Un plan económico para todos

OPINIÓN 30/05/2024 Raúl Hutin*
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“Es la economía estúpido”. Esta frase que quedó enclavada en los anales de la historia parece no terminar de captarla el gobierno nacional. La estrepitosa caída de las ventas provocada por el abrupto deterioro del salario real, que en algunos sectores llega al 40%, hace que la producción caiga en esos mismos valores provocando una serie de despidos y suspensiones que no hacen otra cosa que afectar aún más a un mercado interno profundamente debilitado.

Este círculo vicioso en el que nos encontramos se comporta como un espiral en que día a día nos vamos hundiendo la mayoría de los argentinos. No es cierto que los productos bajaron sus precios y entramos en deflación. Si en el mes de abril el índice fue del 8,8% positivo se verifica a las claras que la inflación sigue siendo altísima pese al sacrificio obligado a la sociedad en su conjunto y pese a que se frenaron aumentos como el de la luz y el gas ya programados.

Sectores como el textil o el metalmecánico están trabajando al límite de su resistencia funcionando al 37 % o 38 % de capacidad instalada y por debajo de su punto de equilibrio. Las Pymes siguen, en este marco, haciendo un heroico esfuerzo para no desprenderse de su fuerza de trabajo, factor esencial para una remontada futura. ¿Pero cuántos meses se puede seguir trabando a pérdida se preguntan los empresarios?

Nada indica que el presidente Milei modifique su planteo económico. Su testarudez y empecinamiento, demostrado en cada una de sus actitudes como la que protagonizo en España, nos pone en guardia ya que los conflictos sociales se multiplican, la angustia social aumenta y el deterioro de la calidad de vida que se refleja en la caída de medicamentos (que arrojo -35% en abril) o en la brusca disminución de las toneladas de basura que se recogen a diario (-62%). Esto nos pone a las PYMES en una situación insostenible.

A este grado de conflictividad le debemos sumar que el DNU sigue en vigencia, que la ley bases sigue en discusión con un panorama no demasiado optimista y que traerá, para la continuidad de la industria nacional y para el pueblo argentino en general un deterioro como jamás ha vivido nuestra Patria. Primero porque le otorga al presidente facultades amplias legislativas y por lo tanto puede prescindir del Congreso y manejarse sin rendir cuenta de sus actos de gobierno. El régimen de incentivos a las grandes inversiones, en la práctica, es un negocio con nombre y apellido, ya que nada indica que llegarán las inversiones en contante y sonante sino que serán dibujadas para cumplir con una ley que tiene demasiados recovecos alentando fugas y que compromete a la Nación toda por un periodo de 30 años sin que nadie ni nada pueda hacer nada al respecto ya que el tribunal que intervendría en caso de diferendos, sería el del CIADI.

Nos convertimos, de la noche a la mañana, en uno de los países más caros en dólares, de los menos competitivos a nivel industrial e hicimos trizas el mercado interno, a la par que la exportación. Se sigue primarizando la economía ya que solo se le da envergadura a los productos del campo, la minería y los energéticos. A ese modelo de país le sobran no menos de 25 millones de habitantes. El genocidio que se está llevando a cabo con los jubilados, enfermos oncológicos, las cientos de familias que vagan por las calles porque se quedaron sin techo producto de la alocada suba de los precios de los alquileres y los desocupados que buscan en los tachos un poco de comida ¿es para que le cierre el modelo?

Es inútil seguir llorando en los rincones. Esto lo debemos arreglar nosotros, entre todos, en unidad de criterio y acción. En el macrismo salimos con el slogan “NI UNA PYME MENOS”. Hoy es el momento de luchar por esa consigna. Demasiado rápido se destruye una empresa (en la práctica están cerrando dos a tres diariamente) pero es muy difícil volver a abrirla. Porque es difícil que el empresario vuelva a tener confianza, ganas, voluntad y fuerza. Por eso construyamos una red de contención entre todos y con la ayuda de los gobiernos municipales y provinciales que estén aun en condiciones, ya sea aportando compras o financiando con monedas locales. Al fin, de ese mismo modo resistimos crisis anteriores ¿O ya nos olvidamos del “club del trueque”, o que el país llego a tener 12 cuasi monedas y salimos adelante?

Preparémonos a librar una de las batallas más duras que nuestra sociedad soporto en los últimos 50 años y hagámoslo con el optimismo de saber que “juntos somos fuertes, pero organizados somos invencibles”.

 

 

* Para www.ambito.com

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