma al sistema educativo.
Todo eso, ahora, estará en manos de las decisiones del futuro gobernador y de su capacidad para negociar las condiciones con los actores de su propia coalición política. Ni siquiera necesitará del peronismo, principal factor de obstáculos de cada uno de los intentos fallidos.
Pullaro tendrá, ya se sabe, 13 senadores propios sobre 19. Sin contar las voluntades, seguramente amigables, que encontrará en el resto del cuerpo, una vez que la Cámara quede bajo la presidencia de su compañera de fórmula, Gisela Scaglia.
A eso le agregará un dominio, en principio, absoluto de la Cámara de Diputados. Si bien las relaciones con sus socios socialistas están pasando su mejor momento, Pullaro encontrará, además, en las bancas que ocuparán los referentes de Amalia Granata y los electos por el Frente Amplio, posibles aliados en las ideas reformistas. En el propio peronismo, sólo seis de las diez bancas, responden al gobernador saliente.
Y si faltaba algo, 14 de las 16 principales ciudades de la provincia, estarán bajo conducciones políticas “amigas”.
Con excepción de algunos burócratas sindicales, muy desgastados por su vergonzante sociedad con el gobierno saliente, y los imponderables de siempre, el gobierno de Pullaro no tendrá, en principio, obstáculos mayores para avanzar en la dirección de un cambio muy profundo, que la provincia está demandando desde hace algunas décadas.
*Para conicherep.com
