Los principales medios porteños intentan reorganizarse, demostrando cierta desesperación ante la incertidumbre por el escenario de tercios. La victoria del líder de La Libertad Avanza, Javier Milei; la derrota de Horacio Rodríguez Larreta y la convocatoria de Sergio Massa al radicalismo de JxC y al peronismo disidente, parecen estar alterando los ánimos en Clarín y La Nación.
La preocupación tiene que ver con la falta de capacidad de Patricia Bullrich por convocar a fuerzas externas a Juntos por el Cambio e, incluso, a internas como el radicalismo en caso de haber balotaje. Algunos suman a los del PRO. No se los ve muy activo a Larreta/Santilli y la UCR por su campaña.
Debilitada por la falta de reconocimiento de liderazgo, incluso tildada de títere de Mauricio Macri en clara analogía a la experiencia Alberto Fernández - Cristina Fernández, ella tuvo que aclarar que no hay tal falta de apoyo sino que, en realidad, está naciendo “un nuevo Juntos por el Cambio” integrado por dirigentes jóvenes.
"Vamos a ser una selección de gente que va a ser la nueva cara de Juntos por el Cambio, porque tuvo una nueva cara y una nueva propuesta. Es algo que viene con nuevo ímpetu, fuerza y capacidad de tomar decisiones, que no va a distinguir de nosotros mismos para mostrar que vamos a tener decisión inquebrantable de generar un cambio verdadero y ordenar la Argentina”, justificó en Radio Rivadavia este domingo 3 de septiembre.
Lo cierto es que a través de una batería de columnas de opinión, los principales medios porteños salieron a presionarla ante el avance de la ola liberal, que amenaza con dejarla afuera del balotaje:
La presión sobre Bullrich ha crecido en los últimos días. En Juntos por el Cambio pasaron de creer que la interna era el único obstáculo que se les presentaba a Bullrich y a Larreta antes de que alguno de ellos recibiera la banda presidencial a sospechar que un paso en falso podría marginarlos de la segunda vuelta. “Hay que hacer algo y debe ser urgente”, es el mensaje que Bullrich recibe desde la noche que se subió al escenario de Parque Norte como ganadora de la interna.
El anuncio de Carlos Melconian como eventual ministro de Economía tiene que ver con eso. A la candidata le hubiera gustado anunciarlo más tarde, pero los pedidos fueron incesantes. “Hay que confrontar con Milei y necesitamos un vocero”, le susurraban. Los estrategas dicen que fue una buena jugada. La duda es si será suficiente. La urgencia continúa.
Más allá de eso, suplica un reordenamiento de Juntos por el Cambio de manera urgente: Patricia Bullrich necesita reconstruir su liderazgo, ahora único en la coalición opositora después de su triunfo sobre Horacio Rodríguez Larreta, porque pasaron demasiados días desde las elecciones del 13 de agosto en los que ella desapareció del radar de la opinión pública. La gente común termina siempre aferrándose a lo que hay, y en los días recientes lo único que había era Milei. Ni siquiera es perceptible una idea de dónde está el poder en el país, salvo la imagen que construye Sergio Massa de su propio poder, aunque es un poder desvencijado por los efectos de la profunda crisis económica. “Sáquenlo a Massa de cualquier chance de ganar las elecciones. No tiene ninguna”, asegura un veterano analista de la sociedad, que reconoce en el ministro de Economía una notable habilidad para construir realidades que no existen. Alberto Fernández y Cristina Kirchner no están; parece que nadie recuerda ya quiénes eran y qué hacían. Como escribió con ironía el abogado Bernardo Saravia Frías, “Presidente y vice no tienen domicilio conocido”. En ese peligroso erial político crece la pregunta sobre si Milei está en condiciones de ser presidente.
Disparó: “Es indudable que Juntos por el Cambio muestra también signos de anquilosamiento, y esto se debe principalmente a que desdeñó la construcción de una literatura de ideas. En política, cuando alguien deja vacío un sitial, se arriesga a que inmediatamente otro lo ocupe y le traiga fuertes dolores de cabeza: pensemos una vez más en Rodríguez Larreta renunciando a ser el jefe de la oposición y a Patricia Bullrich, sin mandato ni aparato, sentándose en ese trono abandonado.
Algo similar sucedió con la batalla cultural, dispositivo que guardaron como chapa vieja en el galpón de los sueños perdidos; astutamente, los intelectuales libertarios aprovecharon esa defección. Ellos no edificaron con todo ese instrumental, claro está, una épica republicana, sino directamente un “populismo de derecha” (sic). Los portavoces de La Libertad Avanza, con el halo triunfal de las primarias, se atreven ahora a citar sin pudores a Schmitt y a Gramsci –dos autores valorados por el posmarxismo y por Carta Abierta– y a confesar que articularon una estrategia de espejo invertido con las tácticas kirchneristas. También ellos comienzan a hablar de pueblo y antipueblo, aunque en el segundo grupo identifican a “los que viven de los demás, los chupasangres del Estado y del impuesto”. Y su épica consiste, esencialmente, en señalar al gran enemigo: la casta, que es indiscriminada y tiene deliberadamente contornos difusos. Esa vaguedad facilita la siguiente operación: los que critican a “la nueva derecha” son casta privilegiada y vampírica; los que acompañan, son pueblo bendecido. La casta es por lo tanto un continente de fronteras móviles, y eso facilita acomodar situaciones políticas de coyuntura: regular a quién conviene dejar adentro y a quién arrojar fuera del paraíso. Munidos de todos estos trucos obtuvieron un respetable caudal de votos y se disponen en estas semanas al asalto final.
Dicho en criollo: los republicanos calentaron la pava y los libertarios se toman el mate. Y esta vuelta de tuerca resultará particularmente humillante para quienes resistieron con valentía y tenacidad en las calles, en los cenáculos y en los medios la chavización kirchnerista, las múltiples violaciones a la Constitución y a la división de poderes, el clientelismo más infame, la megacorrupción, las 14 toneladas de piedra contra el Parlamento, el club del helicóptero y tantas otras pestes que trajo el modelo feudal imperante en las últimas dos décadas.
Muchos de quienes hoy cacarean libertad, callaron cuando ésta se encontraba verdaderamente en peligro. Quienes militan violentamente en las redes sociales contra cualquier objetor del anarcocapitalismo, brillaban por su ausencia cuando venían degollando; son guapos de última hora, con ganas de calmar su conciencia y debutar como leones después de haber sido tiernos cachorros de cautiverio”.
Entonces, alertó: “La ex ministra de Seguridad de Mauricio Macri estaría advirtiendo temprano la dificultad para contener el total de votos que le aportó Rodríguez Larreta en su incómodo 28% del orden nacional”.
Entonces, recomendó en un delicado equilibrio entre Bullrich y Massa: “habría que buscar la manera inteligente de interpelarlos. Para que de sus personalidades explosivas nazca alguna aberración irredimible para la sociedad. Eso aguardarían Massa y Bullrich del candidato libertario. Hay en esos cuarteles expertos en campañas que, sin perder el humor, dicen estar dispuestos a todo. Hasta a encender una vela a Milei para que tropiece y caiga de la cima a la que trepó”.
El dirigente radical Federico Storani volvió a plantear este domingo que aún no definió su apoyo a Patricia Bullrich para las generales de octubre.
“En este momento hay un debate en curso que se está dando en el radicalismo entre los que se alinean de manera incondicional con quien ganó y quienes pensamos que tienen que discutirse muchos contenidos”, afirmó en diálogo con radio AM 750.
Por otra parte, aseguró que en caso de que haya un balotaje entre Javier Milei y Sergio Massa, elegiría al candidato del Gobierno "en defensa de la democracia".
“Massa da muchas más garantías que el salto al vacío que significan todas las propuestas que trae Milei que no es nada nuevo sino la restauración de un proyecto muy anacrónico”, dijo.
Con información de Urgente 24