El nuevo semáforo del mercado de deuda: quién gana y quién pierde en el cambio de régimen financiero

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El mercado de deuda argentino atraviesa un cambio de régimen que redefine incentivos y estrategias.
  • El Gobierno dejó de premiar la liquidez y empuja al mercado a asumir plazo y riesgo.
  • Los bonos largos en dólares, como GD38 y GD41, concentran el mayor consenso positivo.
  • La tasa fija larga en pesos emerge como la gran ganadora del nuevo esquema.
  • Los dólar linked y los instrumentos de liquidez quedan relegados por falta de atractivo.
  • El nuevo “semáforo” refleja una lógica estructural más que oportunidades coyunturales.

El mercado de deuda argentino atraviesa una transformación profunda que excede largamente la dinámica habitual de precios, paridades o rendimientos puntuales. El proceso en marcha es más silencioso que estridente, pero no por eso menos relevante: cambiaron los incentivos, se redefinieron las reglas implícitas y el inversor quedó obligado a revisar su posicionamiento estratégico. Ya no alcanza con administrar liquidez o esperar oportunidades de corto plazo. El nuevo escenario premia otra lógica.

La reciente colocación del Bonar 2029, el giro regulatorio sobre los instrumentos de liquidez, la baja de tasas y el mensaje explícito del equipo económico marcaron un punto de inflexión. En ese contexto, distintas mesas de análisis —Balanz, Facimex, Mariva y Parakeet— comenzaron a converger en una lectura común del mercado. A esa visión se suma el aporte de Rocco Abalsamo, asesor financiero, que ayuda a traducir el cambio de régimen en decisiones concretas de inversión.

El resultado es un “semáforo” de bonos que ya no responde a trades coyunturales, sino a una arquitectura más estructural. En esta nueva etapa hay ganadores claros, instrumentos que quedan en zona de espera y otros que directamente pierden sentido dentro del esquema macroeconómico vigente.

La señal del Gobierno fue clara: la administración de liquidez dejó de ser premiada. Las tasas pasivas cayeron con fuerza, los fondos money market quedaron regulatoriamente acotados y el Tesoro empezó a estirar duration de manera deliberada. El mensaje es contundente: quien quiera rendimiento deberá asumir plazo y riesgo. Ese marco explica por qué algunos activos pierden protagonismo mientras otros regresan al centro de la escena.

En la zona verde aparecen, en primer lugar, los bonos soberanos largos en dólares. Los Globales GD38 y GD41 concentran hoy el mayor consenso positivo. El atractivo no está en el carry, sino en la suba potencial de precios ante una eventual normalización de la curva soberana. Si el riesgo país continúa comprimiéndose y la Argentina avanza, aunque sea gradualmente, en acumulación de reservas y reformas, estos títulos son los que mejor capturan esa mejora. Abalsamo suma un factor clave: una compra de reservas en los próximos meses tendría un impacto directo sobre los bonos hard dollar.

También se destacan algunos bonos provinciales selectos. Córdoba (CO32) y, de manera más puntual, Buenos Aires (BA37A) muestran spreads atractivos frente al soberano y una volatilidad menor. En un esquema donde Nación empuja disciplina fiscal, las jurisdicciones con mejor perfil financiero relativo tienden a sobresalir, aunque se trate de apuestas selectivas y no masivas.

Otro instrumento que permanece en verde es el Bopreal, particularmente el BPOC7. Funciona como cobertura cambiaria sin pagar la prima de los sintéticos y ofrece convexidad en un escenario de mayor estabilidad monetaria, en un contexto donde el timing del dólar sigue siendo incierto pero sin expectativas de un salto discreto.

En la zona amarilla aparecen activos que requieren cautela. Los bonos ley local en dólares, como el AL29 y el AL30, mantienen spreads elevados y no lucen caros, pero carecen de un catalizador claro tras la colocación del Bonar 2029. Algo similar ocurre con los CER largos: con un break-even de inflación cercano al 2,4% mensual, su atractivo depende de un escenario inflacionario más alto que el que hoy descuentan muchos analistas. Los TAMAR cortos, en tanto, conservan rendimiento por el rezago financiero, aunque sin ser una apuesta ideal.

En rojo quedan los grandes perdedores del nuevo esquema. Los dólar linked pierden sentido en un contexto sin expectativas de devaluación y con una banda cambiaria que opera, de hecho, como un tipo de cambio casi fijo. También quedan relegados los instrumentos de liquidez pura y la tasa fija muy corta, desplazados por diseño de política económica.

La gran ganadora en pesos es la tasa fija larga. El T30A7 se consolida como uno de los instrumentos preferidos: gana frente a los CER si la inflación sigue bajando y se beneficia de una curva con pendiente positiva que podría invertirse en un escenario de desinflación. Es, en pesos, el reflejo del razonamiento que impulsa a los bonos largos en dólares.

En definitiva, la Argentina cambió los incentivos. La liquidez dejó de rendir, la cobertura defensiva perdió centralidad y el mercado empezó a premiar plazo, duration y riesgo bien seleccionado. El nuevo semáforo no responde a euforia, sino al diseño macroeconómico que hoy ordena la agenda financiera.

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