Vivir en una comunidad guaraní: una aventura a kilómetros de las Catarata
Con guías nativos y excursiones por todo el territorio, el "turismo comunitario" es una nueva manera de darle visibilidad a los pueblos orginarios
TURISMO 26/10/2018 Paula GRUNEn la provincia de Misiones, ubicada a tan sólo 8 km del río Iguazú, se encuentra la comunidad Yryapú, cuyo nombre en guaraní significa Ruido de agua. Esta comunidad consta de 225 hectáreas protegidas. Allí, viven cien familias, en casas construidas por ellos mismos y algunas que les brindó el Estado.
Dentro de la comunidad, funciona una escuela intercultural de turismo Mbyá – Guaraní. Allí se enseña la lengua castellana, pero sin dejar de lado las lenguas originarias como el guaraní. Entre sus habituales actividades, hay una muy interesante que ha tomado mucho auge en este último tiempo: el turismo comunitario.
La idea de Turismo comunitario, como bien lo expresa su nombre, significa que el turismo está en mano de las comunidades, al igual que su gestión. Esto permite que los ingresos beneficien a toda la comunidad, mediante un fondo común que se reparte y destina para las necesidades que pudieran existir en la misma. En términos de manutención, no se piensa sólo al turismo con fines económicos, sino que, también, se lo piensa como una forma autónoma que permite el manejo de su propio territorio, como forma de preservación, de difusión de la cultura y de visibilización de su modo de vida.
Alcides Ojeda es el Cacique de la comunidad guaraní Yryapú. Su nombre guaraní es Cuaraminí, que significa Pequeño sol -aunque agrega que dentro de la comunidad poseen dos nombres-. Uno de ellos es el que se encuentra en el documento; mientras que el otro, es el que manejan allí.
Alcides tiene a su cargo cien familias y su tiempo al frente de la comunidad dependerá de las cosas que el Cacique pueda lograr; de modo que podrá seguir al frente durante veinte, treinta o cuarenta años, si no sirve, de inmediato se elige a otro.
"Tenemos un Chaman. Nosotros le decimos Ñanderú (Nuestro Padre)", comenta el cacique. El Chaman habla con los espíritus y logra obtener información importante como el uso de diferentes remedios que puedan llegar a necesitarse.
Una de las primeras cosas que hay que tener en cuenta son las autorizaciones. Para ingresar a una comunidad, se necesita el permiso de la misma. Hay que tener en cuenta que, si bien no es un territorio privado, es un territorio indígena, por lo tanto, los turistas no pueden entrar solos.
Las comunidades tienen sus propios guías y funcionan como un nexo entre el excursionista y el territorio. Este trabajo, además de formar parte del emprendimiento económico, también asegura la tranquilidad de los visitantes; ya que las personas podrían perderse dentro de la región, o realizar acciones indebidas u ofensivas que no correspondan con la voluntad íntima de la comunidad, como suele suceder con el caso de las fotografías a los niños, o el ingreso a santuarios, etc.
Por eso, el desarrollo turístico de las comunidades, generalmente se acompaña de organizaciones y técnicos territoriales, que van orientando el proceso para que no se generen conflictos internos. Tratando de disminuir la mayor posibilidad de impactos negativos que puedan existir, en el caso de que los hubiere.
El turismo comunitario contribuye a darle visibilidad y más escucha a algunas peticiones, dado que llegan personas de diversos puntos para conocer a las comunidades desde distintos ámbitos, también, entran en relación directa con los derechos de los pueblos originarios como el territorio, la educación y la cultura, contribuyendo a la existencia humana de las comunidades.
Esta forma de realizar turismo, busca una nueva manera de comprometerse con la naturaleza y las comunidades. Sin duda, es una experiencia que ofrece la oportunidad de conocer y disfrutar desde el respeto y la contemplación.
Fuente: Infobae