"Game Over" para el PRO santafesino. La migración hacia LLA es inminente

POLÍTICAAgencia de Noticias del InteriorAgencia de Noticias del Interior
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La Vicegobernadora Gisela Scaglia está más cerca de Pullaro que de LLA

El PRO santafesino ha venido perdiendo importancia en la política provincial. A pesar de que la actual vicegobernadora pertenece a la agrupación que en su momento fundó Mauricio Macri, en el resto de la provincia se ha convertido en una expresión en extinción sin posibilidades de resurgir. En Rafaela ocurre algo similar; el otrora poderoso partido de Menossi y Bonino hoy es solo un recuerdo, un ejemplo de lo que es la política en estos tiempos. Ya nada será igual, y la mayoría se prepara para desembarcar en LLA. El futuro del resto es incierto; parece cuestión de tiempo su desaparición.

El PRO, el partido que Mauricio Macri fundó hace dos décadas, se encuentra actualmente en una encrucijada crítica. Tras perder las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires, que alguna vez fue su bastión y desde donde edificó su fuerza a nivel nacional, el futuro del partido se cierne en la incertidumbre, especialmente con el ascenso imparable de Javier Milei. Esta situación es alarmante y no es simplemente un revés electoral; representa una posible extinción.


En Santa Fe, el desmoronamiento del PRO ha sido particularmente evidente, con facciones que debate entre los que desean permanecer leales al acuerdo con Maximiliano Pullaro y aquellos que han optado por alinearse con La Libertad Avanza (LLA).

Esto ha llevado a voces dentro del partido a concluir que “el PRO no existe más”. Esta lamentable afirmación resalta la fractura interna y la falta de cohesión que ha plagado a la organización.


La reciente debacle electoral en CABA no puede ser atribuida a un simple cambio de nombres o de candidatos; el verdadero problema reside en que Milei ha conseguido despojar al PRO de una parte significativa de su base electoral. El caso de Adorni, quien logró duplicar en votos a la candidata oficialista, es un claro testimonio de este fenómeno.

La realidad es que, en Santa Fe, el PRO se ha fragmentado en múltiples sectores que, irónicamente, evocan la situación del radicalismo, un partido que ha enfrentado sus propios desafíos de identidad y cohesión.
Las decisiones de figuras clave como Federico Angelini, quien ha optado por distanciarse de la guerra interna del partido al alinearse con LLA, subrayan el cambio de viento que enfrenta el PRO. Angelini ya no se ve como parte de una fuerza unida, sino como un actor que busca redefinir sus alianzas. Gabriel Chumpitaz, otro diputado nacional que dejó el bloque amarillo para formar "Futuro y Libertad" junto a Verónica Razzini, ha diagnosticado la situación del PRO como “catastrófica” debido a la falta de un proyecto claro y de una identidad definible que pueda atraer a los votantes que han emigrado a LLA.


El núcleo de la crisis parece radicar en que el PRO ha estado tan ocupado mirando hacia los lados en lugar de definir su propia dirección, que ha quedado atrapado en un limbo estratégico. La voz de Chumpitaz, que una vez defendía a Pullaro en la Cámara de Diputados, ahora resuena con el eco de una frustración palpable ante la falta de liderazgo y visión.


Mientras tanto, el sector encabezado por la vicegobernadora Gisela Scaglia intenta mantener la alianza con Pullaro, alegando que se siente “respetado” en la coalición. Sin embargo, los críticos dentro del partido le reprochan por su aparente inclinación a favorecer el diálogo con el socialismo en detrimento de una política de centroderecha que debería caracterizar al PRO.


Con la Reforma Constitucional a la vuelta de la esquina, el futuro se vislumbra aún más incierto. Los partidarios de Milei temen que los convencionales del PRO no logren imponer una agenda que contemple su visión, y que los temas decisivos sean dominados por Pullaro y los socialistas. En este contexto, la discusión sobre la unicameralidad y la eliminación del Senado se presenta como un punto clave al que el PRO deberá enfrentar con estrategia y unidad, algo que hoy parece muy distante.


En resumen, la tormenta que atraviesa el PRO es un reflejo de su incapacidad para adaptarse a un panorama político en rápida transformación. Si no logra redefinir su identidad y establecer una dirección clara, podría muy bien volverse irrelevante en un escenario político que avanza sin piedad. La pregunta que queda es: ¿tendrá el PRO la capacidad de reinventarse antes de que sea demasiado tarde?

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